Mostrando entradas con la etiqueta Orellana. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Orellana. Mostrar todas las entradas

martes, 18 de febrero de 2014

Un insensato y un pirado: Orellana y Aguirre (y IV, de esta acabamos sí o sí)

Supongo que no hace falta que lo diga, pero la primera, segunda y tercera partes de este follón están AQUÍ, AQUÍ y AQUÍ, respectivamente.

Reconozco que he estado valorando la posibilidad de olvidarme del serial en el que nos hemos metido y saltar directamente al siguiente personaje que nos visitará, que ya está medio decidido y nos llevará de nuevo a los EE.UU. Sólo por tocar lo que no suena, ya sabéis... de todas formas tampoco creo que aparecieran turbamultas en las calles reclamando el GRAN FINAL de la historia de Aguirre. Total, somo cuatro gatos (agudos y valiosos, pero cuatro) y esta peli ya la pusieron en la tele. Además, siendo como era el personaje, es capaz de venir a atormentarme desde sus tumbas (SUS tumbas) sólo por dejarlo definitivamente en scriptus interruptus. Volvamos pues a:

Mayo de 1561, Amazonia


El único miembro de la expedición que a estas alturas no tenía que tener miedo hasta de su sombra era el afilador, que recorría el campamento de norte a sur y de sur a norte en su mobylette tocando el chifle tranquilamente y hartándose de hacer negocio, en la seguridad de que era el único tío realmente indispensable. Los cuchillos se afilaban a diario, de tanto usarlos, y, quien más quien menos, dormía con un ojo abierto no fuera esa noche a tocarle a él. Recordemos que, a finales de la anterior entrada, habíamos relatado la muerte de todo un rey, ni más ni menos que del "por la gracia de Dios príncipe de la Tierra Firme y del Mar del Sur y reinos del Pirú", vamos, Fernando de Guzmán, de los Guzmán de toda la vida. Aún a pesar de la continua vigilia necesaria, nos cuenta Pedrarias que:

"...cada noche había muchas menos cosas en el campo porque los indios de aquella provincia era gente atrevida y de noche venían y se entraban donde dormíamos y hurtaron muchas espadas y ropas hasta que se pusieron más centinelas que los espiaban y maltrataban algunos dellos, y no acudían ya tan a menudo"

El afilador, por don Francisco
Como es lógico, la alegre camaradería generada por el liderazgo de Aguirre trajo consigo una cierta escasez de víveres ya que nadie se encontraba con presencia de ánimo suficiente para dar la espalda al resto de la expedición e ir a pescar/cazar/robar requisar alimento. Como consecuencia, cada día morían uno o dos expedicionarios de hambre o enfermedad y eran arrojados al río. Aguirre, por su parte, no solo no se iba mostrando más comedido, sino que el propio terror instaurado le realimentaba para ser cada día más salvaje. En cierta ocasión llamó a varios hombres a su presencia porque "le dolía el estómago" y, según iban llegando, un par de esclavos negros tenían orden de ir dándoles garrote para después colgar los cadáveres de las proas de los navíos con un cartel que decía "Por amotinadores".

El número de episodios salvajes no tiene fin y quedan recogidos con bastante detalle (y tal vez con algo de exageración también) por Pedrarias en su crónica. Podríamos empezar y no parar, pero esto iba a acabar siendo un simple catálogo de garrotes, agujazos, cuchilladas, colgamientos y todo tipo de formas y maneras poco agradables de deshacerse del personal. Sólo por mencionar uno más, en una ocasión un tal Juan López Cerrato fue asaltado por otro soldado al que había ofendido. Cerrato se defendió como pudo y sobrevivió pero, a instancias de Aguirre, el matasanos de la expedición "le echó polvos en las heridas para que muriese y ansí lo hicieron y murió y lo echaron al río". En fin... hasta el maese de campo Martín Pérez llegó a opinar lo siguiente:

"¡Por vida de tal!, que yo no sé con quién quiere el general hacer la guerra si cada día mata a siete o ocho de los que trae consigo!"

Mientras tanto, la expedición seguía descendiendo por el río y la navegación ya se veía afectada por las mareas, de hecho los barcos quedaban varados con cierta frecuencia cuando la marea bajaba. Aguirre, mientras tanto, se entretenía como solía: matando, y también preparando a los hombres para las misiones futuras. Les obligó a ir dejando abandonadas todas sus pertenencias para que, al llegar a Isla Margarita, tuvieran más motivaciones para asaltar y robar. A todo esto estaban ya muy cerca del mar, el río (al lorito, que no digo QUÉ río) se había ensanchado enormemente y era un laberinto de islas, y distintos brazos:

"Y un día invió Aguirre a que con una piragua que llevábamos fuese a ver si era poblada la isla, y un español con otros cuatro mestizos fueron en la piragua y no volvió más ni se pudo saber qué se hizo. unos decían que como era grande el río y muchas las islas, que se desatinaron y no supieron volver; otros decían que, desesperados, se habían quedado entre los indios y, según veníamos, no me maravillo"

Una vez llegados al mar, pusieron rumbo hacia Isla Margarita y nos dice Pedrarias que en ese viaje navegaron 300 leguas en 14 días. Recordemos que Orellana también tardó 14 dias (16 el segundo barco) en hacer esa ruta, en su caso hasta Cubagua, al lado de Margarita, por lo tanto parece que la cosa cuadra: mismo tiempo, misma ruta... sin embargo no parece que esté tan claro. Y diréis ¿cómo no va a estar claro? Si Aguirre comenzó a bajar por el Marañón, sólo pudo salir al mar por la desembocadura del Amazonas ¿dónde se ha visto que un sistema fluvial tenga dos salidas al mar? Hablo de salidas realmente independientes, no de ramas en un delta, claro. Pues...aquí, justo aquí:

Justo entre la chincheta amarilla y la roja fluye el río Casiquiare, también conocido como canal del Casiquiare, un caso único entre los ya de por sí no muy frecuentes casos de captura fluvial. Como podéis ver por los nombrecitos que le he puesto a las chinchetas, el Casiquiare une el Orinoco con el río Negro y, efectivamente, permite navegar desde el Amazonas hasta el Orinoco, por lo que es perfectamente posible ir navegando desde Perú a la desembocadura del Orinoco remontando el río Negro en el camino. Pero claro, una cosa es que sea posible y otra muy distinta que sea probable. A mí me sigue pareciendo rizar el rizo de la casualidad que los marañones decidieran remontar el río Negro, que ignoraran todos sus afluentes, que no son pocos, durante 1.300 km, que escogieran tomar precisamente el Casiquiare, un río único en el mundo, que justo allí decidieran dejar de remontar y empezar a seguir la corriente del Orinoco hasta el mar y que este hecho tan anormal (llegar al mar remontando un río y saliendo por otro) no se explicite en ninguna de las crónicas que nos legaron unos tíos que se admiraban  por cualquier tontería...No parece muy probable, no, pero hay gente que lo defiende con vehemencia y serios argumentos, por ejemplo AQUI.

Margarita, Burburuata y Barquisimeto


En realidad la cosa no cambia mucho, fuera por el Orinoco o por el Amazonas, Aguirre fue sembrando el paisaje de fiambres hasta que llegó a Isla Margarita y, una vez allí, con toda la práctica que había ido cogiendo y nuevas víctimas a su alcance no iba a parar ¿no? Pues no, claro.

