sábado, 29 de diciembre de 2012

Buscando una leyenda inventada: Vázquez de Coronado

En 1912, Henry Walton Jones, Jr. estaba participando con sus compañeros escultistas en una excursión a caballo por una zona semidesértica del estado de Utah, cuando descubrieron a unos tipos de aspecto sospechoso merodeando en una cueva al pie de una de las "mesas" de la zona. Haciendo gala de la audacia que terminaría por hacerle famoso, Henry se interna en la cueva y descubre que los tipejos son en realidad saqueadores de tesoros que han encontrado una valiosa pieza que se sospechaba enterrada por la zona. Ni corto ni perezoso se hace con ella y, tras diversas peripecias, consigue llegar a su casa, donde enseña la pieza a su padre, un reputado experto en literatura medieval que tiene como hobby la investigación sobre el santo Grial. No será necesario añadir que el mote cariñoso de Henry es "Indiana" para que reconozcáis en este párrafo el prólogo de la tercera entrega de las aventuras de Indiana Jones ("Indiana Jones y la última cruzada") en el que Indy adquiere en pocos minutos tres de sus características más icónicas: el látigo, el sombrero y el odio a las serpientes. La pieza que Indy posee durante tan breve tiempo (con los años remediará ese mal sabor de boca) no es otra que la "Cruz de Coronado", joya que toma su nombre del conquistador Francisco Vázquez de Coronado y Luján

La trilogía de Indiana Jones (lo siento, no considero a la cuarta entrega merecedora ni de estar en el mismo disco duro que las tres primeras) es sumamente entretenida, aunque el nivel de "En busca del Arca Perdida" no lo alcanzan ni de lejos sus hermanas, pero no se esfuerza en ser del todo precisa en sus datos históricos. No existió tal cosa como la cruz de Coronado y éste no pasó por Utah, pero Francisco Vázquez de Coronado merece una de las páginas de oro de la historia de las expediciones... fallidas, en este caso.



La semilla de la leyenda


Los relatos de las peripecias de Cabeza de Vaca calaron rápidamente entre los potenciales nuevos conquistadores, seguros de encontrar más al norte riquezas comparables a las que habían hallado Cortés y Pizarro, por ejemplo. Cabeza de Vaca no dijo que hubiera visto ninguna de las ciudades legendarias que se esperaba encontrar, pero sí que los indios le habían hablado de grandes riquezas. Bastó eso para que Antonio de Mendoza, primer Virrey de Nueva España, enviara una expedición hacia el norte. Al frente estaba el franciscano Marcos de Niza, pero el que llevó el peso de la expedición fue Estebanico, el esclavo supuestamente bereber que había compartido escapada con Cabeza de Vaca. No parece estar claro si el fraile era francés o italiano, pero vista la jeta granítica que demostró, las dudas se disipan (gabacho, fijo). En efecto, fray Marcos envió por delante a Estebanico a abrir camino mientras él asentaba la retaguardia (su retaguardia) en una cómoda aldea del norte de Méjico. Estebanico mandó un par de mensajeros con noticias confusas pero esperanzadoras sobre las riquezas que podían encontrar más al norte y después encontró la muerte a manos de una de las tribus que habitaban el actual Nuevo Méjico. Hay que comprender que Estebanico era esclavo y supongo que esperaba vivir bastante mejor colaborando con exploradores que deslomándose en alguna plantación, así que le interesaba mantener vivo el interés. Fray Marcos no sólo picó sino que amplificó el engaño y volvió al Virrey con la historieta de que había visto Cíbola, que debía ser la más pequeña de las siete ciudades legendarias. Fray Marcos juró que decía verdad y el cuento coló, plantando la semilla que tuvo a cientos de españoles dando vueltas por el agreste sur de los actuales EEUU durante años.



Coronado Parte hacia el Norte


Tanto me gusta este cuadro de Remington  que lo vuelvo a utilizar,
esta vez con más propiedad.
Así las cosas, se formó una expedición con financiación privada para partir en busca de las riquezas del norte. Coronado, por ejemplo, hipotecó la encomienda de Tlapa, que le pertenecía por razón de su matrimonio con Beatriz de Estrada, ya que la encomienda fue la dote en el matrimonio. El encomendero original había sido Alonso de Estrada, padre de Beatriz. Nótese que, al menos entonces, los españoles sí que estaban dispuestos a arriesgar sus bienes y haciendas (nunca mejor dicho) para financiar empresas con cierto riesgo. ¿En qué momento se jodió el Perú? digooo...¿en qué momento de nuestra historia nos adocenamos los españoles?

Coronado partió hacia el norte enfrentándose al peligro, pero difícilmente se puede decir que fuera solo, ya que le acompañaban, aparte de 339 soldados y más de quinientos caballos, más de mil indios, muchos de ellos con sus familias. Sin duda esta expedición se organizó de forma sumamente profesional y su partida fue todo un acontecimiento en Compostela, capital de Nueva Galicia, en Febrero de 1540. Fray Marcos de Niza también era de la partida, en condición de guía, o así.

Dejando atrás Compostela, los expedicionarios de dirigieron hacia Culiacán, último asentamiento español antes de adentrarse en terreno casi inexplorado hacia el Noroeste. Mientras tanto, desde Acapulco salió una parte naval de la expedición, comandada por Fernando de Alarcón. Esta pequeña armada iba cargada de pertrechos y tenía la intención de subir por la costa del Pacífico y de encontrarse en algún momento con el grueso terrestre de la expedición. Alarcón Navegó hacia el norte por el Golfo de California y, cuando encontró la desembocadura del rio Colorado lo remontó en botes hasta la confluencia con el rio Gila, unos 160 km tierra adentro. Ese punto, cerca de la actual Yuma, está en el interior de los EEUU, así que Alarcón bien pudo ser el primer europeo en poner el pie en California ya que en esa zona se encuentra la frontera entre California y Arizona. Alarcón enterró allí unas cartas para Coronado, según era costumbre cuando dos partes de un ejército no eran capaces de encontrarse en la zona acordada. Pues bien, como luego veremos ¡fueron encontradas!

Mientras tanto, Coronado seguía guiando al grueso de la expedición de manera bastante profesional, mandando avanzadillas y controlando de forma más o menos eficiente el ánimo de su tropa durante el avance por tierras tan áridas. Durante prácticamente dos meses se movieron por terrenos agrestes, escarpados y de difícil tránsito, cruzando el rio Gila y el Colorado Pequeño, que ellos llamaron río Bermejo (Río Rojo, Río Colorado, Río Bermejo...vais siguiendo el temita ¿no?):

"...y llegado a chichilticale principio del despoblado y no bio cosa buena no dexo de sentir alguna tristesa porque aunque la notiçia de lo de adelante era grande no auia quien lo ubiese uisto sino los indios quefueron con el negro que ya los auian tomado en algunas mentiras por todos se sintio mucho ber que la fama de chichilticale se, resumía en una casa sin cubierta aruynada puesto que pareçia en otro tiempo aber sido casa fuerte en tiempo que fue poblada y bien se cobnoçia ser hecha por gentes estrangeras puliticas y guerras benidas de lejos era esta casa de tierra bermeja desde alli prosiguieron el despoblado y llegaron en quinse dias a ocho leguas de çibola a un río que por yr el agua turbia y bermeja le llamaron el río bermejo en este río se hallaron barbos como en españa a qui fue adonde se bieron los primeros indios de aquella tierra..." (Relación de la Jornada de Cíbola, de Pedro Castañeda de Nájera, miembro de la expedición)

A estas alturas Fray Marcos de Niza debía llevar algunos días tentándose la ropa, porque quien más quien menos ya le iba mirando con intenciones aviesas por haberles metido en semejante lío, pero la cosa se pondría peor cuando llegaron a la prometida Cíbola:

"otro día bien en orden entraron por la tierra poblada y como bieron el primer pueblo que fue çibola fueron tantas las maldiciones que algunos hecharon a fray marcos quales dios no permita le comprehendan.
el es un pueblo pequeño aristado y apeñuscado que de lejos ay estancias en la nueua españa que tienen mejor aparençia es pueblo de hasta, doçientos hombres de guerra de tres y de quatro altos y las casas chicas y poco espaciosas no tienen patios un patio sirue a un barrio ania se juntado alli la gente de la comarca porque es una provincia de siete pueblos donde ay otros harto mayores y mas fuertes pueblos que no çibola"


Afortunadamente para todos, Fray Marcos puso pies en polvorosa y evitó algún más que seguro "accidente":

"Luego como fue llegado en la uilla de señora melchior dias y Juan gallego se publico la partida del campo para cibola y como auia de quedar en aquella uilla melchior dias por capitan con ochenta honbres y como juan gallego yba con mensaje para la nueba espaiia a el bisorey y llebaba en su compaí-iia a fray marcos que no se tubo por seguro quedar en cibola biendo que quia salido su relaçion falsa en todo porque ni se hallaron los reynos que deçia ni ciudades populosas ni riquesas de oro ni pedreria rica que se publico ni brocados ni otras cosas que se dixeron por los pulpitos"

Coronado siguió gestionando la expedición con con criterio, dejando pequeñas guarniciones en alguno de los poblados, mandando avanzadillas, enviando mensajeros de vuelta al virrey...Cierto es que alguna de las guarniciones no mostró un comportamiento demasiado civilizado por estar compuestas por "la gente de menos estofa y asi nunca dexo de aber de alli adelante motines y contrastes", pero por otro lado hubo descubrimientos de un valor incalculable (hoy). Poco después de pasar Cíbola, Coronado contactó por primera vez con los Pueblo de Acoma, por donde años después pasarían Zaldívar y Oñate.

