miércoles, 28 de agosto de 2013

Donde Hewlett conoció a Packard: Portolá, Junípero y el Camino Real

Albion Walter Hewlett murió, el pobre, de un tumor cerebral en 1925, tras 9 años como profesor en la facultad de medicina de Stanford. Dicha universidad, en parte como favor y muestra de respeto hacia su difunto padre, aceptó en su seno a William Redington Hewlett, que se graduaría en 1934 antes de marchar al M.I.T. a obtener su título de ingeniero (eléctrico, no todo el mundo puede aspirar a ser ingeniero de verdad).

David Packard destacó desde su juventud en Pueblo (Colorado, EEUU) en varios deportes y, ya en su época universitaria, participó en los equipos de fútbol americano y baloncesto de Stanford, donde se graduó en 1934. Tras un breve paso por General Electric retornó a Stanford, donde obtuvo su título de ingeniero (también eléctrico, ¡Ntchs!).

Hewlett, Packard... ¿de qué me sonarán a mí estos tíos?

En Stanford todo destila seriedad, incluidas la mascota y las animadoras
Stanford es hoy en día una de las universidades más prestigiosas del mundo, situándose entre las cinco primeras en casi todos los listados. Nada menos que 52 Premios Nobel han estudiado y/o dado clase allí y hay un dato que a mí me parece escalofriante: las empresas fundadas por alumnos de Stanford tienen una facturación combinada de... ¡2.700.000.000.000 $! (casi el doble que el PIB de España). Creo que más de uno y más de dos debería-mos darle una pensada al por qué, no parece tan difícil. Podríamos fijar el origen de esa función alumbradora de empresas allá por finales de los 30, cuando Frederick Terman, por entonces profesor en Stanford, empezó a animar a sus alumnos (David Packard fue uno de ellos) para que fundaran empresas en las que desarrollar libremente sus ideas, incluso invirtió personalmente en algunas de ellas. Después de la Segunda Guerra Mundial, Terman auspició un programa de alquiler de terrenos propiedad de la Universidad para el establecimiento de empresas, poniendo la semilla de lo que hoy conocemos como... Silicon Valley.

El campus de Stanford está ubicado al sur de la Bahía de San Francisco, rodeado de ciudades como Palo Alto, Cupertino o Mountain View, nombres que hemos leído mil veces en crónicas sobre tecnología. El cogollo del campus está limitado al norte por la avenida "El Camino Real" (literal) y al sur por "Junípero Serra Boulevard". Vaya ¡qué casualidad! Justo de Fray Junípero y del Camino Real os quería hablar yo hoy...

La Alta California: mucho bosque y poca chicha 

Puede parecer sorprendente, pero el territorio que hoy conocemos como California fue explorado muy tardíamente y por obligación. Cuando hablamos de Coronado mencionamos a Fernando de Alarcón como el primer europedo que, posiblemente, puso pie en la actual California, aunque si lo hizo fue por casualidad y solo un ratito, allá por 1540. Un año antes, Francisco de Ulloa ya había explorado el Golfo y había determinado que Baja California (entonces solo California) no era una isla sino una península, aunque los cartógrafos no le hicieron ni puñetero caso y siguieron dibujando una isla, en parte porque desapareció sin dejar rastro en esa misión. En efecto, después de rodear casi toda la península de Baja, Ulloa mandó la siguiente carta desde la Isla de Cedros:
"He decidido seguir en el Trinidad con las pocas provisiones y hombres, si Dios me otorga buen tiempo, tan lejos como pueda, y el viento lo permita, y enviar este barco (el Santa Águeda) y estos hombres a la Nueva España con este informe. Dios quiera que el desenlace sea el que su señoría desea...Beso la ilustre mano de su señoría. Francisco de Ulloa"

Que no os engañe la foto. Baja California era bastante invivible
 en la época que nos ocupa.
Y a partir de aquí no se sabe más de él con seguridad. Hay quien opina que volvió a Nueva España y quien dice haber encontrado sus restos al norte de San Diego. De hecho, entre los buscatesoros americanos aún hay discusiones sobre Ulloa y el Trinidad, que iría según ellos cargado de oro, lo que parece harto improbable. Bueno, eso se lo dejamos a los Goonies y así (por cierto, muy risible que en la taducción española de la peli, el mapa y el pirata pasen misteriosamente a ser ¡italianos! en lugar de españoles)

El primero que estuvo en California de verdad de la buena fue Cabrillo, que desembarcó en San Diego en 1542 y siguió navegando por la costa hasta más allá de San Francisco, aunque no vio la bahía. A partir de ese momento el interés en California decae y prácticamente nadie se pasa por allí en décadas, salvo piratas británicos como Drake y Cavendish que usaron sus costas como puerto de base para hostigar los galeones españoles del Pacífico. En realidad, aunque California estuviera ahí mismito, era bastante difícil llegar a ella, tanto por tierra (había que cruzar desiertos y zonas muy abruptas) como por mar (por la corriente costera hacia el sur), así que no se le hizo mucho caso.