Nada más llegar a Margarita, ya en verano de 1561, Aguirre apresó con ciertas artimañas al gobernador Juan de Villandrando y a un par de alcaldes y a continuación sus cuates tomaron la isla dando a sus habitantes un trato manifiestamente mejorable:

"Todo el mundo haga la guerra a fuego y sangre y no me dejen en este pueblo hombre ni mujer que no me maten ni casa que no me quemen y cada uno viva en la ley que quisiere"

Ejemplos de que ese principio se cumplía a rajatabla los hay a cientos. De todas formas, la llegada a la "civilización" también favoreció alguna deserción, como la de un tal Monguía o la de nuestro amigo Pedrarias de Almesto, que se escaqueó junto a un tal Alarcón estando ya la "gente marañona" en tierra firme venezolana, en concreto en la zona de Burburuata, donde llegaron a principios de Septiembre. Aguirre no se anduvo con tonterías ni pérdidas de tiempo: puesto que no aparecían, se llevó a la esposa del alcalde para que éste tuviera algún incentivo en buscarlos y se piró de Burburuata hacia Valencia. Los trincaron, claro, y, una vez llevados ante Aguirre, a Alarcón le hacen cuatro cuartos, como a un cochinillo. Pedrarias es perdonado. ¿Perdonado?¡¿Aguirre perdonando a un traidor?! Me parece que aquí nos hemos perdido algo...

Bueno, tal vez se me haya escapado comentaros el pequeño detalle de que Pedrarias y Elvira, la hija de Aguirre, tenían sus cositas y que ésta ya le había salvado en alguna ocasión de la ira de su padre. Acabáramos...

Las fuerzas leales al rey ya se habían organizado e iban hostigando a los marañones, que se hicieron fuertes en Barquisimeto. Bueno, lo de "hacerse fuertes" es un decir, porque, quien más quien menos, ya pensaba más en salvar su cuello, bien fuera de la ira de Aguirre o de la justicia del rey, que en luchar. El goteo de deserciones era constante. Pedrarias lo dice así:

"... de suerte que andando desta manera nunca se hirió a ninguno de los del rey porque, creo muchos de los de Aguirre no echaban pelotas en los arcabuces porque ya tenían intento de pasarse"

Lo de no echar pelotas no deja de tener su gracia en el doble sentido, dadas las circunstancias.

Finalmente en octubre de 1561, Aguirre se encontró acompañado por tan sólo 20 soldados, rodeado por el enemigo y, supongo, harto de estar harto. Se dirigió lentamente a su hija, Elvira, arcabuz en mano, dispuesto a arrebatar la última de las muchas vidas que segó. La joven se resistió y le quitó el arma a su padre, el Tirano, así que Aguirre, una vez más, hubo de recurrir a la violencia de baja estofa en la que se había hecho un maestro:
"Hija, yo te quiero matar. Por eso, encomiéndate a Dios"
Sacó la daga y acabó con ella a cuchilladas. Tal vez para evitarle ser objeto de la venganza que él mismo merecía, tal vez sencillamente por desesperación... no, seguramente porque estaba como una regadera, no le vayamos a pedir que rija precisamente ahora.

Aguirre murió el 26 de octubre de 1561 de un arcabuzazo disparado por uno de los marañones cuando se disponía a hablar con García de Paredes. Acto seguido le cortaron la cabeza. Elvira fue enterrada en una ermita de Barquisimeto, de lo poco que no había incendiado su padre. El Tirano fue descuartizado y sus cuartos expuestos en los caminos de Barquisimeto, mientras la cabeza se expuso en la picota de Tocuyo. Dudo que ninguna de estas cinco partes fuera enterrada, espero que me permitáis la licencia del primer párrafo de esta entrada.

Concluye Pedrarias su crónica de forma bastante elocuente:

"Luego la gente marañona se comenzaron a ir cada uno por su parte y ansí dio fin la mala y perversa opinión y tiranía deste traidor y hallo por mi cuenta que hoy no hay ninguno de los que entraron y supieron y fueron en consulta de matar al buen gobernador Pedro de Orsúa que haya dellos alguno que se vivo, porque todos murieron de mala muerte y unos a otros se mataron.

Recapitulación y remate (tratándose de Aguirre, mejor remate que conclusión) 


Tenemos muchos cabos sueltos, como dijimos al principio de la anterior entrada y, para felicidad de los que reclaman enlaces del pasado con el presente, hoy hay varios que dejaré apuntados, pero primero vamos con los remates.

Pizarro y Quasimodo
Hemos mencionado la peli de Herzog varias veces. Bien, está basada en un libro de Ramón J. Sender que no he leído, así que mi opinión sobre la película es sólo sobre la película: es un truño de marca mayor. Históricamente no tiene ni pies ni cabeza: mezcla las expediciones de Orellana (por eso salen Pizarro y Carvajal, recordad que dijimos que volvería) y de Aguirre, que además limita al río y, si bien se refleja su crueldad, no llega ni a la suela de los zapatos a lo que fue. Se centra más en el aspecto quasimodesco de Kinski y en reflejar el ambiente opresivo de la jungla y tal...Además es aburrida como ella sola. Hay un plano de casi un minuto de aguas bravas desenfocadas que es para matar a alguien.

Por cierto, Pizarro no tuvo nada que ver con la expedición de Aguirre, por supuesto, pero éste había servido a las órdenes de Pizarro. Y le había traicionado, claro.

Otro punto que hemos mencionado pero no desarrollado es la carta que Aguirre redactó e hizo llegar a Felipe II desde Margarita y que comienza "Rey Felipe, natural español, hijo de Carlos Invencible...". En ella Aguirre se dirige al hombre más poderoso del mundo tuteándole y como a persona de menor edad, que lo era. Lo cierto es que la carta es interesantísima y, en cierto modo, realmente bella. Os sugiero su lectura, por ejemplo AQUI.

Por otra parte, también es interesante estar atento a quién opina qué sobre este personaje y resulta que uno se encuentra ensalzamientos realmente sentidos de Lope de Aguirre por parte de bolivarianos e independentistas vascos. No los enlazaré, pero es sencillo encontrar loas y propuestas de todo tipo, por ejemplo bautizar el avión presidencial de Chavez (antes de que él mismo la diñara, claro) con el nombre de Lope de Aguirre con la sana intención de tocar los eggs. Bien podría ser esta propuesta una broma, pero no sé yo...tal vez por eso haya tantas ganas de demostrar que Aguirre salió al mar por el Orinoco, para hacer aún más venezolana su aventura.

Ahora sí creo que podemos dar por cerrada esta serie de entradas sobre dos famosas expediciones por el Amazonas: Orellana y Aguirre. Ha sido laborioso y tal vez algo pesado, lo lamento, buscaré algo más liviano para próximas entradas, pero creo que ha merecido la pena. Por cierto, una última reflexión: solemos asociar el Amazonas con Brasil y, por tanto, con Portugal, pero lo cierto es que el río enterito estaba en el lado Español del mundo según Tordesillas, de nacimiento a desembocadura.





miércoles, 29 de enero de 2014

Un insensato y un pirado: Orellana y Aguirre (III)

PRIMERA Y SEGUNDA PARTES AQUÍ y AQUÍ

Nos está quedando larguilla esta historia de las amazonas, el Amazonas, la jungla, los manatíes, los monor, el insensato y el pirado, la verdad. Hace honor al río que nos lleva... En fin, no lo alarguemos encima con vaguedades inútiles, vamos directos al temita que tenemos demasiados cabos sueltos y luego alguno se escapa, llega a general y pasa lo que pasa.