En una de estas subexpediciones, el sargento Melchor Díaz fue enviado en busca de los dos barcos que comandaba Alarcón y que debían aprovisionarles:

"a un gran rio que ba por aquella tierra lo nóbran el rio del tison es poderoso rio y tiene de boca mas de dos leguas por alli tenia media legua de trabesia alli toma lengua el capita como los nabios auian estado tres jornadas de alli por bajo hacia la mar y llegados adonde los nabios estubieron que era mas de quinçe leguas el rio arriba de la boca del puerto y hallaron en Un arbol escripto aqui llego alarcon a el pie de este arbol ay cartas sacaronse las cartas y por ellas bieron el tiempo que estubieron aguardando nuebas de el campo y como alarcon auia dado la buelta desde alli para la nueba espaia con los nabios porque no podia correr adelante porque aquella mar era ancó que tornaba a bolber sobre la isla del marques que diçen California y dieron relaçion como la California no era isla sino punto de tierra firme de la buelta de aquel ancon"

¡Toma ya! No me digáis que no es abracadabrante que en semejante extensión vacía, sin conocimiento previo de la orografía, cuatro matados y mugrosos soldados españoles fueran capaces de encontrar, a estima, el punto al que Alarcón llegó. El sistema de geoposicionamiento europeo no debería llamarse Galileo sino CAD (Coronado-Alarcón-Díaz). En esas cartas Alarcón ya daba noticia de que la supuesta isla del Marqués no era tal isla, sino la Península de baja California. Otro hito más en la expedición. Oro no encontraron, pero hallazgos históricos llevamos unos cuantos y aún queda el mayor de todos... Por cierto, Díaz tuvo una muerte de lo más tonto tras herirse con su propia lanza cuando intentaba librarse de un perro.

El río del Tizón que el cronista mencionaba es el actual río Colorado, del que habían recibido noticias por los indios de la zona. En un momento dado, Coronado mandó una patrulla de doce hombres al mando de García López de Cárdenas a buscarlo:

"...como ubieron andado ueinte jornadas llegaron a las barrancas del rio que puestos a el bado de ellas parecia al otro bordo que auia mas de tres o quatro leguas por el ayre esta tierra era alta y llena de pinales bajos y encorbados frigidissima debajo del norte que con ser en tiempo caliente no se podia biuir de frio en esta barranca estubieron tres dias buscando la bajada para el rio que parecia de lo alto tendria una braçada de trabesia el agua y por la notiçia de los indios tendria media legua de ancho fue la baxada cosa inposible..."

Cárdenas había hallado y descrito el Cañón del Colorado, aunque finalmente no consiguió descender hasta el río. Por decir verdad, no parece que Coronado ni el resto de los expedicionarios creyeran a Cárdenas cuando les contó lo que había visto. En cierto modo es comprensible, dada la serie de decepciones que ya llevaban acumuladas. Y las que quedaban...

El invierno de 1540-41 lo pasó el grueso de la expedición acampada en la zona de Tigüez en Nuevo Méjico, donde habría serios enfrentamientos con las tribus de la zona, lo que se daría en denominar la guerra de Tiguex. Mientras, las patrullas seguían trayendo noticias y, ya en primavera de 1541, Coronado se adentró aún más en el corazón de los EEUU en busca de Quivira. Parece mentira que, a estas alturas, Coronado y su gente siguieran siendo tan ingenuos, pero se volvieron a fiar de un mentecato, en este caso un esclavo indio conocido como "el Turco" que encontraron por el camino y les habló y no paró de las riquezas de Quivira. Guiados por él se pusieron en marcha y recorrieron las inmensas llanuras pobladas de bisontes, donde la falta de referencias dificultaba tanto la orientación que tenían que usar artes marineras para no perderse. Coronado describió estas llanuras como extraordinariamente fértiles y adecuadas para el granjeo pero, desgraciadamente, esta expedición no iba en busca de buenas tierras en las que asentarse, sino de oro en abundancia. Finalmente, Coronado alcanzó Quivira, o lo que llamó Quivira, en algún lugar cercano a Wichita  (Kansas). Nada más llegar y ver aquello ejecutaron al "Turco". No era para menos:

"el general siguio sus guias hasta llegar a quiuira en que gasto quarenta y ocho dias de camino por la grande cayda que auian hecho sobre la florida y fue reçebido de paz por las guias que lleuaba preguntaron a el turco que porque auia metido y los auia guiado taro abieso diso que su tierra era aquella parte y que allende de aquello los de cicuye le auian rogado que los trusese perdidos por los llanos por que faltando les el bastimento se muriesen los cauallos y ellos flacos quando bolbiesen los podrian matar sin trabajo y bengarse de lo que auian hecho y que por esto los abia derrumbado creyendo que no supieran catar ni mantenerse sin maiz y que lo del oro que no sabia adonde lo auia esto diso ya como desesperado y que se hallaba corrido que auain dado credito a el ysopete y los auia guiado mejor que no el y telniendose los que alli yban que no diese algun abiso por donde les biniese algun daño le dieron garrote de que el ysopete se holgo porque siépre solia de ir que el ysopete era un bellaco y que no sabia lo que se decia y siempre le estorban ban que no hablase con nadie no se bio entre aquella gente oro ni plata ni noticia de ello el señor traya al cuello una patena de cobre y no la tenia en poca."

La moral ya no podía estar más baja y sus hombres menos dispuestos a la disciplina  así que tras esta última decepción, Coronado tomó la decisión de retornar a Méjico. El camino de vuelta fue algo más corto que el de ida, pero sin duda infinitamente más triste. La decepción, la derrota y la humillación hicieron mella en soldados y civiles, así que no es de extrañar que muchos de ellos fueran desertando o sencillamente quedándose en las poblados por los que iban pasando.  En 1542, una pequeña parte de la inmensa expedición que había partido dos años antes llegó de vuelta a Méjico.

La expedición fue un desastre en términos económicos ya que, por desgracia, lo que los conquistadores buscaban entonces era hacerse ricos a la voz de ¡ya! no establecer una empresa a largo plazo (¿os suena?). Tal vez, de no haber sido así, cuando primero los franceses (150 años después) y luego  los estadounidenses (en el XIX) se pasaron por Kansas, se habrían encontrado una Nueva Palencia o Nueva Valladolid llenas de trigales, con sus iglesuelas, sus bares, sus plazas de toros... Además Dorothy se habría llamado MariPili.

Durante décadas no volvió a haber una expedición seria al norte del rio Grande, pero como tantas otras veces, la información obtenida de un fracaso fue válida para decenas de aciertos.

PS Menudo despiste! se me olvidaba poner el mapa de la ruta seguida por Coronado:






martes, 18 de diciembre de 2012

El flanco sur: Don Bernardo de Gálvez

Macharaviaya, imagen tomada prestada de "El Pais"
Durante seis meses, en 1997, viví en la muy noble ciudad de Aquisgrán, capital en tiempos del imperio Carolingio. Esta ciudad está en la actual Alemania, pero dista poquísimo de la frontera con Bélgica y Holanda. De hecho, la casa en la que yo vivía estaba al oeste de la ciudad, a menos de dos kilómetros de la frontera con Holanda. Como por entonces los horarios comerciales en Alemania eran bastante rígidos, muchos domingos por la mañana me acercaba en bicicleta a comprar al primer supermercado holandés, nada más cruzar la frontera, en Vaals. Ese trayecto me permitía ver un cartel con la lista de pueblos y ciudades hermanados con Aquisgrán, entre los que estaba Toledo (el nuestro, no el de Ohio). Siempre que lo veía pensaba en lo absurdo que me parecía el hermanamiento de dos ciudades y la cantidad de viajes inútiles que harían nuestros representantes a costa del asunto. Valga esta introducción para contaros que hay un pueblo en Málaga de llamativo nombre (Macharaviaya), que está hermanado con la ciudad estadounidense de Pensacola. En este caso, bien podemos decir que al menos hay motivos históricos para sostener ese hermanamiento. Ambos lugares están relacionados a través de un malagueño que intervino, y de qué manera, en la historia de los Estados Unidos de América: don Bernardo de Gálvez y Madrid, natural de Macharaviaya.

La Independencia de las trece colonias

Las trece colonias originales. Observese que, en aquel momento, España
 aún ocupaba más superficie en los actuales USA, como hemos ido viendo
La presencia inglesa en Norteamérica fue relativamente breve, comparada con la de otros ;-) Si tomamos como inicio la llegada del Mayflower a las costas de Nueva Inglaterra en Noviembre de 1620 (128 años después que ya-sabéis-quien), solo pasaron 155 años hasta que las colonias se rebelaron y dieron inicio a la guerra de independencia en 1775. En efecto, en abril de ese año comenzaron las primeras escaramuzas de lo que acabaría siendo una guerra con participación de varias naciones y disputada en diversos escenarios, no solo americanos. Esta guerra tendría como resultado, entre otras cosas menores, la independencia de los EEUU, proclamada por ellos el 4 de Julio de 1776. La guerra no acabó con la declaración de independencia, sino que duró hasta 1781, con la batalla de Yorktown. El tratado de paz final se firmó en París en 1783.