Sin embargo, en la mitad del siglo XVIII, los rusos (pronúnciese "rriusoss") comenzaron a hacer visitas a la costa Pacífica de Norteamérica. Entre 1741 y 1767 varias expediciones salieron desde Alaska hacia el sur explorando la costa, y eso ya si que no se podía consentir, así que se decidió retomar la colonización hacia el norte. En 1765 José de Gálvez y Gallardo (tío del Bernardo de Gálvez que conocemos) es nombrado Visitador real, cargo que debía dar un acongoje importante a los administradores de las Américas, incluidos los virreyes. Gálvez fue enviado con varias misiones, una de ellas era controlar la Alta California.

Hubo otro hecho esencial que sucedió en 1767: la expulsión de España (sí, de España, de toda España, o sea, también de Nueva España) de los jesuítas, que era la orden que controlaba las pocas misiones que había en la Baja California, así que la parte evangelizadora pasaron a llevarla los franciscanos, en concreto Fray Junípero Serra.

Fray Junípero Serra y Gaspar de Portolá


Miquel Josep Serra Ferrer nació en Petra (Mallorca) en 1713, muy pronto hará 300 años. En 1731 entró en la orden franciscana y cambió su nombre por el de Junípero, mucho más adecuado para un misionero, dónde va a parar. Porque, claro, Junípero no se iba a quedar predicando en la bella isla de Mallorca, además no dominaba el alemán, así que en 1749 se embarca hacia Nueva España para iniciar su labor misionera. Durante bastante tiempo se quedó en la zona de Querétaro, pero tras la expulsión de los jesuítas, Junípero y sus frays se hicieron cargo de las 14 misiones existentes en Baja California (ojo, ocupadas por 16 jesuítas, no fue demasiado complicado desalojarles) y pasaron a formar parte del esfuerzo colonizador de Gálvez y Portolá. De hecho, Junípero y el ilerdense Gaspar de Portolá acabaron siendo muy buenos amigos y residentes en California y su abierta colaboración fue esencial para el desarrollo de la zona.

La expedición de 1769 a California fue organizada de forma sumamente profesional por Gálvez, con varios barcos, grupos a pie, gran cantidad de ganado y semillas para establecer granjas... Salieron el 24 de marzo y el primer grupo de viajeros pedestres llegó a San Diego el 13 de Mayo y al día siguiente se fundó el Presidio de San Diego, en la actual Presidio Hill. Fray Junípero llegó en el segundo grupo, unas 6 semanas después y el 16 de Julio fue fundada la primera misión en California: San Diego de Alcalá, primera de 9 que se fundaron en vida de Fray Junípero. Tanto el uno (presidio, que no tiene nada que ver con una cárcel, es un fuerte), como la otra (misión), fueron los primeros asentamientos europedos permanentes en la costa del Pacífico de los EE.UU. y la base para la colonización española de California, pero su primera misión fue la de hacer de hospital para el enorme número de enfermos que iba generando la expedición. De hecho, de más de 200 integrantes, sólo unos 100 sobrevivieron.


Nada más fundar San Diego, no se dío ni un día de descanso, el tío, Portolá salió hacia el Norte con 63 hombres, entre los que destacaban Pedro Fages (El Oso) y sus voluntarios catalanes, el ingeniero Miguel Costansó y el cura Juan Crespí. Partieron el 14 de Julio de 1769 en busca de Monterrey, del que se pensaba que debía ser el mejor puerto de la zona. Y ¿por qué se pensaba eso? Pues muy sencillo: a comienzos del siglo XVII se retomó brevemente la idea de explorar California y se formó una expedición bajo mando de Sebastián Vizcaíno que exploró la costa del Pacífico (incluso alguno de sus cuates llegó hasta Oregón). Desgraciadamente no encontraron ningún puerto excepcionalmente bueno, así que... se lo inventaron o, por ser justos, "exageraron" en la descripción de las bonanzas de una de las bahías que habían encontrado. Para acabar de quedar bien ante el jefe, le pusieron a dicha bahía el nombre de "Monterrey" en honor del Virrey de Nueva España Gaspar de Zúñiga y Acevedo, conde de Monterrey. Al menos, Monterrey sirvió para albergar en 1967 uno de esos famosos festivales lisérgicos de finales de los 60, del que rescatamos la actuación de mis queridos "The Who" antes de seguir con nuestras cuitas...