Recapitulando, que es gerundio

Orellana, la alegría de la huerta (de la wiki)
En la anterior entrada supimos de cómo fue el descenso de Orellana, Carvajal y sus cuates por el Amazonas, incluso nos enteramos de que Orellana volvió y murió en ese río no mucho después. Sin embargo, de Pizarro nada volvimos a saber desde que encargó/aceptó que Orellana partiese a buscar comida río abajo desde algún punto en la alta Amazonia. Del viaje de Orellana hemos podido dar buena cuenta gracias al relato de Fray Gaspar, del de Pizarro tenemos noticias de primera mano gracias a la relación que él mismo escribió en una carta dirigida al emperador. En ella, Pizarro no solo da cuenta de lo que hizo y de cómo volvió a Quito tras la marcha de Orellana, sino que denuncia la traición en la que, según él, incurrió Orellana dándose el piro y dejándole a él tirado en medio de la selva:

"Y confiado que el capitán Orellana lo haría así como lo decía, porque él era mi Teniente, dije que holgaba que fuese por la comida, y que mirase que viniese dentro de los doce días y por ninguna manera no pasase de las juntas de los ríos, sino que trajese la comida y no curase de más, pues llevaba gente para hacerlo así, y él me dijo que por ninguna manera él había de pasar de lo que yo le decía, y que él vernía con la comida en el término que había dicho. Y con esta confianza que de él tuve le di el bergantín y canoas y los sesenta hombres, porque había nueva que andaban muchos indios en canoas por el río: diciéndole asimismo, que los guías habían dicho que en el principio del despoblado había dos ríos muy grandes, que no se podían hacer puentes, que dejase allí cuatro o cinco canoas para pasar el real; y me prometió de hacerlo así, y así se partió.
Y no mirando a lo que debía al servicio de Vuestra Majestad y a lo que debía de hacer como por mí le había sido dicho, como su Capitán, y al bien del real y jornada, en lugar de traer la comida, se fue por el río sin dejar ningún proveimiento, dejando tan solamente las señales y cortaduras de cómo habían saltado en tierra y estado en las juntas y en otras partes, sin haber parecido ni nueva de él hasta ahora, usando con todo el real de la mayor crueldad que infieles ningunos usaran, viéndole quedar tan desprovisto de comida y metido en tan gran despoblado y entre tan grandes ríos, llevando todos los arcabuces y ballestas y municiones y herrajes de todo el real, y con gran trabajo llegó el real a las juntas donde me había de esperar. Y llegados, como la gente del real viese las juntas y no ser socorridos de la comida, porque se había ido y no había manera de hallar ninguna comida, se puso en gran desmayo, porque había muchos días que todo el real no comía sino cogollos de bihaos y algunos cuescos que hallaba por el suelo que caían de los árboles, con todos los géneros de salvajinas ponzoñosas que podían hallar, porque se habían comido en este despoblado más de mil perros y más de cien caballos, sin otro género de comida alguna, a causa de lo cual mucha gente del real habían adolecido y estaban unos flacos y otros se murieron de hambre, no estando para poder pasar adelante"
Según su relación, Orellana propuso separarse de la expedición e ir a por comida, Pizarro aceptó y ya no volvió a saber de él, de hecho, esta carta está fechada en Quito a 3 de Septiembre de 1542, es decir, que Orellana no había llegado aún a Cubagua, y suponemos que Pizarro le había dado por desaparecido, amortizado y, sobre todo, incapaz de defenderse de acusación alguna. Da la impresión que Gonzalo Pizarro sí que tenía algún motivo para sentirse ligeramente molesto, sobre todo por haber tenido que comer bihaos y cuescos en lugar de degustar manatíes, monos y loros asados, pero no hemos de olvidar que el mejor amigo del hombre no es el perro, sino el chivo, en concreto la subespecie "chivus expiatorius".

Pero hete aquí que Orellana no había muerto en medio del infierno verde (versión amazónica, no renana). No sólo eso, sino que en su huida hacia adelante había transitado y descrito ríos, riberas y ribereños/as de lo más interesante y potencialmente enriquecedores para la corona. Las formas se mantuvieron y Orellana tuvo que responder ante el Consejo de Indias de las acusaciones formuladas por Pizarro el 7 de Junio de 1543, aportando testimonio "de toda la gente, que son tantos en número, así religiosos como seglares, y que eran de los honrados del real".

Se le dio la razón a Orellana e incluso se le autorizó para iniciar otra expedición en la que, como sabemos, acabaría perdiendo la vida. Gonzalo Pizarro acabó también muy malamente y en dos partes, cabeza por un lado y cuerpo por el otro, tras la batalla de Jaquijahuana, pero eso es otra historia...

Lope de Aguirre y los Marañones


NOTA: para contar la expedición de Ursúa y Aguirre vamos a seguir indisimuladamente el texto sobre la misma de Robert Southey, complementado y ampliado ocasionalmente con otros textos originales (Pedrarias de Almesto, Piedrahita, et.al.). Southey fue un poeta inglés de finales del XVIII y ppios del XIX que se aficionó a la historia de España, así que, como dirían los pérfidos albiones: please take this with a grain of salt (otra frasecilla preciosa y cultureta).

Pocas veces nos vamos a encontrar en profundosoconfusos un personaje cuyo careto esté tan fuertemente asociado al del actor que lo interpretó en el cine. Y es que decir Lope de Aguirre y venirnos a la mente la jeta de Klaus Kinski con ese casco tan mono que me llevaba en la peli de Werner Herzog es todo uno. Físicamente no sabemos si se parecían demasiado, pero lo que es cierto de todas, todas es que los dos estaban un poco p'allá; bueno, en el caso de Aguirre parece que estaba directamente como una regadera.

LopeKlaus Kinski Aguirre
Lope de Aguirre era natural de Oñate y para la fecha en que comenzaron los hechos en los que nos vamos a centrar hoy llevaba ya unos cuantos tiros pegados en América. De hecho, en uno de esos tiros le falló el arcabuz y se abrasó ambas manos. Ya no era ningún niño cuando partió como integrante en la expedición de Pedro de Ursúa, en 1560; hasta le había dado tiermpo a ser condenado a muerte dos veces. Obviamente se libró de ambas.

Ursúa era navarro, del valle del Baztán concretamente, y también llevaba un tiempecito por América, donde había destacado en operaciones de "pacificación", o sea, de persecución o castigo de indios, de rebeldes... y de cualquier cosa que se moviera, de hecho. Al menos dejó algo positivo para la historia y es que participó en una acción contra los indios muzos que habían asaltado la recientemente fundada ciudad de Tudela. En esa refriega, algunos mozos muzos mazas se papearon a un fraile que había quedado con los defensores de la ciudad y poco después varios de ellos (de los muzos) sufrieron un episodio agudo de hemorroides que interpretaron como castigo divino por la ingesta eclesial. Como consecuencia lógica, esa tribu abandonó el canibalismo por siempre jamás; para que luego digan que los frailes no consiguieron nada positivo en esa primera fase de la expansión por América. Así lo cuenta Lucas Fernández de Piedrahíta:

"En esta retirada murió mucha gente española a manos del enemigo, y un religioso, que cayó en las de los Nauras, y se lo comieron luego, de que resultó no comer después más carne humana, como nota Herrera en su década octava, por temor del achaque de que se contagiaron los agresores, consiguiendo este sacerdote con su cuerpo muerto desterrar desta nacion un vicio, que con gran dificultad lo consiguiera vivo"
NOTA: La década octava de Herrera a la que se refiere es parte de las "Décadas de Herrera", de título original "Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme del mar Océano que llaman Indias Occidentales", de Antonio de Herrera y Tordesillas. Tengo ese texto (un verdadero tocho) y, aunque he encontrado muchas referencias a los muzos, a Ursúa, a Tudela y al canibalismo, no he sido capaz de encontrar ese episodio concreto. My excuses, confiaremos en Piedrahíta.

Años después, en el muy convulso virreinato del Perú de mediados del XVI, el virrey Andrés Hurtado de Mendoza montó una expedición de alto riesgo con la más que probable intención de librarse de los más peligrosos y enfebrecidos españoles que por allí andaban. Aunque el virrey murió antes de la partida, la expedición se inició comandada por Pedro de Ursúa, que había reclutado expedicionarios en Lima, Trujillo y Chachapoyas, en septiembre de 1560 y resultó lo que tenía que resultar: desde bien al principio fue un sindiós sangriento y salvaje...y a partir de ahí fue empeorando (permítame el señor DeMille el parafraseo). Vamos, tan desde el principio como que antes incluso de partir cayó la primera víctima: Pedro Ramiro, gobernador de Santa Cruz de los Motilones, al que algunos de los expedicionarios no le perdonaron ser eficiente en la preparación del material para la jornada. Le cortaron el cuello entre Francisco Díaz, Diego de Frías y un tal Grijota.