Es comprensible que España viera en principio con recelo los acontecimientos de sus vecinos del Noreste, ya que una revolución independentista podría animar a algunos a reclamar también la independencia de los Virreinatos (y, en cierto modo, así fue, aunque no de inmediato). Sin embargo, al mismo tiempo, la revolución se levantaba contra el secular enemigo: Inglaterra y esa era una oportunidad que no había que dejar pasar. Desde el primer momento España ayudó a los independentistas, aunque de forma más o menos disimulada al principio. En 1779 España entra oficialmente en guerra con Inglaterra (otra vez) y comienza a intervenir militarmente desde, entre otros sitios, Luisiana, donde nuestro protagonista de hoy era Gobernador.

Bernardo de Gálvez en la guerra de independencia Americana


Bernardo de Gálvez murió muy joven, con apenas 40 años, en 1786. A pesar de ello le había dado tiempo a llamar la atención de la Historia con diversas actuaciones. Hoy nos vamos a centrar en su participación en la guerra de independencia americana y, sobre todo en la toma de Pensacola.

Nada más entrar España en guerra, en 1779, comenzaron las escaramuzas y encontronazos en el Caribe y Golfo de Méjico. Bernardo de Gálvez aprovechó de inmediato para lanzar una expedición hacia el este desde Luisiana. Hay que recordar que tras la guerra de los siete años la Florida había pasado a manos inglesas y Luisiana a las españolas. No solo eso, en 1763, en el tratado de París (¿hay alguna guerra que no haya acabado con un "Tratado de París"?) Inglaterra había obtenido también el derecho de libre navegación por el río Misisipi, asunto importante, como iremos viendo. Tanto Francia como España tenían motivos para sentirse humilladas por el resultado de la guerra de los siete años y aún más interesadas que de costumbre en tocarles a los ingleses lo que no suena. Bueno, en esa época ninguna de esas tres naciones necesitaba mucha excusa para tirarse los trastos a la cabeza...

No fue sólo Bernardo de Gálvez, sino toda su familia, los que aconsejaron prudencia: primero ayuda material a los rebeldes norteamericanos y esperar al momento procesal adecuado para sacar el sable (y pillar tajada). Hay que recordar que el padre de Bernardo, Matías de Gálvez y Gallardo, llegaría a ser Virrey (de hecho a su muerte le sucedió nuestro Bernardo) y su tío, José, Ministro de Indias.

Pero volvamos a Bernardo. Es agosto de 1779 y el Gobernador de Luisiana se lanza a hostigar a los ingleses en la costa del Golfo de Méjico:

"Al punto rompió también las hostilidades el brigadier D. Bernardo de Gálvez, gobernador de la Luisiana, poniéndose en acción el 26 de Agosto de 1779 con 1.400 hombres de toda especie, de ellos 200 soldados veteranos. El 6 de Septiembre llegó á Manchak, fuerte de la Florida, distante 35 leguas de Nueva Orleans, y mientras disponía la fuerza en posición, 60 hombres de milicia lo tomaron á la carrera." (La guerra en América, Instituto de Historia y Cultura Naval)
Además de Manchak, en esta campaña tomó Baton Rouge (actual capital de Luisiana) y Natchez, lo que daba a España el control del rio Misisipi y evitaba que los ingleses usaran esa importante vía de suministro.

Despues de asegurar posiciones, a comienzos del año siguiente lanzó una campaña aún más importante, primero contra Mobila (actual Mobile, Alabama. Lo que me recuerda un asunto completamente ajeno al relato que os comentaré al final):
"A principios del año 1780 de que vamos tratando, teniendo seguridad de la llegada próxima de refuerzos de la Habana, reanudó D. Bernardo de Gálvez las operaciones con 1.200 soldados, ya dueño de los puestos de Thompson y Amith, partiendo en demanda de Mobila con 14 bajeles. Mostrósele contrario el tiempo al embocar el puerto; seis de las embarcaciones se perdieron en la barra, saliendo á nado casi desnudos 800 hombres á una isla cercana, abandonadas al mar las armas con los víveres y municiones; pero mitigó el contratiempo grande la llegada de los cuatro buques de la Habana, habilitándole en disposición de arrimarse á la playa el 24 de Febrero.
Con prontitud abrió trincheras, instaló baterías y adelantó las obras complementarias de sitio, sabiendo que de Panzacola había de salir el general Campbell con tanta fuerza como él tenía para socorrer al coronel Dunford, su subordinado, que no regía á más de 300 hombres en la fortaleza, y antes que se aproximara el refuerzo hizo, en efecto, brecha practicable y obligó á la rendición á los cercados" (La guerra en América, Instituto de Historia y Cultura Naval)
La toma de Pensacola. Hay que tener valor para ir a la guerra
con una casaca blanca
La Panzacola de la cita es la actual Pensacola, así que nos vamos acercando...

En efecto, Gálvez trasladó a La Habana su base de operaciones para esta empresa y, tras un intento frustrado por un huracán (ya voy perdiendo la cuenta de operaciones españolas frustradas por un huracán), salió de nuevo hacia Florida en Febrero de 1781. En Marzo llegó a la isla de Santa Rosa, que es una larga barra arenosa que cierra la entrada a la bahía de Pensacola. Obviamente su intención era atacar Pensacola, la capital de los asentamientos ingleses en la zona. Tan obvio era que los ingleses estaban mandando refuerzos. Claro, que Gálvez, que no era manco, había hecho lo propio y estaban en camino naves desde Nueva Orleans y tropas por tierra desde Mobila.  Aún así, el siguiente paso era algo más complicado, ya que para acechar la ciudad había que entrar en la bahía, bien defendida por los fuertes ingleses: el Queen's Redoubt, el Prince of Wales Redoubt y el principal Fort George. Si habéis visto el mapa que he enlazado antes, os habréis dado cuen de que la entrada a la bahía, por el oeste de la isla de Santa Rosa, es sumamente estrecha, de menos de 1000 metros, de los que la parte navegable es aún menos amplia. Imaginaos la situación: hay que pasar con unos barcos a vela del siglo XVIII por un canal minúsculo defendido a ambos lados por fuertes bien artillados. Ideal para pasar una divertida mañana de navegación.

Al primer intento, el navío comandado por el capitán Calvo de Irazábal encalló en el canal, lo que produjo en el capitán lo que técnicamente se conoce como "un canguis", un ataque de jindama que le llevó a negarse a cumplir las órdenes terminantes de Gálvez, que eran las de entrar en la Bahía. Ante estos hechos, don Bernardo mandó un mensajero en busca de Irazábal, que a estas alturas debía estar buscando su segunda unidad de pantalones. El mensaje era breve, pero de una contundencia difícilmente superable:
“Una bala de a 32 recogida en el campamento, que conduzco y presento, es de las que se reparten en el fuerte de la entrada. El que tenga honor y valor que me siga. Yo iré solo por delante con el Galveztown para quitarle miedo”
Y dicho y hecho, allá que se tiró Bernardo a bordo del Galveztown. Los ingleses le vieron, reaccionaron y le soltaron 28 cañonazos pero... si te toca entrar en la historia la suerte se pone de tu parte, así que ni uno le atinó. Era el 18 de Marzo de 1781 y la flota entró en la bahía, pero la batalla aún no había comenzado. A partir de ese momento, tanto los ingleses como los españoles se prepararon para el asedio y batalla final. El 8 de Mayo, con algo de suerte, por otra parte, cayó el Queen's Redoubt, lo que dejó al Fort George en una situación insostenible y les obligó a la rendición el 10 de Mayo. En palabras del general Campbell, defensor británico de Pensacola:

"An unfortunate Shell from the Enemy, on the Morning of the 8th, precipitated its Destiny, and occasioned its falling under the Dominion of Spain at least some Days sooner than it otherwise would have happened. On the morning of the 8th a Shell, that accidentally burst by the Door of the Magazine of the Advanced Redoubt, set Fire to the Powder within, and in an Instant the Body of the Redoubt was a Heap of Rubbish, depriving no less than 48 Military, 27 Seaman, and one Negro of Life by the Explosion, besides 24 Men wounded, most of them dangerously"
(Un desgraciado proyectil del enemigo, en la mañana del 8, precipitó su destino y ocasionó su caida bajo el dominio español al menos algunos días antes de lo que de otra manera habría ocurrido. En la mañana del 8 un proyectil, que explotó accidentalmente junto a la puerta del polvorín del fortín, prendió fuego a la pólvora que había en su interior y en un instante el edificio del fortín era un montón de escombros, quitando la vida a 48 soldados, 27 marinos y un negro (sic), además de ocasionar 24 heridos, la mayor parte de gravedad)

Consecuencias


La intervención española en la independencia americana fue esencial, abriendo un frente sur en la guerra, en el que los ingleses tuvieron una no despreciable cantidad de efectivos desplazada, así como dificultando o incluso impidiendo el abastecimiento por esa ruta y por el Misisipi. Las acciones de Gálvez fueron las más llamativas de las realizadas por los españoles, pero hubo más y no todas en América (hubo un importante  asedio en Gibraltar así como la recuperación de la isla de Menorca para España, ambas acciones inscritas sorprendentemente en la Guerra Americana). 

A título personal, Gálvez fue ascendido a Teniente General y fue nombrado por el rey Carlos III Conde de Gálvez con el mote de "Yo Solo" por su muestra de valor/inconsciencia en el paso a la bahía de Pensacola. Supongo que haberle puesto "Con dos cojones pelotas gónadas" no era propio del mejor alcalde de Madrid.

Nuestros nuevos vecinos del noreste, los EEUU prometieron no reclamar Luisiana y Florida, de hecho acabaron comprándolas: Luisiana a Francia en 1803 y Florida a España en 1819.