Bien, con todos esos antecedentes, quedó fijado que Monterrey era un puerto de primera división y era el objetivo prioritario que Gálvez había fijado para la expedición de Portolá. Monterrey dista unos 700 km de San Diego y además el camino no fue fácil, pero la expedición fue, buscó, rebuscó, discutió, se sorprendió y finalmente decidió que aquella bahía que veían (porque la encontraron, claro) no podía ser la descrita por Vizcaíno porque era pintoresca, pero como puerto manifiestamente mejorable, así que... siguieron hacia el norte en busca del "verdadero" Monterrey. Mejor que yo, dejemos que sea el propio Costansó el que nos lo explique. Esta es la carta que el 10 de Diciembre de 1769 enterraron los expedicionarios en Ensenada Pinos, según el procedimiento que tantas veces ya hemos visto:

"La expedicion de tierra que salió de San Diego el dia 14 de Julio de 1769 años á las ordenes del Governador de Californias don Gaspar de Portolá, entró en la Canal de Santa Barbara el dia nueve de Agosto: pasó la Punta de la Concepcion el dia veinte y siete del mismo: llegó al pié de la Sierra de Santa Lucía el día treze de Septiembre: entró en la sierra dicha el diez y siete del proprio mes: acabó de pasar la sierra ó de descabezarla del todo el día primero de Octubre; y avistó el proprio dia la Punta de Pinos: el siete del mismo, reconocida ya la Punta de Pinos, y las ensenadas a la banda del norte, y sur de ella, sin ver señas del Puerto de Monterrey, resolvió pasar adelante en busca de él: a treinta de Octubre dió vista a la Punta de los Reyes, y farallones del Puerto de San Francisco en numero de siete. Quiso llegar a la Punta de los Reies la expedicion; pero unos esteros inmensos, que se internan extraordinariamente en la tierra, y le precisaban a dar un rodeo sumamente grande, y otras dificultades (siendo la maior la falta de viveres) la precisaron á tomar la buelta, creyendo que el Puerto de Monterrey podría tal vez, hallarse dentro de la Sierra de Santa Lucía; y temiendose haver pasado sin haverlo visto: dió la buelta desde lo ultimo del Estero de San Francisco en onze de Noviembre. Pasó por la Punta de Año Nuevo el diez y nueve del dicho; y llegó otra vez á esta Punta y Ensenada de Pinos en veinte y siete del mismo: desde dicho día hasta el presente nueve de Diziembre practicó la diligencia de buscar el Puerto de Monterrey dentro de la cerranía, costeandola por la mar a pesar de su aspereza, pero en vano: por ultimo desengañada ya, y desesperando encontrarlo despues de tantas dilixencias, afánes y trabajos, sin mas víveres que catorze costales de arina, sale hoi de esta ensenada para San Diego. Pide a Dios todopoderoso la guie, y a ti navegante quiera llevarte su Divina Providencia a puerto de salvamento.
En esta Ensenada de Pinos a nueve de Diziembre de mil setecientos sesenta y nueve años.
Nota: El ingeniero don Miguel Costanso observó la latitud de varios parages de la costa siendo los principales los siguientes. San Diego en el real que ocupó en tierra la expedicion 32° 42 El pueblo de gentiles mas oriental en la Canal de Santa Barbara 34 18 La Punta de la Concepcion 34 30 El principio de la Sierra de Santa Lucía hacia el sur 35 45 Su fin en esta ensenada de la Punta de Pinos 36 36 La Punta de Año Nuevo que es baja y de arrecífes de Piedra 37 04 En tierra cerca del Puerto de San Francisco teniendo los farallones al oeste quarta al noroeste 37 35 Juzgo la Punta de los Reies que miraba al oesnoroeste desde el mismo sitio por 37 44
Se les suplica a los señores comandantes de los pacabotes, ya sea de San José, ó del Principe que si a pocos dias despues de la fecha de este escrito abordaren á esta plaia; enterados de su contenido y del triste estado de la expedicion procuren arrimarse a la costa y seguirla para San Diego a fin de que si la expedicion tuviese la dicha de avistar a una de las dos embarcaciones y les pudiese dar á entender con señas de banderas ó tiros de fusil el parage en que se halle la socorra con viberes si posible fuese.
Alabado sea Dios
"
No, este no es Portolá, es Clint Eastwood con
su inefable poncho
La punta Pinos de la que hablan es el cabo que marca el sur de la bahía de Monterrey y justo al sur de esa misma península se encuentra el famoso puebleciglio de Carmel by the sea, en el que fue alcalde el nunca suficientemente alabado Clint Eastwood y, además, acabaría siendo ubicación de la segunda misión fundada por Serra y sus Frays en California, cosa que harían en Punta Pinos el 3 de Junio de 1770 bajo el nombre de San Carlos Borromeo y según diseño de Costansó. Poco después de su fundación la misión se trasladó y hoy está en Carmel, supongo que cerquita de la casa del Sr. Eastwood, en la prolongación de Junípero Street.

El retorno a San Diego fue bastante penoso, con muy mal tiempo y falta de provisiones. En el camino los expedicionarios se ventilaron doce de las mulas de carga que llevaban, pero el 24 de enero de 1770 consiguieron llegar a San Diego los mismos 66 paisanos que habían salido seis meses antes, lo que no dejaba de ser un gran éxito. La situación en el presidio era casi peor, muchos de los enfermos habían muerto y no habían llegado las provisiones esperadas, pero al menos el presidio y la misión seguían en pie. En esos seis meses la expedición había viajado de San Diego a San Francisco y vuelta, pasando por Monterrey y lo que acabaría siendo Los Ángeles y, curiosamente, acamparon entre el 6 y el 11 de Noviembre de 1769 al pie de dos altos árboles de los que hoy solo queda uno y es... el palo alto de Palo Alto y del escudo de Stanford.