Ya antes de su salida, Ursúa fue advertido por un amigo suyo llamado Pedro de Linasco de que la partida que estaba formando incluía demasiados hombres potencialmente peligrosos, entre los que destacó a Juan Alonso de Lavandera, Cristóbal de Chaves, Lorenzo de Zalduondo... y Lope de Aguirre. Asimismo, le recomendó que no se llevara a su amante, Inés de Atienza, al viaje. Ursúa hizo caso omiso de ambos consejos, total ¿qué problemas podría causar llevar a una bella joven mestiza en una larga expedición por la selva con cientos de hombres endurecidos por años de conquista que, además, eran la crème de la crème del bando de los potenciales traidores? Doña Inés no iba a ser la única mujer de la expedición, Aguirre se llevó a su hija adolescente y a la aya de ésta.

En fin, que Ursúa tenía una "vista" manifiestamente mejorable, pero en lo tocante a preparar la expedición intentó hacerlo con toda la profesionalidad posible. La expedición Pizarro-Orellana le había enseñado que afrontar el viaje a pie iba a ser poco menos que imposible así que decidieron construir dos bergantines y cuatro barcazas en Santa Cruz de Capacoba, río de los Motilones, actual río Huallaga, afluente del Marañón. Nos vamos acercando...

La expedición constaba de 300 españoles y 100 mestizos, de los que un par de grupos menores comandados por García de Arce y Juan de Vargas fueron enviados como avanzadilla antes de que las naves estuvieran terminadas. Como detalle del tipo de disciplina que Ursúa podía esperar de semejante tropa, el tal García de Arce, que era de su máxima confianza, se pasó ya de primeras las órdenes por el forro y, en lugar de avanzar las 20 leguas que le habían pedido, avanzó 200, se dedicó a masacrar indios sin ton ni son y tuvo que esperar 3 meses al grueso de la expedición. Eso el de confianza, imaginaos lo que haría el resto...

Los desastres nunca vienen solos y las naves fabricadas por Ursúa eran tan marineras como un adoquín, así que la impedimenta de la expedición hubo de reducirse drásticamente; por ejemplo, hubieron de liberar más de doscientos caballos que no pudieron ser embarcados y, lo que era casi peor, forzar a sus hombres a abandonar muchas de sus escasas pertenencias. Así partieron el 26 de Septiembre de 1560.

Lo de la madera de la zona y su idoneidad para construir embarcaciones es de traca valenciana, como ya sabemos por expediciones anteriores. A los pocos días de salir, uno de los bergantines estaba más podrido que la piñata de Johnny Rotten, así que fue abandonado. Ocho días después de la partida se encontraron con el amigo Arce y sus cuates, que les estaban esperando.

Ursúa por fin se fue percatando de la clase de tropa tenía bajo su mando e intentó por todos los medios que no se le desmandaran demasiado, pero no llegó a darse cuenta del tipo de trato que semejantes cuasiseres requerían. Por ejemplo: un tal Alonso de Montoya (que rima con pilila) urdió un plan para desertar llevándose con él hombres, canoas y provisiones, a lo que Ursúa respondió arrestándole unos días. Y ya. No pasando mucho tiempo, Montoya (que sigue rimando con pilila) tendría una estupenda oportunidad para agradecerle a Ursúa su magnanimidad.  Por cierto, el segundo bergantín se hundió más pronto que tarde.

Ursúa pasando el doloroso trance de ser asesinado
(de la peli de Saura "El Dorado")
La expedición siguió por unas 700 leguas con el resultado esperado: ni rastro de El Dorado. Los guías portugueses habían mentido como bellacos y los veteranos de Orellana que habían sido incluidos en esta expedición hacía demasiado tiempo que habían pasado por allí como para acordarse. Así que todo fue cada vez más soso y deprimente. Del ambiente de la expedición da idea el hecho de que hasta los dos curas estaban peleados entre sí y Ursúa tuvo que promocionar a uno de ellos, Alonso Henao, al cargo de "Provisor superior, cura y vicario". Una vez promocionado, Henao excomulgó a media expedición por su comportamiento hasta la fecha. Marcando territorio, sí señor.

Como era de esperar, a estas alturas ya estaba preparándose la sedición liderada por...¡Oh, sorpresa! los mismos hombres contra los que Linasco había prevenido a Ursúa: Lavandera, Chaves, Zalduondo y Aguirre, que sostenían que la expedición ya había fracasado del todo y que, ya que estaban, lo mejor era buscarse otra zona de conquista y pillaje al margen de la autorizada. Bueno, eso y que algunos de los hombres miraban a Inés de Atienza con ojos sucios, otra sorpresa. Mientras, Ursúa, que algo de todo esto percibía, estaba seguro de estar seguro gracias al gran número de vascones implicados y a su origen navarro del norte. "Una palabra mía (en vascuence) bastará para salvarnos" debió pensar. Ya.

Aguirre et al. usaron a Fernando de Guzmán, un sevillano algo simple pero de noble origen para revestir su futura rebelión de cierta respetabilidad. A don Fernando, disfrutar de ese papel de tonto útil le costaría la misma vida.

La Nochevieja de 1560 fue el momento escogido; fueron el agradecido Montoya (que vuelve a rimar con pilila) y Chaves los que mataron a Ursúa. En el lío que se montó cayó también Juan de Vargas aunque sorprendentemente, o tal vez no, Inés de Atienza se salvó.

El nuevo Rey


Tan pronto Ursúa estuvo bajo tierra, los rebeldes se repartieron cargos de lo más variopinto, nombrando a Guzmán como su general. Ahora sí, la disciplina se intentó imponer sin miramientos; por ejemplo, hablar bajito estaba castigado con pena de muerte. Imaginaos a todos los barbudos hablando a grito pelado por la jungla, no les fueran a acusar de murmuradores.

Todas las maneras que había apuntado Aguirre en el pasado comenzó a ponerlas por obra ipso facto en cuanto se libró de Ursúa, si bien lo hizo dando lugar al primer culebrón sudamericano, muy anterior a "Betty la fea" y algo más sangriento. Para ir abriendo boca se cepilló a Arce mientras éste pensaba cómo librarse de Lavandera, que también hacía planes para matarle a él mientras competía con Zalduondo por los favores de Inés de Atienza. Para completar el ridículo cuadro de la expedición, Fernando de Guzmán intentó aplacar a Aguirre acordando la boda de su hija Elvira (recordad que iba en la expedición) con su hermano Martín de Guzmán, que estaba en Perú. Zalduondo apoyó a Aguirre en su urdimbre contra Lavandera hasta que Guzmán aceptó que se le eliminase, lo que sucedió el 16 de febrero de 1561. Por supuesto, éstos no fueron los únicos asesinatos que se produjeron, nos limitamos a los más relevantes, aquello fue un baño de sangre a diestro y siniestro.

El siguiente paso en la locura fue iniciar directamente una guerra contra el rey de Castilla y, a la sazón, de la España más grande que conocieron los siglos, levantamiento aceptado por todos los presentes menos tres: Francisco Vázquez, Juan de Cabañas y Juan de Vargas Zapata (es de suponer que no era el mismo Juan de Vargas que hacía ya compañía a Ursúa en su tumba). Puesto que tenían intención de hacerse no sólo con Perú, sino con toda América, Aguirre decidió que debían renunciar a la obediencia a Felipe II y elegir un nuevo rey. Él propuso a Guzmán y, lógicamente, no protestó ni Blas, la cosa no estaba como para jugarse el pescuezo llevando la contraria a semejante espécimen. El siguiente en caer fue Zalduondo, al que se cargaron ante las mismas narices del rey Guzmán y, ya que estaba en faena, Aguirre mandó también pasar a cuchillo a Doña Inés.