No se puede decir que Bernardo de Gálvez sea tan reconocido en los EEUU como George Washington. Por desgracia en la cultura popular (vease cine, por ejemplo) a veces se hace referencia a la ayuda francesa a los revolucionarios americanos, rara vez a la aportación española. En 1976, con ocasión del bicentenario de la declaración de independencia, el rey Juan Carlos I hizo entrega de una estatua en honor de Gálvez que está ubicada cerca de la Casa Blanca, en Washington DC, rodeada por otras de Bolívar, Artigas, San Martín... que no sé yo muy bien qué tienen que ver. Al menos sí queda su nombre en algunos topónimos como por ejemplo la ciudad y la isla de Galveston que, cosas de la vida, es (o puede ser, hay dudas) la ya conocida por nosotros "Isla del Mal Hado" en la que Cabeza de Vaca pasó sus vacaciones, más de dos siglos antes del nacimiento de Gálvez (permitidme, por favor, el autoenlace).


PS, el asunto que me recordó la aparición de Mobile, Alabama, es que he estado viendo esta semana pasada la serie "The Pacific". Muy recomendable, aunque menos que su prima hermana "Band of Brothers". Me lo ha recordado porque uno de los protas (y autor de uno de los libros en que se basa la serie) es de allí y lo menciona profusamente.




domingo, 2 de diciembre de 2012

El Walkabout de un Jerezano

Álvar y Álvar. No me digáis que no tienen un aire
Cuando uno es bautizado con el sonoro nombre de Álvar está condenado a escoger entre dos destinos (ambos honorabilísimos): ser el padre de Vickie en una serie infantil o dedicarse a la épica de la conquista. Si además te apellidas Núñez Cabeza de Vaca y has nacido en Jerez de la Frontera a finales del XV (o principios del XVI, según las fuentes), lo primero resulta algo complicado, así que Álvar Núñez Cabeza de Vaca eligió la segunda opción... y la bordó, vamos, tanto que nos va a dar para más de una entrada en el blog. Don Álvar habría pasado a la historia por varias de las acciones de su vida, pero hoy nos vamos a centrar en su primera gran expedición por Norteamérica que, aunque comenzó haciendo de la necesidad virtud, terminó siendo un impresionante paseo de unos ocho (8) años por el sur de los actuales EEUU y norte de Méjico.

Nuestro Álvar inició su andadura en la conquista como tantos otros en aquellos años, enrolándose en la flota organizada por otro conquistador de sueños dorados. En su caso mostró gran valor desde el mismo momento de tomar esa decisión ya que se enroló nada menos que con don Pánfilo de Narváez, uno de los pioneros que menos honor había cosechado hasta entonces (y el final iba a ser peor). Don Pánfilo había ido haciendo honor a su nombre en sus varias apariciones en la historia de América: ora masacrando indios en Cuba sin sentido alguno, ora siendo incapaz de hacer volver al redil a Hernán Cortés tras encargo del Gobernador Velázquez... Cortés le derrotó en Zempoala, Pánfilo fue apresado y humillado antes de regresar a España (quiero decir, a la actual España. Formalmente don Pánfilo nunca salió de España) donde, incomprensiblemente, le encomendaron una nueva misión muy por encima de sus capacidades. Como todas las anteriores, vamos. En esta ocasión don Pánfilo recibió la encomienda de conquistar Florida y a él se le metió en la cabeza buscar por allí la fuente de la eterna juventud. En fin, varias muestras de ineptitud y salvajismo después dieron con toda su expedición, de más de 600 hombres, en el otro barrio a excepción de poco más de una docena, con los que iniciaremos nuestra aventura de hoy, esta sí meritoria y relevante. Lamento informar, por cierto, de que Pánfilo de Narváez era segoviano, de Navalmanzano, cerca de Coca y Nava de la Asunción. Y no estoy mirando a nadie...

Comienza un walkabout de 8 años


La expedición de don Pánfilo partió de Sanlúcar de Barrameda en Junio de 1527 y fue un desastre, como no podía ser de otra manera. Los expedicionarios sufrieron múltiples penurias, epidemias, huracanes, rebeliones, traiciones, escaramuzas con los indios y casi cualquier cosa que os podáis imaginar, incluido el canibalismo:

"Partidos estos cuatro cristianos, desde a pocos días sucedió tal tiempo de fríos y tempestades, que los indios no podían arrancar las raíces, y de los cañales en que pescaban ya no había provecho ninguno, y como las casas eran tan desabrigadas, comenzóse a morir la gente, y cinco cristianos que estaban en el rancho en la costa llegaron a tal extremo, que se comieron los unos a los otros, hasta que quedó uno solo, que por ser solo no hubo quien lo comiese"

Una vez dada por finiquitada la expedición original, quedaron algunos grupúsculos de  hombres, generalmente en un pésimo estado, dispersos en una isla y zonas pantanosas aledañas en el Golfo de Méjico. Tan mal lo pasaron allí que dieron en llamar a esa isla "Isla del Mal Hado" (de esta isla, actual isla de Galveston, volveremos a hablar en otro episodio sin ninguna relación con este que sucederá 250 años después). De todos ellos, el más destacado y el que dejó referencia escrita de todo lo que vivió fue nuestro amigo Álvar Núñez Cabeza de Vaca, que además pasó la mayor parte del tiempo separado del resto de los supervivientes. En algún momento de finales de 1528 la situación llegó a ser desesperada en extremo. Intentando salir de la isla en la que estaban sufrieron un nuevo naufragio en el que murieron otros tres "cristianos", el resto estaba en un estado poco menos que calamitoso:

"Los que quedamos escapados, desnudos como nacimos y perdido todo lo que traíamos, y aunque todo valía poco, para entonces valía mucho. Y como entonces era por noviembre, y el frío muy grande, y nosotros tales que con poca dificultad nos podían contar los huesos, estábamos hechos propia figura de la muerte. De mí sé decir que desde el mes de mayo pasado yo no había comido otra cosa sino maíz tostado, y algunas veces me vi en necesidad de comerlo crudo; porque aunque se mataron los caballos entretanto que las barcas se hacían, yo nunca pude comer de ellos, y no fueron diez veces las que comí pescado. Esto digo por excusar razones, porque pueda cada uno ver qué tales estaríamos."

Una representación, un tanto tétrica, del paseo de Cabeza de Vaca.
Tomada de  http://www.texasbeyondhistory.net
Entre 1528 y 1535 (siete años, se dice pronto), Cabeza de Vaca convivió con las tribus de la zona en la que habían naufragado. Al principio era una piltrafa humana consumida por la enfermedad y que vivía poco más o menos que de la caridad de los indios, pero poco a poco él y sus compañeros fueron recuperándose y fueron obligados a trabajar. De hecho, durante buena parte de los años que anduvieron por la zona fueron comprados, vendidos, huidos, capturados y vueltos a huir. Mucho de ese tiempo estuvieron como esclavos al servicio de distintas tribus y familias; otra parte del tiempo en un estado de semi-libertad e incluso ejerciendo de comerciantes entre las distintas tribus de lo que hoy es Tejas. Un hecho esencial, que probablemente salvó la vida de los que a la postre serían cuatro únicos supervivientes, sucedió tras una de sus fugas. Según lo refiere el propio Cabeza de Vaca:

"Aquella misma noche que llegamos vinieron unos indios a Castillo, y dijéronle que estaban muy malos de la cabeza, rogándole que los curase; y después que los hubo santiguado y encomendado a Dios, en aquel punto los indios dijeron que todo el mal se les había quitado; y fueron a sus casas y trajeron muchas tunas y un pedazo de carne de venado, cosa que no sabíamos qué cosa era; y como esto entre ellos se publicó, vinieron otros muchos enfermos en aquella noche a que los sanase, y cada uno traía un pedazo de venado; y tantos eran, que no sabíamos adónde poner la carne."

Por absoluta casualidad habían adquirido fama de sanadores, lo que les permitió no solo subsistir, sino tener más posibilidades de movimiento entre las distintas tribus, ya que se corrió la voz de su capacidad sanadora.

La epopeya de Cabeza de Vaca y sus tres compañeros de viaje es notable por muchos aspectos, no solo el puramente físico, ya que no deja de ser sorprendente que resistieran semejante viaje en las condiciones que relataron (aunque apliquemos a estas condiciones un no pequeño factor de corrección a la baja), sino, sobre todo, el impresionante legado que supuso el relato del viaje. Por cierto, todas las citas de esta entrada pertenecen a este relato, escrito por Cabeza de Vaca bajo el título "Naufragios", publicado en 1542 y que podéis encontrar integro en la red, por ejemplo aquí. Recomiendo vivamente su lectura, que además no se hace pesada en absoluto, a pesar de que sea a veces difícil seguirlo en castellano antiguo y bastante florido. 