A finales de marzo, cuando Portolá estaba a punto de salir de nuevo, esta vez hacia el sur a buscar provisiones, llegó un barco de aprovisionamiento y las cosas comenzaron a funcionar algo mejor. Como hemos visto, Portolá no era hombre de esperas, así que en cuanto las cosas estuvieron medio controladas, el 16 de abril, partió una nueva expedición hacia el norte, por tierra (Portolá, Fages y Crespí) y por mar (Junípero y Costansó). Ambas partes de la expedición se reunieron en Monterrey donde, como se ha dicho, se fundó la segunda misión el 3 de Junio. Después vinieron San Antonio de Padua (1771), San Gabriel Arcángel (1771), San Luis Obispo de Tolosa (1772), San Francisco de Asís o Misión Dolores en pleno centro de la actual ciudad de San Francisco (1776), San Juan Capistrano (1776), Santa Clara de Asís (1777) y San Buenaventura (1782), todas ellas en vida de Fray Junípero. A su muerte, fue Fermín de Lasuén el que tomó el liderazgo misionero y siguieron las fundaciones hasta completar una cadena de 21 misiones, desde San Diego al sur hasta San Francisco Solano, la última y más septentrional.

El programa colonizador de Gálvez había sido llevado a la práctica por fases perfectamente engranadas. Fray Junípero estableció la estrategia fundacional de las misiones que finalizó con una de ellas cada 50 km, aproximadamente, lo que suponía una jornada típica a caballo. Como os habréis imaginado, el Camino Real era el que iba uniendo todas esas misiones. En principio poco más que un sendero, pero poco a poco fue ensanchado y mantenido para mejorar la comunicación "intermisional" y acabó siendo el eje costero de California, uniendo los poblados que fueron surgiendo alrededor de las misiones y, a la postre, las ciudades en las que se convirtieron.

Misión de Santa Bárbara
Las misiones eran gestionadas por los franciscanos, que iniciaron una labor de formación de los indígenas, algunos de los cuales se mostraron hostiles, pero poco a poco se fueron aviniendo a la vida moderna y adaptándose a las explotaciones agrícolas y ganaderas que fueron paulatinamente creciendo alrededor de las misiones y acabaron siendo bastante prósperas. Hay que tener muy presente que las tribus de la zona estaban especialmente atrasadas en aquel momento, muy por detrás de lo visto más al sur, así que pasaron (no sin esfuerzo por su parte, claro) casi de la edad de piedra al siglo XVIII-XIX en un par de décadas. Hombre, por el camino hubieron de bautizarse, ser azotados si se agarraban una melopea, ir a misa diaria y tal... cosas de los frays, supongo que les estirarían de las patillas e incluso les arrearían con la regla en las uñas, pero era por su bien y la eterna salvación de sus almas...

Adicionalmente, el hecho de que las misiones estuvieran tan bien colocadas estratégicamente  medio obligaba a Junípero y sus Frays a ser especialmente hospitalarios con los expedicionarios que por allí se seguían moviendo.

Fray Junípero murió en la misión de San Carlos Borromeo en 1784, pero el movimiento ya se había iniciado y no pararía. Portolá, una vez cumplida a la perfección su misión de abrir la puerta de California la abandonó y no volvería nunca jamás. Fue sucedido como Gobernador por Pedro Fages, que tuvo sus roces con Junípero.

¡Ah! por cierto, a los rriusoss ni los vimos.

Conclusión


La colonización de California, como hemos visto, fue muy tardía, más de doscientos años después de las conquistas sudamericanas, y además la primera colonización planificada. 

El Camino Real sigue existiendo y, aunque no sé si con mucho éxito, es promocionado como atractivo turístico; a la americana, eso sí: se sacaron de la manga unas campanas que señalizan el camino que a mí, sinceramente, me parecen un poco cursis, pero en fin...en cualquier caso, otro destino obligado más. Ahora lamento enormemente no haber visitado la Misión Dolores el único día que estuve en San Francisco. Casi todas las misiones están restauradas y son visitables, ¡algunas incluso mantienen su colegio y su instituto!

Por terminar, dada la circunstancia de que el palo alto de Palo Alto está justo en una de las esquinas de la superficie ocupada por la Uni de Stanford (37°26'49.99"N, 122°10'12.25"W), hemos de colegir que los expedicionarios que allí acamparon durante casi una semana se movieron por la zona e incluso cazaron en ella, así que: Hewlett, Packard, Brin, Page, Knight... ¿quienes creéis que sois, piltrafillas? El primer ingeniero que paseó su coleto por el campus de Stanford se os adelantó en torno a 200 años y fue un ingeniero militar español, de Barcelona para más señas.

Si, ya, no se puede ser perfecto...