A todo esto, los miembros de la expedición que no estaban asesinando o siendo asesinados se dedicaban a construir dos bergantines para continuar el viaje. Entre los muchos acuchillados en estos días estuvo Montoya (que dejó de rimar con pilila), el cura Henao y, por supuesto, el rey Guzmán en persona, asesinado por Juan de Aguirre y Martín Pérez. Era mayo de 1561, Aguirre había pedido el poco seso que le pudiera quedar y yo estoy perdiendo el control del relato con tanta sangre, así que abreviaremos, no sea que aún se escape algún navajazo.

Es más, faltando a mi palabra de hacer esto en tres partes, vamos a tomar aquí un respiro o acabo cogiéndole cariño a don Lope. Dejaremos para la cuarta y, esta vez sí, definitiva parte, el final de Aguirre, su impacto posterior, sus carteos con Felipe II, la polémica sobre el río por el que llegó al mar... ¡Ah! y retomar a nuestro amigo Carvajal, que dijimos que volvería.













lunes, 23 de diciembre de 2013

Un insensato y un pirado: Orellana y Aguirre (II)

PRIMERA PARTE AQUÍ

Por fin vuelve a salir una foto propia en el blog!
Hace solo unos días (¡ejem!) habíamos dejado a nuestro amigo Orellana en algún momento de enero de 1542 acompañado por 57 soldados (y dos curas), rodeado por indios amazónicos afables y colaboradores y reponiéndose de un penoso camino en barcaza y a pinrel de un buen puñado de leguas -unas 270, según la crónica- a lo largo del río Napo o el Putumayo. O tal vez otro, vaya usted a saber, pero vamos, si bajaban por el Napo, seguramente estarían en la zona norte del actual Perú, si lo hicieron por el Putumayo, justo en la frontera entre Perú y Colombia. Sea como fuere, estaban a más de 2.500 km del punto en el que tocarían el mar unos meses después. Eso en línea recta, claro; siguiendo el curso del río, ni os cuento. Por cierto, nota cultureta de mucha utilidad: "En línea recta" refiriéndose a distancias y viajes se dice en inglés "as the crow flies"; no sé si es que el resto de volátiles tienen por costumbre ir dando rodeos...

Astilleros unidos de la Amazonia, S.L.

Una vez solucionado lo básico, Orellana decidió que con el barco que habían llegado hasta allí no podían ir mucho más lejos y puso a sus cuates a construir otro. De forma relativamente sorprendente (reconocedlo, uno no se espera a un grupo de soldados (y dos curas) españoles en el Amazonas organizándose de forma medianamente ordenada), los trabajos de construcción de la nave comenzaron y se desarrollaron con un orden casi prusiano, a pesar de que los allí presentes no dominaban la técnica en absoluto. Juan de Alcántara y Sebastián Rodríguez se presentaron voluntarios para hacer clavos e hicieron 2000 en 20 días, se formaron equipos de leñadores, otros fueron haciendo carbón con el que alimentar los hornos en los que fundirían las herraduras y forjarían los clavos. Los más débiles se encargaban de mover los fuelles... todo un proceso de construcción comilfó pergeñado por 50ytantos barbudos (y dos curas)... Resultado: no era un barco para participar en la copa del America, pero hasta el océano sí que les llevó. En ese periodo fallecieron 7 de los expedicionarios "de la hambre pasada"

Los Españoles construyendo uno de sus bergantines
en la Amazonia (de la wiki)
Fray Gaspar nos cuenta que el día de la Candelaria (2 de febrero) partieron de nuevo, después de haber oido hablar a uno de los lugareños, un tal Aparia, de las "amazonas".  Al poco de estrenar el barco se encontraron con un afluente del río que llevaban, supongamos a partir de ahora que el Napo, que venía bastante crecido, revoltoso y cargado de restos varios que casi les hacen naufragar. De la inmensidad del río (os recuerdo, un afluente del Amazonas en su curso alto, nada que ver con lo que se encontrarían más abajo) da cuenta el hecho de que dos canoas se separaron del barco y estuvieron perdidas entre islas un par de días. Milagrosamente la expedición se reunificó "con grande alegría" según Fray Gaspar.

Poco después llegaron a otro poblado donde "les dieron mucha comida de tortugas y papagayos en abundanciay aún algo después, en otro poblado... "...mucha cantidad de comida, así de tortugas como de manatís y otros pescados, y perdices y gatos y monos asados". Dan ganas de pasarse por la zona solo para disfrutar de sus maravillas culinarias, o sea. Hasta aquí todo parece más o menos controlado, los lugareños amables y colaboradores y no hay rastro de los peligros anunciados, aunque entre mono asado y chuletón de manatí (eso igual está hasta bueno, por cierto) les volvieron a advertir sobre las feroces guerreras amazónicas:

"...y le dijeron que si íbamos a ver los amurianos, que en su lengua los llaman coniupuyara, que quiere decir grandes señoras, que mirásemos lo que hacíamos, que éramos pocos y ellas muchas, que nos matarían."

En la imaginación de los miembros de la expedición se fue formando algo parecido a lo que describe el vídeo (lo siento por los que no seguís la versión web del blog) de la izquierda ¡Muerte por kiki! Puestos a morir...

Por otra parte, Orellana y los suyos le habían cogido ya el gusto al temita de la construcción naval y se pusieron a hacer ooootro bergantín (y van 3) siguiendo el mismo procedimiento y organización ya conocidas. En esta ocasión tardaron 35 días en tenerlo a flote, calafateado y todo. Nos dice Fray Gaspar que pasaron la cuaresma y hasta el domingo de Cuasimodo en aquella zona y el 24 de abril de 1542 partieron de nuevo con los dos barcos.

Esta nueva etapa del descenso del río fue algo más movida. A mediados de mayo, en la zona de Machiparo, los lugareños ya no se mostraron tan amistosos y los dos bergantines fueron atacados por algunas de las tribus ribereñas; de hecho se produjeron los primeros enfrentamientos realmente serios, con 18 heridos de cierta consideración, uno de los cuales acabó palmando, un tal Pedro de Ampudia. En vista de los acontecimientos cargaron toda la comida que pudieron y siguieron río abajo mientras los indios siguieron hostigando, cada vez en mayor número, durante dos días. Dice Fray Gaspar que esa zona estaba bastante poblada y que durante unas 80 leguas las riberas estaban llenas de poblados, por lo que ellos se mantenían lo más centraditos en el cauce del río que podían, sin aproximarse a tierra ni parar.

Por fin el Amazonas

Tras Machiparo entraron en el territorio de Oniguayal, donde tampoco fueron recibidos demasiado amistosamente por los lugareños. Se les hizo huir a ballestazo limpio y se aprovisionaron en uno de los poblados. El domingo después del día de la Ascensión, o sea, unos 40 días y 340 leguas después de haber dejado Aparia, el río por el que bajaban de encontraba con otro:

"Volviendo a la historia, digo que el domingo después de la Ascensión de Nuestro Señor salimos deste dicho pueblo y comenzamos a caminar, y no hubimos andado obra de dos leguas cuando vimos entrar por el río otro río muy poderoso y más grande a la diestra mano: tanto era de grande que a la entrada hacía tres islas, de cabsa de las cuales le pusimos el río de la Trinidad; y en estas juntas de uno y de otro había muchas y muy grandes poblaciones y muy linda tierra y muy fructífera: esto era ya en el señorío y tierra de Omagua"

Las islas de la Trinidad (Google maps)
Acababan de llegar al río que hoy conocemos como Amazonas y que ellos denominaron "de la Trinidad" pero, de momento, ni rastro de las "grandes señoras". Las distancias que describe Carvajal cuadran más con un descenso por el Putumayo que por el Napo, en cuyo caso entraron en el Amazonas junto a San Antonio de Içá y esas que véis a la izquierda son las tres islas que dieron su segundo nombre en castellano al Amazonas. Sí, segundo, en 1500 Vicente Yáñez Pinzón (uno de los hermanos Pinzones, los que eran unos mari..neros) se había adentrado en sus aguas desde su desembocadura y lo había llamado "Santa María de la Mar Dulce".