"Naufragios" es un espectacular relato, no ya de un viaje, ni de los sufrimientos que padecieron don Álvar y los suyos, sino, sobre todo, un tratado etnográfico de primera magnitud. Es la primera descripción de los usos y costumbres de los indios de Norteamérica de la que tenemos constancia y también es la primera vez que aparecen palabras de origen americano en un libro en castellano. Cabeza de Vaca se mezcló sin duda con diversos grupos tribales del sur de EEUU y, aunque no hay duda que algo de ayuda divina debió recibir para sobrevivir, está claro que puso todo de su parte para adaptarse a las circunstancias y conocer a los locales. Este esfuerzo le permitió sobrevivir y generó en él un aprecio por los indígenas que le costaría caro en la segunda parte de su vida. Todo esto lo volcó en "Naufragios", donde no se limitó a relatar sus penurias de forma más o menos exagerada, que lo hizo, sino que dejó un detalladísimo estudio de muchos de los pueblos con los que convivió y las cosas que vio (como la primera descripción de los bisontes, por ejemplo). Como muestra, para que veáis el estilo y os pique la curiosidad por leerlo entero:

"Adelante, en la costa del mar, habitan otros que se llaman Doguenes, y enfrente de ellos otros que tienen por nombre los de Mendica. Más adelante, en la costa, están los quevenes, y enfrente de ellos, dentro de la Tierra Firme, los mariames; y yendo por la costa adelante, están otros que se llaman guaycones, y enfrente de éstos, dentro en la Tierra Firme, los iguaces. Cabo de éstos están otros que se llaman atayos, y detrás de éstos, otros, acubadaos, y de éstos hay muchos por esta vereda adelante. En la costa viven otros llamados quitoles, y enfrente de éstos, dentro en la Tierra Firme, los avavares. Con éstos se juntan los maliacones, y otros cutalchiches, y otros que se llaman susolas, y otros que se llaman comos, y adelante en la costa están los camoles, y en la misma costa adelante, otros a quien nosotros llamamos los de los higos. Todas estas gentes tienen habitaciones y pueblos y lenguas diversas. Entre éstos hay una lengua en que llaman a los hombres por mira acá; arre acá; a los perros, xo; en toda la tierra se emborrachan con un humo, y dan cuanto tienen por él. Beben también otra cosa que sacan de las hojas de los árboles, como de encina, y tuéstanla en unos botes al fuego..."

He llegado a encontrar alguna página americana en la que califican a Cabeza de Vaca como el "primer gran escritor americano (en el sentido de estadounidense, claro)". No sé si será exagerado o no, pero como apropiación no me negaréis que no está mal. 


La ruta seguida por los cuatro no está clara al 100%, hay distintas interpretaciones. Aquí os dejo una (que por alguna razón que se me escapa, está en alemán), pero ya os digo que hay muchas más. En ella ya podéis observar que Cabeza de Vaca regresó a la civilización (o así) en Culiacán, donde llegó en 1536, nueve años después de zarpar de Sanlúcar y ocho después del naufragio en Galveston. Desde allí volvió a la corte, donde pasó unos años antes de su segundo periplo americano, del que ya hablaremos algún día.

Cabeza de Vaca es una muestra más de "conquistador" que rompe el estereotipo de salvaje sediento de oro y sangre. Por mucho que se empeñen los nigérrimos hubo mucho más que eso en los tres siglos en los que España dominó casi absolutamente América. Muchísimo más.

PD. Hay una película Mejicana basada en los "Naufragios" y protagonizada por Juan Diego que aún no he visto pero tengo encargada a mi proveedor habitual. Se titula "Cabeza de Vaca".

PD2. Para los que me piden que redondee los artículos con una referencia a la actualidad, todo esto tiene muchísimo que ver con la prima de riesgo, o con la secesión de Cataluña. O algo. ;-)

PD3. Dedicado a nuestros amigos y familia, por estar ahí. Gracias a todos.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Ayer estuve en Innisfree

Hoy, si me lo permiten, voy a apartarme de la línea histórica de las útimas semanas (volveremos a ella en breve) y vamos a ir a algo más personal.

Los humanos necesitamos evasiones, necesitamos alguna herramienta para dominar nuestro pensamiento y evitar su independencia. Siempre he sido muy torpe en eso de la relajación, pero también de la concentración. Mi cerebro es demasiado independiente (independentista, diríamos ahora) y sigue demasiadas veces su propio camino, no el que yo le intento imponer. Si lo que necesito es concentración la solución es difícil y no queda más que intentarlo e intentarlo y volverlo a intentar, dedicando a la tarea en cuestión mucho más tiempo del que normalmente requeriría. En cambio, si lo necesario es relajación la cosa cambia, he de darle algo de carnaza para que suelte aquello que le obsesiona. A este efecto hay pocas, muy pocas, cosas que me sirvan, siendo las más sencillas de utilizar una buena lectura o una gran película.

NOTA: El video que sigue TIENE SENTIDO, luego veremos cual. Sugiero que le den al play y lo dejen de banda sonora del post.




Ayer, sentado en mi habitual asiento de ventanilla en un vuelo de vuelta a casa, me dio por revisitar uno de mis clásicos favoritos, una de las apuestas seguras cuando quiero evadirme y desconectar, una de las tantas pequeñas obras maestras de John Ford: "El hombre tranquilo".

Hace ya bastantes años, cuando lo habitual entre mis compañeros de clase era que soñaran ser Maverick sobre su GPZ900 (por cierto, no sé cómo habrán digerido todos aquellos que la protagonista de sus sueños húmedos sea lesbiana), yo quería ser Sean Thornton. Quiero suponer que, en realidad, no  fui un adolescente tan repelente pero me temo que sí, lo fui.

Desde la primera vez que vi este pequeño relato casi intrascendente sobre la llegada de un supuesto forastero a un pueblo típicamente irlandés me cautivó su ambiente, su sencillez y al mismo tiempo su profundidad. Como decía, Innisfree es el perfecto reflejo de la idealizada Irlanda que habitaba la mente de Ford. No he estado aún en Irlanda, es otro de mis viajes pendientes, este de los fáciles, pero imagino que no queda ya nada de aquello, si es que alguna vez lo hubo.

Todos los personajes de la película son buena gente, todos, incluso el supuesto "villano", Will Danaher, resulta ser al final nada más que un tierno malo de chiste que acaba compartiendo borracheras con Sean, después de una buena pelea a puñetazos, claro. Tuve hace años un compañero de trabajo que, aparte de saberse las capitales de todos los países y cuasipaíses que en el mundo han existido, siempre que oía mencionar a John Wayne, John Ford o "El hombre tranquilo" hacía un gesto como de remangarse en preparación para una buena pelea. Y es que esa es una de las características que impregna la película (y probablemete también la vida de Ford, Wayne e incluso O'Hara): la de la entereza, los valores, la defensa de los mismos y el respeto al adversario. Cada una de las peleas de "El hombre tranquilo" empieza y acaba con una sonrisa, no es casualidad.
Afectuoso apretón de manos
entre Will Danaher y Sean Thornton

Todos los personajes están tan bien caracterizados que solo tras unos minutos de película parece que los conoces de toda la vida, desde el borrachín Miguelín hasta los dos párrocos: el católico y el anglicano reverendo Playfair (Playfair!!! For Chrissake! Playfair!!!). Impagable el momento en que los católicos, liderados por el páter y su ayudante (clergyman oculto, para no delatarse) vitorean al obispo anglicano y a Playfair para hacer quedar bien a este último "porque se trata de un buen hombre". Hasta la viuda Sarah Tillane parece de nuestra familia nada más conocerla y sus reacciones no pueden pillarnos por sorpresa.

Mary Kate se va a hacer la cena

La escena culminante de la película es la gran pelea entre Will y Sean tiene su preludio en el larguísimo arrastre de Mary Kate Danaher desde la estación hasta el pueblo. Durante cinco minutos y medio Sean Thornton, seguido por una multitud expectante (incluso una mujer le ofrece una vara para "pegarle a su encantadora señora") arrastra por las colinas a su esposa para acabar arrojándola a los pies de su hermano. Como él dice, no se está rigiendo por sus (de él) normas, sino  por las que ella lleva tiempo exigiéndole que aplique. Hasta ese momento Sean ha evitado la lucha, aunque solo nosotros y el padre Playfair sabemos por qué. Mary Kate entiende que eso es un gesto de cobardía y que no la quiere lo suficiente para pelear por su honor, así que le desprecia y se avergüenza de haberse casado con un cobarde que permite que a ella, a su mujer, le roben su dinero, las 350 libras prometidas como dote. Por fin, Sean cede a los deseos de su esposa y, paradójicamente, muestra más respeto hacia su mujer arrastrándola, pateándole el culo y arojándola a los pies de su hermano del que cualquier zapaterina de cuota pudiera recibir. La deuda es pagada y el dinero acaba inmediatamente en el fuego... pero la pelea aún no ha comenzado. Justo tras el primer puñetazo (fallido) de Will a Sean y la respuesta de éste (directo al estómago) una Mary Kate manifiestamente orgullosa por todo lo sucedido se marcha del lugar a "preparar la cena a su marido". Después, la gran pelea e, intuimos, dos grandes amigos para el futuro. Como diría Miguelín : "Homérico"

John Ford es bastante respetado por todo el mundo ya que sería estúpido negarle el mérito a un genio como él por sus ideas políticas, que además no parece que fueran las que le suelen asignar alegremente. Sin embargo no sucede lo mismo con Wayne, habitualmente tachado poco menos que de fascista. Según parece Wayne, el Duque, era en su vida privada también un hombre de una pieza, chapado a la antigua pero de moral intachable según sus amigos (como Ford y Maureen O'Hara). En cierto modo como muchos de sus personajes, por ejemplo como Sean Thornton.

El Duque mencionado en la letra de la canción de Loquillo que puse al principio es Wayne. No sé si realmente la frase "Feo, fuerte y formal" (así, en español) está, como dicen, escrita sobre su lápida, pero sí es cierto que alguna vez la mencionó como definición de cómo le gustaría ser recordado.

Ayer no vi una película, ni siquiera vi una gran película. Ayer, durante un par de horas, estuve en Innisfree.