Y ahora, a seguir pensando por qué de Stanford sale tanto talento aprovechable y de la universidad de Villabotijos de Abajo (España) no. ¿Será tan complicado?






viernes, 2 de agosto de 2013

El lago español: Balboa, Magallanes y Urdaneta (y II)

NOTA PRELIMINAR: Aunque tardío, este es un momento tan bueno como otro cualquiera para recordar "mi cole", el ORIES de Artajona, donde terminé EGB en 1984. Un lugar con unas instalaciones patéticas que hoy sería cerrado por la Admon sin derecho a réplica, pero que daba una educación de un nivel inimaginable para nuestros churumbeles de hoy en dia. La dedicación y conocimiento del profesorado eran, sencillamente, espectaculares. A día de hoy, lo poco que conozco del mundo que me rodea sigue siendo mayoritariamente lo que allí aprendí. Me gustaría pensar que Don José y Don Martín siguen vivos y felices. Desde luego creo que pueden sentirse orgullosos de su obra. Dada la temática del blog, también me viene a la mente don Leonardo, mi último profesor de historia. Gracias a todos.



PRIMERA PARTE AQUÍ

Ahora volvamos a lo nuestro, mucho menos importante. Os adelanto que la entrada de hoy me ha quedado algo larga y tan divertida como una película de Bergman sobre el lento crecimiento de la hierba en la Suecia rural de finales del XIX. No es por desanimar, es por provocar comentarios, aunque sean airados.

Bien, hace unos días, como quien dice, dejamos a Magallanes, Elcano, Pigafetta y sus cuates bastante felices por haber salido del estrecho Patagónico, pero seguramente preocupados por lo que tenían por delante, sobre todo por no saber qué tenían por delante.

Hoy es ligeramente más sencillo hacerse una idea: encendemos nuestro ordenador, abrimos el navegador, buscamos en Google Maps... ¡et voilà! vemos el Pacífco en su plenitud. Mapas, fotos de satélite, fotos de aficionados viajeros, información, vínculos a interesantísimas güés... todo. Como si lo hubiéramos recorrido de Norte a Sur y de Este a Oeste. Para Magallanes, Elcano y sus muchachos la cosa era algo más complicada: no había ni un rudimentario mapa de la zona, para empezar porque nunca antes nadie que hubiera pasado por allí -si es que alguien había pasado por allí- había tenido capacidad para hacerlo.

The Pacific crossing (si no metes un palabro en inglés en un artículo no eres cool)


El Pacífico. En esta escala casi no se aprecia ni Hawaii
Os ruego en cualquier caso que, antes de adentrarnos en los hechos sucedidos a las tres naves comandadas por Magallanes tras abandonar el estrecho Patagónico, abráis vuestro G. Earth, Maps u lo que sea, os vayáis a la boca pacífica del estrecho de Magallanes (recordad: 52ºS) y vayáis avanzando más o menos en dirección NO (rumbo 315, o así, hacia el mistral, que diría Pigaffetta). Despacio, sin  demasiada prisa...no hay mucho más que agua ¿no? Bueno, en realidad no, acabáis de atravesar la Polinesia, una enorme extensión de agua salpicada de más de 1000 islas y algunos islotes, atolones, volcanes y rocas varias. ¿Cuántas de ese mogollón de islas avistó Magallanes? Pues... parece que dos (2). Bueno, dos es mejor que ninguna, ciertamente, y ¿en cuantas de esas dos pudieron desembarcar nuestros rudos marineros para aprovisionarse? Pues... en realidad en ninguna, así que Magallanes & co. se cruzaron el Pacífico de puritito machos, sin escalas, sin ayuda, sin mapas, sin WiFi y, sobre todo, sin miedo (bueno, miedo debieron tener un rato, pero no les impidió seguir, ya me entendéis)

Habíamos dejado a nuestra tropa a 52ºS, costa Pacífica de Chile, el miércoles 28 de Noviembre de 1520 y justo allí nos acercamos de nuevo a ellos hoy.

Pigaffetta no cuenta gran cosa de lo que pasó en la travesía del Pacífico, pero da los suficientes datos como para saber que no fue un crucero de placer precisamente. Así, para empezar:

"El miércoles 28 de noviembre de 1520 nos desencajonamos de aquel estrecho, sumiéndonos en el mar Pacífico. Estuvimos tres meses sin probar clase alguna de viandas frescas. Comíamos galleta: ni galleta ya, sino su polvo, con los gusanos a puñados, porque lo mejor habíanselo comido ellos; olía endiabladamente a orines de rata. Y bebíamos agua amarillenta, putrefacta ya de muchos días, completando nuestra alimentación los cellos de cuero de buey, que en la cofa del palo mayor, protegían del roce a las jarcias; pieles más que endurecidas por el sol, la lluvia y el viento. Poniéndolas al remojo del mar cuatro o cinco días y después un poco sobre las brasas, se comían no mal; mejor que el serrín, que tampoco despreciábamos."

