sábado, 11 de mayo de 2013

Una larga hoja de servicios: Juan del Águila (y II)

En anteriores episodios de profundosoconfusos...

Juan del Águila había nacido, no sabemos si se había reproducido y no había muerto a pesar de haber tenido diversas oportunidades para ello. Hasta ahí una biografía bastante normalita. Adicionalmente habíamos tenido noticias suyas en un par de acciones importantes de los tercios españoles en Flandes y habíamos omitido, por no alargar demasiado el asunto, lo referente a su estancia en Italia, por ejemplo, o en Vilvoorde, acción especialmente interesante para mi por motivos no vienen al caso.

Sin embargo, la sagacidad habitual del lector avezado de blogs os permitiría, sin duda, colegir que algo faltaba, que la historia no estaba completa... es más, incluso es posible que los realmente perspicaces esperasen alguna relación de nuestro personaje con la bella Eire...

Siendo esta mi primera incursión el articulismo por fascículos y como soy por naturaleza bondadoso y bienintencionado, no dejamos a don Juan con un "cliffhanger" de los de no dejar dormir, sino reponiéndose tranquilamente de una victoria y disfrutando de la dicha de saber que Dios era español (frase de su contrincante en la batalla tras los hechos de Empel) y le retomaremos navegando tranquilamente por el Atlántico hacia:

Bretaña (la pequeña y la grande), 1590

Retrato de Enrique IV, supongo que sacado
de "El Jueves" (o "Le Jeudi") de la época
El verano de 1789 fue ligeramente movido en Francia, pero el de justo doscientos años antes tampoco se puede decir que fuera muy plácido. El 1 de Agosto de 1589 era apuñalado el rey Enrique III, que no dejó descendencia, el hombre (se desconoce si lo había intentado, lo que sí se sabe es que tuvo numerosos amantes), así que asumió el trono su primo Enrique IV, que ya era rey de Navarra, bueno, de la Baja Navarra o Tierra de Ultrapuertos. En fin, que el tal Enrique apoyaba a los hugonotes o calvinistas franceses. A sus vecinos del sur, a la sazón nación más poderosa del hemisferio occidental, no les gustó el temita y Felipe II fue cocinando un mosqueo inmenso, soberano, como corresponde. Mientras, en Francia, un tal Luis Felipe de Lorena, católico por más señas, trataba de conseguir la independencia de Bretaña y... acabó consiguiendo el apoyo de su católica Majestad. En 1590 se monta una expedición hacia Bretaña:

"Las instrucciones del general de mar ordenaban embarcar el tercio de D. Juan del Águila, conducirlo sin pérdida de hora al puerto de Blavet, rompiendo á la escuadra inglesa si se interponía, como era de presumir por las noticias de los exploradores, y verificado el desembarco de tropa y municiones, dejando en el puerto dos galeazas, tres galeras y algunos bajeles ligeros, á cargo del capitán Perucho Moran, volver con la escuadra."

Juan del Águila llevaba ya casi 30 años de servicio, que se dice pronto, cuando le asignaron esta misión. Ya le tenemos en tierra francesa dispuesto a cumplir la misión encomendada; comienza el espectáculo...
y comienza, por desgracia, siendo un espectáculo algo grotesco. España se encaminaba hacia su tercera bancarrota y los medios con los que eran enviados los ejércitos expedicionarios eran precarios:
"En la muestra aparecieron 2.100 hombres sanos, ó que lo aparentaban; 600 enfermos, que á los pocos días aumentaron en un tercio, desnudos todos, armados con espadas sin vaina, acreedores á seis pagas de atraso, tan rotos, flacos y demacrados, que, excitada la caridad de las damas bretonas al verlos desembarcar en brazos,concurrieron á una con camisas, jergones y alimentos en su alivio"
Comprenderéis que la imagen que recibieron los católicos franceses al recibir al ejército que llegaba a ayudarles, casi salvarles, fue manifiestamente mejorable, pero... a un tercio español del XVI no hay que juzgarle por su aspecto o te arriesgas a recibir candela de la buena. El príncipe de Dombes, jefe de los calvinistas, no debía estar al tanto de esta circunstancia y se quiso aprovechar del famélico estado de los españoles lanzándose sobre ellos con 300 jinetes y 1.800 infantes, lo que dio a del Águila perfecta oportunidad para recobrar el prestigio perdido tras su llegada ganando la primera escaramuza y marcando claramente el territorio. Mientras, las naves que no habían retornado a España se lanzaron sobre el puerto de Blavet haciendo a los hugonotes que lo ocupaban poner pies en polvorosa.