Y no dejaba de pensar en mi Mary Kate...



viernes, 26 de octubre de 2012

Acoma: Oñate, Zaldívar, la violencia innecesaria, la investigación en ciencia pura y 50 tonos de gris (¡Toma ya título!)

Estamos acostumbrados a ver en las noticias y en muchas películas como inmigrantes  ilegales intentan cruzar el Rio Grande de forma más o menos atrevida. Se supone que son mejicanos o tal vez centroamericanos en general que buscan mejores oportunidades en el rico vecino del norte, los Estados Unidos de Norteamérica. Algunas cifras estiman el total de inmigrantes ilegales en EEUU por encima de los 12 millones de personas, de los que la gran mayoría (más del 60%) son mejicanos que se quedan sobre todo en California y Tejas. La línea fronteriza entre Méjico y EEUU es la frontera terrestre con más pasos al año, tanto legales como ilegales y su mitad oriental está fijada por el curso del Rio Grande o Rio Bravo entre Ciudad Juárez/El Paso y su desembocadura en el Golfo de Méjico. Se puede decir que ese río marca, para muchos desesperados, la frontera no solo entre dos países, sino entre dos mundos y, de hecho, arriesgan sus vidas por cruzar a la margen izquierda y vivir allí aunque sea de forma ilegal y expuestos a su detención y expulsión en cualquier momento.

"Coronado parte hacia el Norte" (Frederic Remington).
Me encanta este cuadro
Sin embargo, no siempre ha sido ese el estado de las cosas. Hace algo más de cuatrocientos años, el actual territorio de Méjico pertenecía al virreinato de Nueva España, siendo el norte de ese país una zona ya bastante remota, aunque conocida. Más allá del Rio Grande era otra historia, territorio desconocido, inexplorado y, por decir la verdad, bastante poco atrayente. Sólo el ansia por encontrar las legendarias ciudades de Cíbola y Quivira, con sus enormes riquezas, siguió empujando a algunos insensatos a adentrarse en esas tierras que poco podían ofrecer. Mucho después de las conquistas de Méjico y Perú por parte de los españoles, incluso mucho después de la fundación de ciudades, universidades y catedrales en centro y Sudamérica, el norte era aún ignoto, ni siquiera se sabía su extensión. Ya en el siglo XVI hubo distintas expediciones más o menos "profesionales" como las de Cabeza de Vaca o Coronado, a las que algún día dedicaremos el tiempo que merecen. Como casi todos los movimientos españoles en América en el siglo XVI, el motor de las expediciones era la evangelización, la búsqueda de honor, gloria y.. bueno, también de oro. Muchos de los intentos de colonización fracasaron estrepitosamente y los colonos pasaban mil penurias antes de regresar, si aún vivían, al sur, en sentido contrario a los inmigrantes actuales.

A finales del siglo XVI se puso en marcha la expedición de Juan de Oñate, considerado como el último conquistador y que, a diferencia de la mayoría de los grandes nombres que le precedieron, era ya nacido en América, en concreto en Zacatecas, de antepasados vascos. En la segunda mitad del siglo XVI las conquistas debían ser específicamente autorizadas por el Consejo de Indias, se había acabado el tiempo de los intrépidos conquistadores solitarios. En 1595 Juan de Oñate recibió autorización por parte del rey Felipe II para la conquista de Nuevo Méjico, siendo el motivo principal el adelantarse a posibles asentamientos ingleses más al norte. En aquel momento aún se consideraba que podía existir un paso marítimo cómodo entre el Atlántico (Mar del Norte entonces) y el Pacífico (Mar del Sur) al norte del territorio conocido. Era esencial, pues, evitar que otra potencia controlara esa magnífica vía comercial. Tras muchos retrasos de todo tipo, Juan de Oñate partió en 1598 y el 30 de Abril de ese mismo año, tras cruzar el Río Grande, tomó posesión de las tierras de Nuevo Méjico en nombre del Rey. Su expedición fue sumamente larga (Oñate no regresó hasta 1613, aunque como luego veremos tenía motivos para retrasar su vuelta), pero hoy nos vamos a detener solo en unos días de enero de 1599, en un lugar próximo a  la actual Alburquerque (Nuevo Méjico, EE.UU.).

Acoma: Los Pueblo y la represión

Acoma era una ciudad de los indios Pueblo ubicada en lo alto de una "mesa" o "peñol" de muy difícil acceso, no tan majestuosa como las del Monument Valley, pero del estilo, para entendernos. La expedición de Vázquez de Coronado ya había tenido contacto con esta ciudad y sus habitantes y la había descrito en 1540, pero como ya hemos dicho, no es que hubiera mucho tráfico de españoles por la zona en el siglo XVI, así que el siguiente contacto de importancia fue el establecido por Oñate a finales de 1598. La ciudad era descrita como una fortaleza de difícil, si no imposible, conquista, gracias a las escarpadísimas laderas del peñol, por las que serpeaban un par de caminos apenas transitables por una o dos personas al tiempo.


Ver mapa más grande

Inicialmente los habitantes de Acoma se mostraron colaboradores con Oñate cuando éste pasó por allí en 1598, aunque parece ser que sospechó de su hospitalidad y tal vez eso impidió que le atacaran. Algo después, sin embargo, a finales de ese mismo año, una reducida expedición liderada por un sobrino de Oñate (Juan de Zaldívar) volvió a pasar por Acoma, donde ya no les recibieron con los brazos tan abiertos. Resultado: doce españoles muertos, incluido el propio Zaldívar. Se dice que algunos de los soldados saltaron al precipicio desde lo alto de la ciudad cuando eran acosados y, milagrosamente, sobrevivieron a la caida de más de 100 metros.

Informado de los hechos, Oñate abrió un proceso contra los causantes y se decidió enviar una expedición de castigo, comandada por Zaldívar, obviamente no el muerto, los españoles en América hicieron grandes gestas, pero la resurrección de los muertos no llegaron a conseguirla. El encargado de la expedición fue su hermano: Vicente de Zaldívar. Oñate le había dado precisas instrucciones sobre qué hacer (esta y otras citas provienen de este documento de la universidad de California)
"Llamareis de paz a los dichos | yndios de Acoma, rrequiriendoles vna y dos y tres beçes | que se baxen de la dicha fuerça, abatiendo las armas y suje- | tandose al domjnjo del rrey nuestro señor, rrespeto de que le an | dado la obidençia como basallos suyos"
Asimismo, le pide que los traiga a su presencia para  que se les oiga "de justicia"
“En seguridad donde no se huyan | nj desparçan los pondreis con mucha seguridad y guarda y | los traereis todos a mi presençia para que se les oyga de justicia."

Por último y más importante para lo que sucedió después, le da carta blanca a Zaldívar para que ejecute el castigo como crea oportuno:
"para haçer el dicho | castigo como os pareçiere os doy facultad segun y como yo | la tengo de su magestad"
Por cierto, para entonces, "su magestad" ya no era el mismo que había autorizado la partida, ya que Felipe II había muerto hacía pocos meses, en septiembre de 1598. Es de suponer que los expedicionarios no estaban al tanto del triste óbito; en cualquier caso, con poner un palote más en los escritos, asunto solucionado.

Acoma vista desde el aire. Desde luego hay que echarle lo que
hay que echarle para intentar subir ahí
Así que el Zaldívar vivo salió con 70 hombres hacia Acoma donde, no sin esfuerzo, cumplió las órdenes encomendadas frente a un número de indios al menos diez veces superior al de su partida y que, además, estaban refugiados en una ciudad casi inexpugnable. El asalto duró 4 días, entre el 21 y el 24 de enero de 1599 y comenzó con un ataque de distracción por parte de la mayoría de la tropa que permitió que un pequeño grupo alcanzara la ciudad y comenzara a abrir brecha. El resultado fue una carnicería que quedó bastante bien documentada por Gaspar Pérez de Villagrá, cronista del asunto. Murieron muchos de los habitantes de Acoma, algunos se suicidaron, otros fueron asesinados por los suyos antes de que los cogieran los españoles. Se habla de 800 indios muertos (de los cuales 500 eran guerreros) y otros 500 capturados, algunos de los cuales fueron posteriormente mutilados como forma de escarmiento. La ciudad fue arrasada para evitar que los Pueblo o, peor aún, los apaches del norte, volvieran a hacerse fuertes en ella.
"Otro dia que fue el del señor Sant Ylefonsso, desde que amaneçio en- | peçaron batalla canpal que duro hasta las quatro y mas de la tarde | y fue milagrossa en la mucha muerte de enemigos sin ninguna | de los nuestros, en vn fauorablissimo ayre tan frio que jamas se es- | calentaron los arcabuçes con disparar todo el dicho tiempo sin çessar | y ser tan pocos que no llegauan a çinquenta los que estauan arriba | en el peñol, que los demas, acunplimiento de setenta que fueron | a esta guerra, guardauan el dicho peñol a cauallo al pie del y hauia | de diez enemigos arriba para cada español y este dia se vio por los | dichos yndios el señor Santiago o el señor Sant Pablo."
Por los españoles cayó un tal Lorenzo por fuego amigo ("descuido") de un tal Asensio. Y ya.

La leyenda nigérrima dice que los españoles arrasaron, quemaron, mutilaron, asesinaron, violaron todo lo que pudieron y más en América. No vamos ahora a argumentar en contra de esa leyenda, pero sí hay que decir que Oñate fue juzgado y condenado por este incidente. De hecho fue llamado por "su magestad" a declarar en Méjico en 1606, aunque él se buscó las tretas para no ir hasta 1613. Como digo, fue juzgado y condenado, aunque luego perdonado por el rey. Murió en España en 1626 después de haber sido inspector de minas.