La zona por la que andaban ahora parecía más poblada y por aborígenes mucho más organizados y avanzados. La prudencia hizo que Orellana decidiera no adentrarse por tierra siguiendo alguno de los caminos bastante principales que vieron, así que los días de navegación fueron continuos. Tras unas cien leguas de rio, en las que en ocasiones este era tan ancho que ya no podían ver las dos orillas, entraron en un nuevo señorío, el de Paguana, en el que los indios eran pacíficos, para variar, y su señor bastante poderoso. Aquí Fray Gaspar nos habla de "ovejas de las del Perú" (llamas) y "peras de Nueva España" (aguacates). Un cachondo el fray...

Siguió la navegación sin gran novedad, alternado poblados hostiles (los más) con alguno amistoso, hasta que el día de la santísima Trinidad (esta la he tenido que mirar: 50 días después de Pascua) se topan con otro gran rio que se incorpora al Amazonas por la siniestra:

"Sábado, víspera de la Santísima Trinidad, el Capitán mandó tomar puerto en un pueblo donde los indios se pusieron en defensa; pero, a pesar de ello, los echamos de sus casas, y aquí nos proveímos de comida y aun se fallaron algunas gallinas. Este mismo día, saliendo de allí, prosiguiendo nuestro viaje, vimos una boca de otro río grande a la mano siniestra, que entraba en el que nosotros navegábamos, el agua del cual era negra como tinta, y por esto le pusimos el nombre de Río Negro, el cual corría tanto y con tanta ferocidad, que en más de veinte leguas hacía raya en la otra agua, sin revolver la una con la otra"

Encuentro de las Aguas, de la wiki. Dejo a la profunda
inteligencia de los lectores determinar cual es el Amazonas
y cual el Negro
En este caso sí que perduró el nombre seleccionado por Orellana y ese afluente del Amazonas sigue siendo conocido como Rio Negro. El espectáculo de la unión de las aguas negras y pardas dura una jartá de kilómetros y se puede  apreciar perfectamente en Google Earth. Por cierto, las gallinas se fallaron, es decir: hallaron, encontraron. Ya estamos con la leyenda negra...

Al poco de aquello volvieron a recibir noticias de las fieras guerreras de las que ya les habían hablado. En un poblado bastante grande les dijeron que eran vasallos de las amazonas, a las que proveían de plumas de papagayo. Enormes mujeres desnudas... plumas de papagayo... ¿pero esto qué es?

El 7 de Junio, víspera del Corpus tuvieron un nuevo encontronazo con los indios que llegaron a asaltar los bergantines. No se puede decir que la marcha fuera aburrida, pero sí monótona: leguas y leguas de un río enorme, con algún afluente por acá o acullá, con numerosos poblados de indios hostiles, algunos no tan hostiles, diversas noticias de las mujeres guerreras y ningún rastro de ellas. En algún poblado no hacía falta ser muy listo para colegir que los indios no tenían demasiadas buenas pulgas:

"En este pueblo había siete picotas que nosotros vimos que estaban en trechos por el pueblo, y en las picotas clavadas muchas cabezas de muertos, a cuya cabsa le pusimos a esta provincia por nombre la Provincia de las Picotas, que duraba por el río abajo setenta leguas. Bajaban deste pueblo al río caminos hechos a manos, y de una parte y de otra sembrados árboles de fruta, por donde parecía ser gran señor el desta tierra"

Así, como diciendo...bien es cierto que Orellana tampoco se anduvo con chiquitas:

"Visto el Capitán que no se querían rendir y que nos habían hecho daño y herido algunos de nuestros compañeros, mandó poner fuego a las casas donde estaban los indios, y así salieron de ellas y huyeron y hubo lugar de recoger comida"
Sucedió, sin embargo, un hecho reseñable y es que, por primera vez en muchísimo tiempo, recibieron noticia de la presencia por la zona de hombres blancos. De hecho, de hombres y de mujeres:

"Se tomó en este pueblo una india de mucha razón, y dijo que cerca de aquí y la tierra adentro estaban muchos cristianos como nosotros y los tenía un señor que los había traído el río abajo; y nos dijo que entre ellos había dos mujeres blancas, y que otros tenían indias y hijos en ellas: éstos son los que se perdieron de Diego de Ordas, a lo que se cree, por las señas que daban, que era a la banda del Norte"

El tal Diego de Ordaz u Ordás  fue otro de los tantísimos adelantados desconocidos hoy en día, que dieron vueltas y más vueltas por América en la primera mitad del siglo XVI. Tal vez repesquemos su nombre algún día, así que no nos extenderemos mucho ahora en sus fazañas. Según parece en uno de sus garbeos perdió un barco, comandado por un tal Juan Cornejo, por la zona en cuestión. Si los blanquitos que le mencionaron a Orellana tenían o no que ver con Cornejo no se sabe, entre otras cosas, porque Orellana decidió que sí, que vale, que serían cristianos y tal, pero que no estaban ellos en condiciones de ayudarles demasiado, así que pasaron del temita.

Y, por fin, las amazonas


Hacia finales de Junio vuelven a tener noticias de las Amazonas, en este caso muchísimo más directas:

"...nos salieron a recibir al camino por el agua, con buena intención, y como llegaron cerca del Capitán, quisiera traerlos de paz, y así los comenzó a hablar y llamar; pero ellos se rieron y hacían burla de nosotros e se nos acercaban y decían que anduviésemos y que allí abajo nos aguardaban, y que allí nos habían de tomar a todos y llevar a las Amazonas. El Capitán, enojado de la soberbia de los indios, mandó que les tirasen con las ballestas y arcabuces, por que pensasen y supiesen que teníamos con qué los ofender; y así, se les hizo daño... "

Esta fotillo me supondrá unas cuantas visitas no
muy interesadas en Orellana, supongo.
Hombre, hay que comprender que Orellana y sus cuates llevaban unos seis meses en una situación manifiestamente mejorable, pasando calamidades sin fin y que tenían que estar de selva, de río, de mosquitos y de indios hasta las mismísimas gónadas, pero hasta un activo beligerante contra la falsisísima leyenda negra como yo tiene que reconocer que no son formas. Lo que me recuerda un pequeño trauma de infancia cuando escamoteé un "Interviu" (Nov'80, Norma Duval en la portada) vaya Vd. a saber de dónde y me embaulé la lectura completa, con fotos y todo, del reportaje sobre "Holocausto Caníbal". En fin, no nos metamos en temas psicopersonales... A lo que íbamos, no sabemos si estos indios concretos ya eran agresivos antes de que los tirotearan, pero después se dieron al flecheo como si no hubiera mañana, de resultas de lo cual cinco expedicionarios resultaron heridos, entre ellos nuestro Fray Gaspar. Afortunadamente, como él mismo dice, los hábitos le salvaron y pudo seguir tomando nota de lo que pasó y nosotros leyéndolo. Pues bien, queridos y amables lectores, a esta altura del relato ¡por fin aparecen las amazonas!

"Han de saber que ellos son sujetos y tributarios de las Amazonas, y sabida nuestra venida, les van a pedir socorro y vinieron hasta diez o doce, que éstas vimos nosotros, que andaban peleando delante de todos los indios como capitanas, y peleaban ellas tan animosamente que los indios no osaban volver las espaldas, y al que las volvía delante de nosotros le mataban a palos, y esta es la cabsa por donde los indios se defendían tanto. Estas mujeres son muy blancas y altas, y tienen muy largo el cabello y entrenzado y revuelto a la cabeza, y son muy membrudas y andan desnudas en cueros tapadas sus vergüenzas, con sus arcos y flechas en las manos, haciendo tanta guerra como diez indios; y en verdad que hubo mujer de éstas que metió un palmo de flecha por uno de los bergantines, y otras que menos, que parecían nuestros bergantines puerco espín"

Acongojante ¿no? Orellana mandó centrar los disparos en las impresionantes mujeronas y cayeron 8 o 9, lo que hizo bajar algo el ardor guerrero de los indios y la expedición aprovechó para poner pies en polvorosa. A estas alturas, según Fray Gaspar, llevaban andadas/navegadas 1400 leguas "antes de más que de menos" desde que se separaron de Pizarro (por cierto: trankis, que volveremos a hablar de él).