El aspecto actual de la fortaleza construida por de Rojas.
Se da la curiosa circunstancia de que esta foto sale en múltiples artículos
sobre las islas Mauricio. No os fiéis de todo lo que veis en intenné.
En Abril de 1591, el tercio de Águila recibió por fin refuerzos: unos 2000 soldados, principalmente para
sustituir las bajas que se habían producido por enfermedades y deserciones. Junto con ese contingente llegó el ingeniero Cristóbal de Rojas, que se puso de inmediato a diseñar fortificaciones para el puerto. Mientras, los hugonotes habían conseguido la ayuda de los ingleses (previo pago, claro), que despacharon 3.000 hombres. Aún así, cuando los ingleses llegaron, en Julio, las fortalezas estaban ya suficientemente avanzadas como para no resultar fáciles de tomar. Lo nuestro siempre ha sido construir bajo presión, está claro. Este fuerte acabó denominándose Fuerte del Águila y aún está en pie, aunque muy modificado. Al mismo tiempo se fueron realizando expediciones de castigo, tanto por tierra como por mar, contra todo lo que se moviera. En una de ellas, por ejemplo, Diego Brochero atacó con cuatro galeras un convoy de 24 naves holandesas de las que capturó siete "no ascendiendo a más por no tener gente con que marinarlas".

A pesar de todo, la situación en Bretaña continuaba siendo lamentable. Las tropas eran escasas y mal pertrechadas y alimentadas. La llegada del invierno no hacía sino empeorar la situación y el propio del Águila pidió al rey ser relevado en varias ocasiones. El rey no aceptó tal y la estancia del Maestre Águila en Bretaña fue larga y cargada de acontecimientos.

Ya en 1592, don Juan acudió en auxilio de la plaza sitiada de Craon. 2000 soldados españoles contra 6500 entre ingleses y hugonotes. Resultado: 1.500 bajas protestantes por 12 (doce) católicas y sitio levantado, claro.

En 1594 se ocupó la península de Kelern y se construyó un pequeño fuerte, el fuerte del León, que acabaría dando al lugar el nombre de "Punta de los españoles". El capitán Paredes y sus 300 soldados, que convirtieron el lugar en sus particulares Termópilas, defendieron el fuerte durante más de un mes frente a 3.000 ingleses y otros tantos franceses apoyados por naves inglesas y holandesas y les causaron más de 3.000 bajas. Paredes cayó defendiendo una brecha en la muralla durante el asalto final y, por orden expresa del Mariscal asaltante (d'Aumont) fue enterrado en la iglesia de Brest con honras militares. Del Águila se estaba dirigiendo en auxilio del fuerte, pero llegó tarde (otra vez). Ya cerca de Brest se encontró con algunos de los escasísimos supervivientes a los que los ingleses habían dejado libres con cartas para el Maestre ("esto es lo que te espera si no te largas...La manga riega y aquí no llega..." y tal), con los que entabló un constructivo diálogo semejante a:

- ¿De donde venís, miserables?
- De entre los muertos
- Con ellos debísteis quedar, que esa orden teníais

y allí mismo los quiso ahorcar. Un ejemplo de libro de estilo de dirección cooperativo del que mucho pueden aprender los directivos modernos, demasiado tendentes al ordeno y mando...

A partir de 1595 la situación se destensó algo en Bretaña y los españoles se dedicaron sobre todo a hostigar a los ingleses en mar y en la costa sur de Inglaterra, entre otras cosas para procurarse sustento.

En 1598 se firmó la paz de Vervins, en la que se devolvió a Francia el puerto de Blavet, así que los tercios volvieron a España.

(Nota: casi toda la info de este segmento procede del Instituto de Historia y Cultura Naval, que cita a  Mr. Moreau: "Histoire de ce qui s'est passé en Bretagne durante les guerres de la Ligue" entre otros)


Y, por fin, Irlanda, 1601

Al regresar a España, del Águila fue destinado a la escolta de las naves que venían de América, así que se asentó en Cádiz, donde, ya en 1600, fue... ¿esperabais leer condecorado? ¿tal vez ascendido? Pues no, fue encarcelado al haber sido acusado de trincar "más de la cuenta":
"Al maestre de campo don Juan del Águila que estuvo con la gente en Bretaña, han puesto en prision en casa de un alguacil, y ocupádole la hacienda que se le ha hallado, y puesto en la cárcel á su muger y al contador del ejército por haber informacion de haberse aprovechado de la hacienda del Rey mas de lo que fuera justo."
de "Relaciones de las cosas sucedidas en la corte de España, desde 1599 hasta 1614" - Luis Cabrera de Córdoba.
Por cierto, en esa misma página nos enteramos de que  el cardenal de Sevilla "estuvo los días 9 y 10 de ese mes tan apretado de la orina con cierta pedrezuela que se le atravesó en la vía, que le tuvieron aquí por muerto; pero tuvo fuerza para echarla y libróse, aunque su mayor enfermedad son mas de ochenta años de edad". Qué gran verdad.