Los españoles dedicaron muchos esfuerzos y sufrimientos a lo largo de décadas en una tarea que ofrecía poca o ninguna recompensa a corto plazo. Bien es cierto que muchos de los expedicionarios, en su ingenuidad, no buscaban otra cosa que el oro y las riquezas de Cíbola y Quivira, basándose en las leyendas que algunos aprovechados inventaban (por cierto, Acoma está actualmente en el condado de Cibola, NM). Sin embargo, lo cierto es que se abrió la puerta de Norteamérica, se inició su exploración y se pusieron las bases para el desarrollo de la potencia suprema en el mundo en el siglo XX, 400 años después. Fue,  en suma, investigación en ciencia pura. No valía para nada... entonces. Mucho tiempo después alguien encontró la utilidad al trabajo realizado.

Por último, hemos de destacar que el castigo contra los Pueblo fue especialmente cruel seguramente por dos motivos. Uno es obvio, el encargado del castigo era hermano del asesinado, el segundo es más sutil. Formalmete los Pueblo habían aceptado someterse al rey de España en la primera pasada de Oñate por Acoma, así que su acción posterior no fue el acto de un  enemigo contra una nación invasora sino que, formalmente, fue un acto de traición que requería un castigo mucho mayor. Justo o injusto, así se consideró.

Casi nunca la vida es blanco o negro. Hay una infinita gama de grises entre medias o, parafraseando (y traduciendo creo que más correctamente el título) ese libro tan de moda hoy en día, 50 tonos de gris...

Acoma ha pasado a unirse a mi lista de visitas deseadas si es que alguna vez me es posible.

domingo, 23 de septiembre de 2012

El orgullo de España humillado por el Almirante Vernon

Esa es la leyenda de la moneda o medalla que veis a la derecha. Tal vez una traducción más correcta en el fondo, que no en la forma,  sería algo así como "El almirante Vernon enseña humildad a la orgullosa España". Como en este caso la forma es más que importante, he preferido la versión que titula esta entrada. La moneda muestra a dos personajes ataviados con ropas del siglo XVIII, uno de ellos está arrodillado y entregando su bastón de mando al otro. Para que no nos equivoquemos, nos lo han identificado como "Don Blass", así que el que está de pie debe ser el tal Vernon. 


Para reforzar la ideíta, nos suministran otra medalla conmemorativa, en ella volvemos a ver al elegante Vernon, pero ya no hay ni rastro del harapiento Don Blass. Sin embargo, nos aporta algunos datos de sumo interés: una fecha y un lugar. Esta segunda moneda nos dice: "Admiral Vernon Vhinning the Town of Carthagana" y la fecha "1740:1" o sea "El almirante Vernon tomando la ciudad de Cartagena" en 1741. Para que no haya duda, de fondo vemos unos barquitos, edificios y palmeras que perfectamente pueden representar la ciudad de Cartagena de Indias, en la actual Colombia, aunque en la fecha de la emisión de esta medalla pertenecía al Virreinato de Nueva Granada, corona Española. 


No quedan dudas pues, las dos (o una, no parece que sean el anverso y reverso de una misma moneda, pero todo podría ser) medallas se emitieron como conmemoración de la toma de Cartagena de Indias por un apuesto almirante llamado Vernon, al que suponemos británico, ante un andrajoso y desconocido Don Blass. Pero... ¡un momento! ¿Alguna vez estuvo Cartagena de Indias bajo dominio británico? Pues seguro que sí, no creo que de no ser así los muy serios británicos se hubieran atrevido a emitir esas monedas... ¿O si? 

Pues la respuesta correcta es que si y eso supone uno de los episodios más chuscos de la historia británica, episodio cuidadosamente borrado de sus libros de historia y que es muy útil para cachondearse un rato de algún inglés estirado de la city. Vamos con la historia de Badass Don Blass, Don Blas de Lezo

La guerra del asiento (1739-1748)


En 1741 España estaba en guerra, como casi siempre a lo largo de nuestra no corta historia. En esta ocasión el adversario era Inglaterra, un miembro destacado de la lista de enemigos habituales, lista de gran utilidad para tener siempre a mano alguien con quien guerrear. Además, siempre es más cómodo darse de palos con alguien conocido, de hecho cuando ningún miembro de la lista está disponible los españoles tendemos a pelear entre nosotros y eso interesa un poco menos. 

La guerra en la que en ese momento estábamos inmersos (bueno, en realidad una de ellas) responde en inglés al muy poco honorable nombre de "La guerra de la oreja de Jenkins". No es que en español el nombre gane mucho en marcialidad: "La guerra del Asiento" y era, como tantas otras guerras en la historia, una guerra de origen comercial. La guerra del Asiento se libró básicamente en aguas y costas del Caribe entre 1739 y 1748 y, como os podéis imaginar, supuso una lucha por el comercio desde y hacia los territorios españoles en América. Como casi todos nuestros males durante el siglo XVIII derivaba en parte del tratado de Utrecht, en el que aparte de conceder Gibraltar y Menorca a la corona Inglesa, también les concedimos el "Navío de permiso" y el monopolio sobre el "Asiento de Negros" (sic). Sí, en los Virreinatos españoles se vendían esclavos negros y sí, el monopolio de esa venta lo tuvieron naciones extranjeras durante bastante tiempo. Curiosamente, los británicos no dudaron en pedir (y usar, desde luego) ese privilegio en compensación por... bueno, no se sabe muy bien por qué. Esto también se lo podéis decir al inglés estirado de antes. A lo largo del primer tercio del siglo, la situación se fue enrareciendo ante lo que la Corona Española consideraba abuso y contrabando bajo capa de los privilegios concedidos en Utrecht, así que lo que tenía que pasar pasó: un guardacostas español llamado Fandiño desorejó a un presunto contrabandista, el tal Jenkins, y comenzó de nuevo el lío.

En 9 años de guerra seguro que pasaron cosas terribles y murió mucha gente, pero la importancia histórica de este episodio es casi nula, ya que al final de la misma se volvió al statu quo anterior y España no supo, no pudo o no quiso aprovechar su indudable victoria militar para sacar algo de provecho. Sin embargo, hay al menos dos detalles que recordar de esos nueve años:


  1. La toma de Puerto Bello, PortoBello o Portobelo, puerto ubicado en la actual Panamá y que fue conquistado por Vernon en 1739 (y recuperado por España tras el punto 2 de esta lista). Esta conquista fue muy aclamada en todo el imperio Británico, donde hay montones de lugares llamados Portobelo, por ejemplo la famosa Portobelo road, en Kensington, Londres. Así que por lo menos, el tener el control de Portobelo durante un par de años les sirvió a los ingleses para que su famosísimo (y más que decepcionante, diría yo) mercadillo no esté en Green's lane sino en la más sonora Portobello road.
  2. Mucho más importante y la razón de este artículo, el:

Sitio de Cartagena de Indias (1741)


El amigo Vernon era un veterano de la Marina Británica. Había iniciado su servicio curiosamente en la Guerra de Sucesión Española, pero en 1741 ya llevaba un tiempecito dando vueltas por el Caribe, conquistando Portobelo y tal. De hecho, ya había intentado someter Cartagena por dos veces en marzo y en mayo de 1740, ambas con el mismo resultado: negativo. El almirante se estaba mostrando cada vez más como un inepto de cierta categoría, pero ahí seguía, el tío. 

En 1741 decide que no hay dos sin tres y que de él no se ríen cuatro piojosos españoles, así que monta en Jamaica una flota de las de no te menees. En palabras del Instituto de Historia y Cultura Naval:
"Se despejó la primera incógnita el 15 de Marzo de 1741 al ver desde Cartagena la inmensa flota, que se acercaba en número de 135 velas, las 36 navios; las demás transportes, burlotes y bombardas. Todas fondearon en la ensenada de Canoas."
Vernon se presentó en Cartagena con tal flota, tripulada y ocupada por más de 15.000 marineros y unos 12.000 soldados de distinto tipo. Había preparado nada menos que la invasión anfibia más grande de la Historia hasta Normandía (1944). Una fruslería, teniendo en cuenta que enfrente tenía entre 3.000 y 4.000 hombres, incluyendo 600 arqueros indios, y seis (6) naves. Eso sí, las comandaba Blas "Badass" de Lezo.

Blas de Lezo de Olavarrieta había nacido en Pasajes a finales del siglo de oro y a la edad de 12 años ya estaba embarcado. Participó en distintas batallas de la guerra de sucesión y, como Don Juan, en todas partes dejó memoria amarga de sí. Lo malo es que Blas se lo tomó demasiado en serio y, aparte de dejar memoria, también iba dejando partes de su cuerpo: una pierna en Vélez-Málaga, un ojo en Tolón y un brazo en Barcelona, así que al final de la guerra, con solo 25 años, ya tenemos a Don Blas cojo, manco y tuerto, de hecho era conocido como el "Medio Hombre". Como carrera no está mal, pero no ha hecho más que empezar. Siguió sirviendo a su patria (cuyo nombre, por si alguno no se había dado cuenta, empieza por E, pero no contiene ninguna H ni K, a pesar de su lugar de nacimiento) en distintos lugares hasta que dio con sus huesos, con los que le quedaran, en Cartagena de Indias en 1737 como comandante general del Apostadero de Marina.