Fray Gaspar volvió a ser herido en otra escaramuza unos días después: recibió un flechazo en un ojo y pasó a engrosar el pelotón de los tuertos, junto con el mismo Orellana. Bastante más abajo, ya fuera de la que ellos habían denominado provincia  de San Juan, por fin pudieron darse algo de descanso e interrogar a un indio que habían tomado preso en la escaramuza. De él proviene la mayor parte de la información sobre las Amazonas: que vivían en poblados con casas de piedra siete jornadas tierra adentro, que no "estaban casadas" pero que sí parían, para conseguir lo cual usaban la técnica de la razzia y el secuestro (vamos, la muerte por kiki), que a los hijos varones los mataban y que la jefa de todas ellas se llamaba Coñori.

En serio.

Os lo juro.

Coñori.

A partir de aquí, de nuevo navegación rutinaria: que si hambre, que si asaltos para conseguir provisiones, que si indios hostiles, un accidente en que casi pierden uno de los dos bergantines, una parada de 18 días para repararlo... así hasta el 26 de agosto en que llegan al mar. Recordemos que van sin piloto, sin cartas, sin brújula y sin GPS. Aún así, el 9 y el 11 de septiembre de 1542 llegaban por separado los dos bergantines a Nueva Cádiz, en la isla de Cubagua, actual Venezuela.

Y de toda esta película lo que quedó fue que el rio Santa María de la mar dulce, posterior río de la Trinidad, pasó a la historia como rio de las Amazonas, recordando las legendarias mujeres guerreras de la mitología helénica.

Orellana no es que fuera demasiado bien considerado en su época, como veremos en el siguiente y último capítulo de esta entrada múltiple. Valga como ejemplo lo que de él y de las Amazonas dijo Francisco Gómez de Gómara:

"Entre los disparates que dijo fue afirmar que había en este río amazonas, con quien él  y sus compañeros pelearan. Que las mujeres anden allí con armas y peleen no es mucho, pues en Paria, que no es muy lejos, y en otras muchas partes de Indias lo acostumbraban; ni creo que ninguna mujer se corte o queme la teta derecha para tirar al arco, pues con ella lo tiran muy bien, ni creo que maten o destierren  sus propios hijos, ni que vivan sin maridos, siendo lujuriuosísimas"

Sea como fuere, Orellana volvió a la corte a contar lo sucedido y en cuanto pudo organizó otra expedición al Amazonas. La expedición fue un absoluto desastre y Orellana la palmó en ella en 1546. Para su desgracia, probablemente por una flecha envenenada, no por kiki.

Carvajal no volvió al Amazonas y murió en Perú a la avanzada edad de 84 años, sin embargo le volveremos a ver con nuestros propios ojitos unos 20 años después en los mismos parajes en compañía de otro famosísimo navegante del Amazonas, tal vez el más famoso. Cosas del cine...














domingo, 24 de noviembre de 2013

Un insensato y un pirado: Orellana y Aguirre (I)

Goleta "América". De la Wiki
Hace unas semanas se dio uno de esos acontecimientos de los que algún día se hará una película con las estrellas de Hollywood de turno al timón, nunca mejor dicho. Me refiero a la remontada (qué digo remontada, eso fue más bien una escalada en toda regla) que el Club de Yates Golden Gate realizó ante el Real Escuadrón de Yates de Nueva Zelanda en la final de una de las competiciones deportivas más antiguas y con más impacto económico del mundo: la Copa América (o "del América"). Esta competición tiene su origen en la Exposición Universal de Londres de 1851. Para entretener a la parroquia, a alguien se le ocurrió programar una regata de yates alrededor de la isla de Wight, al sur de Inglaterra, frente a Southampton (pronúnciese "Sauzjámpton"). El primer vencedor fue la goleta America, que le daría nombre a la competición ya que su capitán sugirió al Club de Yates de Nueva York que se institucionalizara la regata. El mencionado club de yates neoyorkino organizaría y ganaría las 24 ediciones siguientes de la Copa, hasta que en 1983, por primera vez, un aspirante, el Real Club de Yates de Perth, se llevó la copa y la siguiente edición de la regata a Australia. Yates, goletas, catamaranes, barcos, barquitos... todos ellos construidos para la competición o el disfrute con las más modernas técnicas y materiales disponibles en cada momento y sin reparar en gastos. El "estado del arte" que diría algún traductor avezado. No es por quitarle mérito al asunto, nada más lejos de mi intención, sobre todo cuando aún tengo frescas en la memoria las impresionantes imágenes  de las recientes regatas y esos peaso catamaranes elevados sobre una fina ala-orza (por favor, algún técnico que me diga la palabra exacta), pero... así cualquiera. Más mérito tiene construir un barco en medio de la selva, después de haber cruzado una cordillera del siete, con el maderamen que tengas a mano y usando herraduras de caballo (que previamente te has zampado) para forjar clavos. Eso sí que era la "Copa de América". Ah, ya puestos, coges el barco y te lanzas corriente abajo por un río desconocido que no sabes donde acaba. Ya, si eso, al final organizas una regata... Pues todo eso lo hizo un insensato, como tantos otros conquistadores, llamado Francisco de Orellana, natural de Trujillo.

El clan de los Trujillanos

Trujillo fue el lugar de nacimiento de un número increíble de personajes relacionados con la historia de España en América (nunca me gustó eso de "conquistadores"), pero sin duda, una familia destaca sobre las demás: los Pizarro (Francisco, Hernando, Juan y Gonzalo). Si, amiguitos, generalmente cuando hablamos de Pizarro, a secas, en realidad estamos refiriéndonos a Francisco Pizarro González, fundador de Lima, pero hubo más Pizarros, hijos de distintas (3) madres, y todos hicieron algo por lo que ser recordados...

Gonzalo Pizarro era medio hermano de Francisco por parte de padre, obviamente, le acompañó en varios de los garbeos que don Francisco se dio por América del Sur y acabó siendo nombrado por su hermano gobernador de Quito. Al poco de hacerse cargo del chiringo, Gonzalo montó una expedición en busca del país de la canela y de El Dorado. Para tal empresa, don Gonzalo acabó confiando en otro trujillano de pro, que bien pudo haber sido compañero de juegos suyo en la niñez, ya que tenían prácticamente las misma edad: Francisco de Orellana. ¡Vaya! ¡Qué  casualidad! Dos paisanos de la misma edad unidos en sus devaneos americanos... pues... no, en realidad son tres paisanos. En efecto, a los antedichos se unió Fray Gaspar de Carvajal, también trujillano y solo algo mayor que Pizarro y Orellana, en calidad entre otras cosas de cronista, y ya sabéis la mucha estima que les tengo a los que me dan el trabajo casi hecho...

Mapa antiguo de la zona de Quito (¿Os he dicho que me encantan
los mapas antiguos?). Si abrís este a tamaño completo, se mencionan
 bastantes de los puntos por los que pasó Orellana
Allá por 1538 Orellana estaba de gobernador en Santiago de Guayaquil, ciudad que había prácticamente refundado tras que hubiera sido atacada por los aborígenes. A finales de 1539 Gonzalo Pizarro es nombrado gobernador de Quito y de inmediato monta la expedición que antes os comenté. Orellana ve enseguida la oportunidad de pillar cacho y se entrevista con G. Pizarro ofreciéndose para participar en la expedición. A cambio de 40.000 pesos de oro y veintitrés tíos, Orellana entra en la expedición, nada menos que como Teniente General de la misma. A continuación marchó de vuelta a Guayaquil en busca de sus cuates y para dejar sus asuntos en orden. Cuando regresó a Quito se encontró con la sorpresa de que Pizarro había partido ya, los trujillanos no parecían ser de mucho marear la perdiz y partieron casi de inmediato. Es de suponer que Orellana agarraría un mosqueo de cierta importancia al encontrarse con el percal pero, como es lógico, no se dejó amedrentar y salió al punto tras la estela de Pizarro. Por si no lo habíais pillado, tiene toda la pinta de que Pizarro se fiaba de Orellana ná y menos (si bien esta desconfianza no le había impedido aceptar la aportación económica pactada).