Atención, no le acusan de trinque, sino de trincar más de lo que fuera justo, ergo una pequeña dosis de descuideo era tolerable, de hecho hasta se recogió en las ordenanzas. Ya nos vamos explicando muchas cosas. En cualquier caso, parece que pudo demostrar su inocencia y que la acusación podía estar más relacionada con los cambios de poder tras la muerte de Felipe II que otra cosa. Como compensación al mal trago que le habían hecho pasar, don Juan fue nombrado Maestre General y puesto al frente de la nueva y brillante idea de la geopolítica española: APOYEMOS A IRLANDA.

Hay que reconocer que la cosa no estaba mal traída. Inglaterra llevaba tiempo tocando lo que no suena allí donde Felipe II asomaba la nariz, pirateando y apoyando rebeliones. Tal vez era hora de hacer lo propio. El problema es que hasta para ser malo hay que saber e, incluso, tener algo de suerte.

Durante 1601 se fueron analizando las posibilidades junto con los cabecillas de la insurrección local, condes Tyronne y O'Donnell, que habían convencido a Felipe III de que tenían control de su población y que, con la ayuda de España, la rebelión de Irlanda sería imparable. Finalmente en Septiembre de ese año partió el primer cuerpo del ejército, unos 4.000 hombres y bajo el comando absoluto de Juan del Águila en el que iba a ser su último servicio a la corona.

A principios de otoño, el Maestre puso pie en Kinsale, puerto al sur de Cork. Según los anales de Irlanda, el 23 de Septiembre parte de la flota española había pasado la desembocadura del río en Kinsale, en dirección a Cork, pero ese día se desviaron hacia Kinsale y desembarcaron allí, donde fueron recibidos con honores por el mandatario local. Los ingleses fueron informados por sus espías de que a Kinsale llegaron 35 naves, mientras el resto de la flota fue desviada a Baltimore. Curiosamente, los barcos traían 1600 sillas de montar esperando, como les habían prometido, que en Irlanda encontrarían caballos en abundancia.

El 1 de Octubre, del Águila se dirigió a los católicos irlandeses pidiéndoles que no siguieran a los herejes "ciegos guías de los ciegos, caídos de la fe verdadera" e incluso amenazó con la persecución hasta la muerte de los que colaboraran con los ingleses. Los Españoles se fortificaron en Kinsale, que inmediatamente fue cercada por las tropas de Mountjoy, ante el que del Águila sostenía la ciudad "primero en nombre de Cristo y luego en el del rey de España". La opinión de los ingleses sobre los irlandeses no es que fuera demasiado elevada, pero parece que en este caso les iban dando la razón, ya que aquellos que podían se iban largando de Kinsale ante el miedo a la artillería inglesa.

Puerto de Kinsale
A finales de año, un ejército de unos 6.000 irlandeses al mando de Tyrone y O'Donnell, junto con unos 2.000 españoles comandados por Alonso Docampo se pusieron en marcha hacia Kinsale con intención de levantar el cerco, pero los ejércitos irlandeses emprendieron la huida en cuanto vieron ingleses enfrente. Docampo quedó sólo y no pudo evitar la derrota, siendo capturado. Inglaterra, en estos temas y casi en cualquier otro, es una nación muy práctica, así que aprovecharon para dar ejemplo colgando a todos los irlandeses capturados. Ante las noticias del rajamiento de los cabecillas poca cosa más quedaba por hacer, los tercios de del Águila estaban rodeados por un ejército muy superior y con nulas posibilidades de recibir ayuda y aquellos a los que habían ido a ayudar huían en masa a los pantanos (se ve que aquí no hay montañas, que era donde huían los irlandeses de más al norte según vimos en el episodio de Cuéllar).

Ante esta tesitura, del Águila, que ya no debía tener el valor inconsciente de su juventud, rindió la ciudad y acordó con Mountjoy poder salir de ella con todas sus armas y pertrechos para volver a España. El 21 de febrero de 1602 partió de vuelta el primer contigente con 1374 soldados. En Abril, todo el ejército estaba de vuelta en La Coruña. 600 soldados quedaron por el camino.

De esta forma tan poco épica terminó su vida militar don Juan del Águila. De hecho, los acontecimientos de Irlanda le valieron un consejo de guerra, del que no salió en absoluto bien parado. Lástima que el consejo se celebró en 1603, casi un año después de su propia muerte, acaecida al poco de regresar de Eire.

Conclusión

Juan del Águila no fue, probablemente, ni el más ni el menos valiente, astuto, cruel, etc. de los oficiales que dirigieron los tercios españoles del XVI y XVII. Su hoja de servicios, como se ha visto, fue larga, en ocasiones gloriosa y tuvo un final muy amargo. En cualquier caso le he usado como guía para movernos por los campos de batalla europeos durante cuatro décadas y, espero, transmitir una pequeña parte de las vivencias de esos ejércitos que, tal vez, tan mal se usaron.

Cerraremos con una de tantas citas apócrifas. No sé si alguna vez alguien la dijo, menos aún si fue un general alemán, pero nos viene al pelo:

"Cuando veáis a un soldado desaliñado, indisciplinado y sin afeitar, cuadraos. Es un héroe español"