Y aquí estamos, a 15 de marzo de 1741 con Don Blas mirando con su único ojo la inmensa flota que Vernon había preparado y que se acercaba a Cartagena. Junto a él, el Virrey, D. Sebastián de Eslava.

"Ambos jefes prepararon la defensa empleando los recursos de que disponían, consistentes en 1.100 hombres de tropa regular, 300 milicianos, dos compañías de negros libres y 600 indios flecheros. Lezo situó sus navios en dos líneas, cubriendo la llamada Boca Chica del puerto, reforzó con marinería y artilleros los castillos, y tendió cadena que cerrara el acceso á los brulotes, utilizando la inacción y tiempo perdido por los enemigos en reconocimientos."

El día 20 de marzo comienza el jaleo, con dos barcos ingleses destruyendo las baterías de San Luis y San José y el desembarco de 8 regimientos. El día 4 de Abril, cuando Lezo y el Virrey estaban juntos decidiendo  la retirada hacia posiciones más interiores de las defensas, casi abandonando la segunda línea, ambos son heridos (a estas alturas herir a Lezo debía ser cada vez más difícil por no hallar donde) y entonces sucede algo que hoy nos permite la carcajada:

"Conseguido el segundo triunfo, despachó el almirante Vernon un bajel ligero para Londres, dando por segura la conquista y posesión del emporio de las Indias, nueva que causó en Inglaterra frenética alegría un tanto anticipada, en verdad."

Y tanto, en Inglaterra se apresuraron a emitir las monedas que abrían esta entrada, mientras en Cartagena...

"Del 12 al 20 de Abril dispararon sin interrupción y con efecto que les pareció suficiente para dar el asalto. Acometieron, pues, al amanecer este día, con 1.200 granaderos, al cerro y castillo dominante de San Lázaro, donde había 250 soldados de marina y de los regimientos de Aragón y de España, y tan serenos dispararon sus armas, que á las siete de la mañana huían los asaltantes abandonando escalas, fusiles y efectos, y dejando la quebrada por donde atacaron cubierta de muertos y heridos. Eslava aprovechó el momento con una salida de tropas que tomaron por la espalda á los ingleses, haciendo la jornada decisiva."

Cuenta la leyenda que uno de los motivos del fracaso de este asalto fue que Don Blas, sabiendo que los ingleses conocían bien la construcción de sus defensas, supuso que traerían escalas con la altura justa para el asalto, así que ordenó excavar una zanja junto a las murallas, haciendo el foso más profundo y convirtiendo a las escalas en inútiles. JUAS!!!

"...pero el 27 se notaron señales ciertas de la retirada: las bombardas se unieron á los navios; empezaron á reembarcar efectos, desalojaron los puntos ocupados, y sucesivamente fueron saliendo de la bahía sus naves, después de quemar las que se les inutilizaron, así como el navio Galicia, y de minar ó demoler los fuertes de que se habían apoderado. El 20 de Mayo desaparecieron del todo. Según los datos consignados en el diario del general Lezo, dispararon durante el sitio 6.068 bombas y más de 18.000 balas de cañón, y por los demás recogidos, perdieron por combate y enfermedades 9.000 hombres; tuvieron que incendiar seis navios y otros 17 quedaron con necesidad de grandes reparos para poder servir"

Así que volvamos la vista unos segundos a las monedas iniciales. El zarrapastroso español que se rinde es Don Blas de Lezo, aunque para no hacer de menos la "gran victoria de Vernon", le transplantaron el brazo,  la pierna y el ojo perdidos en el Mediterráneo. Los ingleses, tal vez porque sabían que les iba a dar por el orto, le añadieron la segunda ese al nombre, lo que me ha permitido a mi rebautizarle como Blas "Badass" de Lezo, que no solo no se rindió, sino que defendió la ciudad con éxito ante una fuerza increíblemente superior. Don Blas enfermó durante el asedio y murió en septiembre del 1741 en Cartagena. Suena ahora, por casualidad, el Adagio de Albinoni (que no es de Albinoni, pero esa es otra historia) en mi ordenador. Sea en su recuerdo.

Vernon siguió haciendo de las suyas, o sea, el ridículo, en el Caribe y acabó siendo expulsado de la Royal Navy en 1746. A pesar de ello descansa en Westminster.

Dejo para el final una nota algo, bastante, amarga. Una carta de Blas de Lezo relatando los hechos y lo que después se hizo, que fue nada.


"Excmo. Sr.: El diario adjunto que paso á manos de V. E. de lo acaecido en esta ciudad y sus fortificaciones, instruirá á V. E. de la realidad que ha mediado en los varios sucesos del tiempo en que los enemigos han intentado su invasión.Bien quisiera omitir lo prolijo de esta narración de que se ha formado este volumen, pero las circunstancias que han precedido de abandono y omisión en esta grave materia, no obstante las anticipadas órdenes de S. M. para el resguardo de esta plaza, y encargos con que me hallo para su consecución, me precisan á exponer, aun contra mi genio, que sólo los efectos de la Divina Providencia han sido causa para "lograr por entero que esta ciudad y comercio no experimentasen su total ruina, sin que causa humana en lo natural pudiese contrarrestar las fuerzas que vinieron, por el lamentable-estado en que se hallaba. Pues habiendo dado cumplimiento á lo que S. M. se dignó ordenarme por las Secretarías de Indias, Marina y Almirantazgo para que con la mayor parte de mis tripulaciones ayudase á la defensa de esta plaza y puerto, lo que practiqué con toda puntualidad, fue preciso concurrir, demás desto, con cañones, balas, pólvora, atacadores, granadas, metralla, cureñas, ruedas y ejes, porque, como no se había dado providencia alguna, se carecía de un todo.
Ni parece creíble que una ciudad amenazada del enemigo con anticipadas noticias del Rey para su resguardo, y mandado se hiciese un repuesto de víveres para seis meses, fuese tal la escasez de los positados, que precisase á D. Sebastián de Eslava á la forzosa valerse de los que tenía para las tripulaciones de mis navios, los que igualmente distribuí, así en la gente de marina, como en la tropa de tierra, porque, aunque le facilité en tiempo oportuno solicitase los necesarios á este importante fin, de las colonias francesas ó del reino de Santa Fe, no asintió á ello con el motivo de no tener caudales.
Con todos estos esfuerzos concurrí á la defensa de esta plaza y puerto, sosteniendo por espacio de diez y siete días el castillo de Bocachica y baterías que se hallaban en la misma infelicidad, trabajando en él y ellas, no como corresponde á general, sino como el último grumete de mis navios, para que el honor de las armas del Rey no padeciese el desdoro que le amenazaba. Y me persuado que si no hubiera tenido las órdenes de mantener una buena correspondencia con el expresado D. Sebastián de Eslava (y éste la misma para conmigo), hubiera, sin duda, con mis cuatro navios terminado la empresa de este formidable armamento de los ingleses en aquel sitio de Bocachica; pero desconfiando de mi inteligencia (aunque mi celo excede al que mas), me creí que un hombre de esta reputación no dispondría cosa que no fuese del mayor servicio del Rey.
Engáñeme en el concepto, porque la experiencia me ha enseñado lo contrario, y que nada hemos tenido que aprender de este General ni en la última expedición, ni en todo lo que ha ejecutado desde su llegada á este puerto.
He sabido por una copia de Diario que pude haber á mis manos, que D. Sebastián de Eslava ha forjado en nombre de D. Carlos de Enaut, ó para disculpar sus omisiones, ó para vestirse de mis trabajos, que no es nuevo en la emulación quererse atribuir por propios ajenos lucimientos, tan siniestro y falto de verdad como justifican los instrumentos que incluyo, reservando en mí los originales con otros, para hacer constar á V. E. que sólo mi Diario refiere los hechos como pasaron, y que el que se remitirá por D. Sebastián de Eslava en nombre del Ingeniero, lleva la nota de sobornado con la esperanza que le ha dado de sus adelantamientos, porque sólo ha tirado contra mi estimación y el Cuerpo de Marina, para obscurecer el desempeño con que se portó, llevando casi todo el peso en el combate, y porque no logre la gloria de que llegue á los reales oídos ser quien sostuvo los intentos enemigos en la entrada del puerto, ciudad y fuera de ella, como á todos es notorio.
Y por último, la ciudad se ha quedado en eí mismo estado que estaba el día 28 de Abril que se hizo el último fuego, sin haberse construido obra alguna para su defensa, pudiendo los enemigos á su voluntad entrar desde la boca hasta la bahía sin oposición alguna; y respecto de que en este puerto ya no me queda que hacer con oficiales, tropa y gente de mar de mis navios por haber reunido en sí D. Sebastián de Eslava todas mis facultades, haberse por esta razón separado el comercio de las que el Rey me dio para su dirección, como más largamente lo expongo al Sr. D. Joseph de la Quintana, suplico á V. E. se sirva hacerlo presente al Rey, para que su benignidad me permita poder pasar á la Europa, por cual quiera vía, en el caso de no haber navios de S. M. en que prontamente pueda conseguirlo este año de cuarenta y uno, para que por este medio mi estimación no padezca las vejaciones que experimenta y pueda conseguir ocuparme en España en lo que S. M. se dignase emplearme, esperando del favor de V. E. protegerá mi instancia que, como tan justa, espero de su justificación.
Dios guarde á V. E. muchos años como deseo. Cartagena de Indias, 30 de Mayo de 1741"—Excmo. Señor.—B. L. M. de V. E. su más seguro servidor, Blas de Lezo.—Excmo. Sr. Marqués de Villanas."