Claro, en tales condiciones no tardó en aparecer el escorbuto, mal de las encías, que fue atacando a los marineros y dejándolos en condiciones lamentables, si no matándolos. Hubo diecinueve bajas entre los expedicionarios (más dos indígenas que habían sido capturados en América) y más de treinta incapacitados temporales. En tales condiciones no se hacen prisioneros, como os podéis imaginar así que:

"Las ratas se vendían a medio ducado la pieza y más que hubieran aparecido. Pero por encima de todas las penalidades, ésta era la peor: que les crecían a algunos las encías sobre los dientes -así los superiores como los inferiores de la boca-, hasta que de ningún modo les era posible comer: que morían de esta enfermedad"

Puestos a poner imágenes de la Polinesia Francesa, pongamos esta de
Bora-Bora, que es donde acabarían los de la comisión multipartita
 de los cabildos canarios pasando un par de semanitas. De nada, muyayos.
En cierto modo, dentro la incómoda situación en la que se encontraban, se puede decir que tuvieron suerte ya que durante estos meses de travesía fue cuando el Pacífico se ganó su nombre: no hubo ni una mala tormenta, ni una mala galerna... nada, sólo plácida y aburrida navegación en el rumbo más alejado de isla alguna que se pueda imaginar. Ya es mala suerte. Aún así, por el camino avistaron dos islas, como os he dicho, ambas en latitud sur, a 15 y 9º según Pigaffetta. Por desgracia no fue posible fondear en ellas y se tuvieron que limitar a pescar unos cuantos tiburones que por allí abundaban. Les pusieron de nombre "Islas Infortunadas" (me sorprende que aún no se haya creado una comisión multipartita de los distintos cabildos canarios para hacer un viaje de hermanamiento a tutiplén con estas islas...por lo de "afortunadas" vs. "infortunadas", ya sabéis...). Aunque las pistas no son muchas, parece probable que estas islas sean las hoy conocidas como  Puka Puka (ojo, no confundir con PukaPuka) y bien Isla CarolinaIsla Flint o Isla Vostok, aquí hay dudas. Por cierto, estas tres fueron reclamadas mucho despues por EEUU bajo el Acta de las islas guaneras, lo que cuadra bastante con la abundancia de aves que describió Pigaffetta. No, yo tampoco había oído en mi vida hablar del acta de las islas con abundancia de caca de pájaro, pero resulta que existió e incluso permitía al presidente de los EEUU usar sus fuerzas armadas para defender una isla, cayo o roca que hubiera sido reclamado bajo ese acta de la caca. Dos curiosidades por el precio de una: la isla de Puka Puka fue visitada de nuevo en 1616 por los holandeses Schouten y Le Maire, que la denominaron "Isla de los Perros" (Honden eiland, o así) porque se la encontraron habitada solo por tres perros que no sabían ladrar. De haber sabido, seguramente habrían ladrado en español.

Las tres naves dejaron atrás las Islas Infortunadas, sus tripulantes con más hambre que el perro (ladrador o no) de un ciego, y continuaron su rumbo. En algún punto al norte de las Fidji cruzaron el ecuador, suponemos que sin fiesta de paso del ídem, y se adentraron en una zona en la que poco más de 400 años después otros barcos, más grandes y pesados librarían batallas muchísimo más cruentas. El 6 de marzo de 1521, por fin, divisaron unas islas de cierto empaque y en las que parecía que se podía fondear:

"A las casi setenta leguas de esta bitácora, en los 12 grados de latitud y los de longitud, el miércoles 6 de marzo descubrimos un islote al mistral y hacia el garbino, dos. De estas últimas, una era más alta y espaciosa. Quería atracar en ella el capitán general, por busca de algún alimento fresco; pero no pudo, porque los naturales de dicha isla deslizábanse en nuestras naos y robaban aquí una cosa, otra allá..., de forma que no la había para tenerlas seguras. Estábamos arriando velas para bajar a tierra, cuando --con insólita rapidez-- nos robaron el esquife amarrado a la popa de la nave capitana. Furioso por dicha fechoría, bajó a tierra el capitán general con cuarenta ballesteros; incendiaron cuarenta o cincuenta casas y muchas canoas, mataron a siete hombres y se recuperó el esquife."
¡Juas! Estas islas serían conocidas por los españoles durante años como "Islas de los ladrones", actuales Islas Marianas. En concreto parece que Magallanes desembarcó en Guam, la más grande y más meridional de las Marianas. Como os dije en la primera parte de esta entrada, cuando Balboa se metió hasta la cintura en el Pacífico y lo reclamó para Castilla, poco sabrían los guameños del temita, pero tan solo 7 años y medio después (si, TAN SOLO siete años y medio) ya se enteraron del asunto. Hemos de reconocer que el primer encuentro no fue muy amistoso por ninguna de las dos partes pero, sea como fuere, Guam fue parte de España hasta el final de la época colonial en 1898 en que pasó a los EEUU por el tratado ¿de? En efecto: París, ante cualquier pregunta del trivial sobre un tratado, responded París, tendréis un 50% de posibilidades de acertar. Casi 400 años de presencia española en Guam. Por cierto, el resto de las Marianas se las vendimos a los alemanes en 1899, así que debieron ser nuestras últimas posesiones por la zona.