En realidad, cuatro décadas escasas depués del primer viaje de Colón, América estaba ya plagada de rencillas, envidias e inquinas entre las diversas cuadras de adelantados. La cosa, como no podía ser de otra manera, acabaría como el rosario de la Aurora, pero esa es historia para otro capítulo...

La expedición de Pizarro no era precisamente pequeña, contaba con casi 200 soldados y más de 3000 indios. Por contra, Orellana salió en su busca con 23 hombres, entre ellos fray Gaspar, que cuenta que en las jornadas que tardaron en encontrarse con don Gonzalo lo perdieron prácticamente todo:

"...y se determinó de pasar adelante y lo seguir, aunque los vecinos de la tierra se le estorbaban por haber de pasar por tierra muy belicosa y fragosa y que temían lo matasen, como habían hecho a otros que habían ido con muy gran copia de gente; pero no obstante esto, por servir a Su Majestad, determinó con todo este riesgo de seguir tras el dicho Gobernador; y así, padeciendo muchos trabajos, así de hambres como de guerras que los indios le daban, que por no llevar más de veinte y tres hombres muchas veces lo ponían en tanto aprieto que pensaron ser perdidos y muertos en manos de ellos, y con este trabajo, caminó xxxx leguas desde el Quito, en el término de las cuales perdió cuanto llevaba, de manera que cuando alcanzó al dicho Gonzalo Pizarro no llevaba sino una espada y una rodela"
Divisiones administrativas en América del Sur (Wiki)
Bueno, pues ya tenemos a los aproximadamente 223 soldados españoles y más de 3000 indios reunidos en algún lugar del actual Ecuador -probablemente en la zona próxima al Parque Nacional Sumaco Galeras- dispuestos a iniciar las etapas realmente complicadas en busca del Dorado, o la canela, o así...

Gonzalo Pizarro decide entonces salir por su cuenta con un "pequeño" grupo de soldados (se llevó a unos 80) en busca del país de la canela y deja al cargo del campamento a Orellana. A estas alturas la desconfianza de Pizarro hacia Orellana era más que evidente... Carvajal no aporta demasiada info sobre el recorrido de esta expedición de Pizarro:

"Después que el dicho Capitán llegó al dicho Gonzalo Pizarro, que era gobernador, fue en persona a descubrir la canela, y no halló tierra ni disposición donde a Su Majestad pudiese hacer servicio, y así determinó de pasar adelante"

Y ya. Con esas tres líneas despacha Carvajal lo que según algunas fuentes fueron unos dos meses de deambular hacia el norte desde la posición en la que se encontraban, llegando incluso a adentrarse en la actual Colombia. Pa ná. Uno de los posibles motivos de esta falta de datos es que Gonzalo Pizarro se hubiera salido de Nueva Castilla, que era el territorio asignado a su hermano Francisco, y que terminaba en los 01º20'N, justo por donde andaban nuestros cuates.

Meandros activos y abandonados de un afluente
 del Putumayo. Más tieso que una vela.
De nuevo reunidos Pizarro y Orellana, Orellana y Pizarro, éste último decide lanzarse, a pesar de diversas opiniones en contra, "por el río abajo a descubrir"... y para allá que se van, en principio andandito por la orilla del río. La pregunta obvia es: "ya, pero... ¿de qué río?", Pues veréis, como casi no hay ríos en la cuenca amazónica y, además, sus cauces son taaaaaaaaaan rectilíneos, no es tan sencillo saber exactamente en qué punto decidieron seguir por el río y cual era ese río. El consenso general es que descendió por el río Napo, a orillas del cual está la ciudad Puerto Francisco de Orellana, aún en Ecuador. Sin embargo, hay quien opina que el descenso comenzó más al norte y fue por el Putumayo, frontera natural entre Colombia, Ecuador y Perú (por ejemplo, aquí). Fuera cual fuera, el río es un peaso río, según Carvajal de hasta media legua de ancho (en realidad se queda más o menos en la mitad: 1 km, que ya está bien). La expedición siguió su curso a pie unas veinte leguas, hasta llegar a un poblado. El viaje a pie era tan penoso que Pizarro, de nuevo con la opinión en contra de Orellana, decide que se construya un barco, primero para cruzar el río y segundo para seguir su curso. A pesar de haberse opuesto al asunto de fundar la primera fuerza naval amazónica, al final fue Orellana el que comandó la construcción del barco. Madera no les faltaba, así que se las apañaron para hacer un barquichuelo que les sirviera para llevar a a algunos enfermos y parte de la carga pesada de forma más cómoda. Así bajaron otras 50 leguas por el río, pero las cosas no fueron a mejor, más bien bastante a peor. Si... la situación era manifiestamente mejorable. En ese momento, Carvajal nos cuenta que Orellana toma la decisión de:

"... (Orellana) determinaba de dejar lo poco que allí tenía y seguir el río abajo, y que si la ventura le favoreciese en que cerca hallase poblado y comida con que todos se pudiesen remediar, que él se lo haría saber, y que si viese que se tardaba, que no hiciese cuenta del, y que, entre tanto, que se retrajese atrás donde hubiese comida, y que allí le esperase tres o cuatro días, o el tiempo que le pareciese, y que si no viniese, que no hiciese cuenta del..."

Indios de la zona del Putumayo (de aquí) ¿Serían estas las amazonas?
Y aquí es donde Orellana, con 57 soldados, se separa de Pizarro y sigue su camino río abajo en el barquichuelo y unas cuantas canoas indias. Como después veremos, esta separación no fue contemplada de idéntica forma por Pizarro. Nosotros, hoy, seguiremos a Orellana y Carvajal, tengo curiosidad por saber a donde llegan... Por desgracia, la situación era, también, manifiestamente empeorable y no encontraron nada que llevarse a la boca en más de doscientas leguas. El río iba recibiendo más y más afluentes, sobre todo desde el sur y los (supongo) 59 miembros de la expedición se dedicaron al consabido remedio de comer cuero, madera, suelas de zapatos cocidas, hierbajos... muchos hombres enfermaron, pero fueron sobreviviendo. En medio de la desesperación, el día 8 de enero de 1542 oyeron tambores o similares. Al día siguiente, en efecto, vieron varias canoas repletas de aborígenes que huyeron al verlos. Los siguieron y llegaron a un poblado. No me resisto a poner las órdenes de Orellana ante el desembarco:

"...el Capitán mandó que con muy gran orden saltasen todos en tierra y que todos mirasen por uno y uno por todos, y que ninguno se desmandase y como buenos mirasen lo que tenían entre manos, y que cada uno hiciese lo que era obligado..."
¿Eh?¿Qué me decís? Órdenes claras, concisas y válidas en cualquier circunstancia. Esos indios en concreto resultaron amistosos y no solo suministraron viandas a los famélicos soldados, sino que llamaron a los diferentes caciques locales, ante los que Orellana se presentó, les dijo que íbamos en son de paz, que tomaba posesión de esas tierras en nombre del emperador y tal... en fin, lo normal.

Aprovechando este remanso de tranquilidad en la accidentada expedición, Orellana decide construir un barco de más porte para seguir la navegación y nosotros vamos a aprovechar para hacer un receso en la narración antes de enfrentarnos al resto del descenso del río, a las opiniones enfrentadas entre Orellana y Pizarro y al segundo y tal vez más famoso navegante español del Amazonas, además de intentar averiguar por qué se llama Amazonas...