En fin, muy bonito todo lo de Guam y tal, sobre todo para marinos que llevaban meses sin ver tierra pero, muchachos, nadie dijo que esto fuera a ser divertido y la flota tenía una misión, así que cargaron agua y víveres y ¡de nuevo al polvo del camino! O a la espuma de mar, que tanto monta.

Desde Guam cruzaron el Mar de Filipinas y en solo diez diítas de plácida navegación llegaron a Sámar, una de las más de 7.000 islas que componen las Filipinas.

Paragua, en las Filipinas. Eso fue España hasta 1898.
Ni que decir tiene que pasa a engrosar la lista de viajes deseados.
Y, amables lectores, aunque geográficamente el Pacífico se extiende aún al oeste de las Filipinas, a efectos de navegación, a partir de aquí el viaje de Magallanes fue completamente diferente, sobre todo para él mismo, ya que la diñó mes y medio después, antes incluso de haber abandonado las Filipinas.

No os sorprenderé si os digo que la circunnavegación concluyó al mando de Juan Sebastián Elcano a bordo de una sola de las cinco naves que salieron de España, pero esa, aunque enorme, es otra historia. Si os diré, sin embargo, que formalmente el primer circunnavegador del mundo puede que no fuera Elcano ni ninguno de los otros 17 que llegaron  con él de vuelta a España. Hemos mencionado que Magallanes había adquirido un esclavo en sus andanzas previas por las Molucas al servicio de la corona portuguesa, un tal Enrique de Malaca, que traicionó a los expedicionarios y fue abandonado en Filipinas. Hay una teoría que dice que Enrique era filipino. De ser así, habría salido un día de su casa y vuelto a ella por el camino más largo posible (más o menos). Eso se parece mucho a dar la vuelta al mundo ¿o no?

El Pacífico se podía dar por cruzado por primera vez, pero aún no estaba domeñado...

El tornaviaje: Urdaneta y Arellano


Bueno, el Pacífico ya se había cruzado de acá pallá, pero los intentos de cruzarlo de allá pacá, siendo "acá" y "allá" este lado y el otro, respectivamente, fueron fracasando uno tras otro. En realidad tampoco es que hubiera tantísimos, por el mero hecho de que para volver primero había que ir, e ir sabiendo que nadie había vuelto todavía. La alternativa, volver por el Índico, además de vergonzante no estaba exenta de peligro, ya que los portugueses eran muy celosos de sus rutas. Con "r".

El primero de los intentos de Tornaviaje se produjo ya en la misma expedición de Magallanes. Después de muerto éste y tras diversas vicisitudes, la expedición se dividió en dos: Elcano intentó (y consiguió) volver en la Victoria por el cabo de Buena Esperanza (ojo, por medio del Índico, sin tocar tierra para evitar a los lusitanos), mientras que Gonzalo Gómez de Espinosa, al mando de la Trinidad intentó llegar a Nueva España siguiendo el plan original de la expedición, que no era la circunnavegación y realizando así el primer intento (fallido) de Tornaviaje. La verdad es que estuvo a punto, pero a puntito, de conseguirlo, pero su intento acabó en absoluta catástrofe. Se merece sin duda una entrada para él solito, sección "Grandes intentos" subsección "¡Oooooooohhhhhh! ¡Caaaasi!". Espinosa y muy pocos de los más de 50 paisanos que se quedaron con él lograron retornar a España, mucho después y de manos de los portugueses.

Comité de despedida de la expedición de Legazpi
a su salida de Jalisco (¡no te rajes!). O así.
El segundo y el tercer intento fueron consecutivos y ya hemos hablado de ellos: fueron los dos intentos de retonno desde las Molucas de Álvaro de Saavedra a bordo de la Florida tras su misión de apoyo a la expedición de Loaysa. Como recordaréis, en dicha expedición despuntó un chaval del que dijimos que volveríamos a hablar: Urdaneta. Ya casi estamos.

Tras Saavedra hubo algún otro intento, tanto por el norte como por el sur, hasta plantarnos en 1564, cuando Legazpi sale del puerto de la Navidad, Jalisco (¡no te rajes!) rumbo a Filipinas. La expedición de Legazpi llevaba gestándose mucho tiempo, al menos desde 1559. De esa fecha es una carta del rey Felipe II a Urdaneta en la que le pide que se incorpore a una expedición que va a poner en marcha el virrey Luis de Velasco. Como véis, el rey no sólo recibía cartas, también las enviaba. Urdaneta era por entonces un feliz fraile agustino y residía en un monasterio en Méjico, donde fueron a buscarle por su experiencia en la época de Loaysa, más de 30 años antes:


"El rey: Devoto Padre Fray Andrés de Urdaneta, de la orden de Sant Agustín: Yo he sido informado que vos siendo seglar fuisteis en el Armada de Loaysa y pasasteis al estrecho de Magallanes y a la Espacería, donde estuvisteis ocho años en nuestro servicio. Y porque ahora Nos hemos encargado a Don Luis de Velasco, nuestro Virrey de esa Nueva España, que envíe dos navíos al descubrimiento de las islas del Poniente, hacia los Malucos, y les ordene los que han de hacer conforme a la instrucción que es le ha enviado; y porque según de mucha noticia que diz que tenéis de las cosas de aquella tierra y entender, como entendéis bien, la navegación della y ser buen cosmógrafo, sería de gran efecto que vos fuesedes en dichos navíos, así para toca la dicha navegación como para servicio de Dios Nuestro Señor y y nuestro. Yo vos ruego y encargo que vais en dichos navíos y hagáis lo que por el dicho Virrey os fuere ordenado, que además del servicio que hareis a Nuestro Señor yo seré muy servido, y mandaré tener cuenta con ello para que recibáis merced en hobiere lugar.

De Valladolid a 24 de Septiembre de 1559 años.

Yo el Rey"
Como decía, fue finalmente en Noviembre de 1564 cuando salía de Nueva España una flota de lo más pío: el San Pedro, el San Pablo, el San Juan de Letrán, el San Lucas y, no podía faltar, el Espíritu Santo. Como era costumbre, las órdenes se abrieron una vez en alta mar y en presencia de todos los miembros relevantes de la expedición. Al leerlas, Urdaneta se agarró un rebote considerable, ya que el destino eran las Filipinas, de las que Urdaneta pensaba, con razón, que estaban en la mitad Portuguesa del mundo. Urdaneta debía ser un tío bastante peculiar, pero además de disciplinado, ahora era fraile, así que finalmente asumió las órdenes y calló la boca. La cosa estaba muy clara, la misión era ir directos a las Filipinas, echarles un vistazo, establecer allí una base y volver lo más rápido posible por el Pacífico de vuelta a Nueva España.

El 1 de Diciembre de 1564, la más pequeña de las naves, el patache San Lucas, al mando de Alonso de Arellano y con Lope Martín como piloto, se separó del resto de la flota, según ellos por cuestiones de visibilidad, clima, vientos, que si la abuela fuma y tal... Según la historia, sencillamente desertaron y se dieron a la aventura por su cuenta. Este pequeño detalle -deserción vs. imponderables de la naturaleza- es esencial, como luego veremos, para entender por qué Urdaneta es superconocido y a Arellano no le recuerda nadie.

Ruta de Urdaneta. Imagen encontrada por ahí.
Lamento no conocer el original origen  para citarlo
La navegación hacia el oeste fue bastante plácida dentro de lo que cabe y, tras pasar por Guam, la flotilla llegó a Filipinas el 13 de Febrero de 1565. Como estaba previsto, se dieron un garbeo por las islas, explorando y fundando asentamientos en el proceso. Urdaneta probablemente tenía una idea bastante precisa de cómo y cuando debía afrontar el viaje de vuelta, así que se preparó para salir a principios de Junio en la nave capitana, que había aligerado de todo lo innecesario, artillería incluida, para cargar víveres. Según su plan, salió en dirección NE, alcanzó la latitud de Japón y siguió hacia el norte cabalgando la corriente de Kuroshio en paralelo a sus costas hasta alcanzar, a primeros de agosto los 39ºN. En ese momento se tiraron hacia el este, también beneficiándose de la corriente del Pacífico Norte. casi sin quererlo, el 18 de Septiembre de 1565 avistan tierra:

"Martes 18 de Septiembre, a las 7 de la mañana, estando asentado en la silla, yo el dicho piloto, vi tierra por la banda de estribor, porque íbamos amurados a de la banda de babor, y luego mandé cazar a popa. Las señas que tiene esta isla son las siguientes: es una isla que está nornordeste susudueste, y en el medio de ella es alta, y de la una parte y de la otra caen dos puntas delgadas; y de la parte del noroeste de ella, como a legua y media, echa una piedra que parece fuera del agua. A esta isla le puse La Deseada"
Palabras del Piloto Rodrigo de Espinosa 

Continuaron rumbo Sudeste hasta avistar Nueva España, pasar de largo Puerto de Navidad, según Urdaneta demasiado insalubre para acoger a su ya muy enferma tripulación, y continuar hacia Acapulco, en cuya bahía entraron  -en unas condiciones manifiestamente mejorables, ya no pueden ni maniobrar el barco- el 8 de octubre de 1565 completando, por fin, el tan ansiado tornaviaje... pero... ¡un momento! ese barquichuelo de ahí nos resulta familiar...

¡Demonios!   ¡Si es el San Lucas del capullo de Arellano y el aún más capullo Lope Martín !  

 ¡¿QUÉ      HACE      AHÍ?!

Pues descansar, dos meses después de haber llegado a Puerto Navidad, procedente de Filipinas... casi con toda seguridad. Arellano había explicado que se separaron de la flota principal por mal tiempo, como dijimos, y que después de eso siguió la ruta prefijada hacia Filipinas. Pasó allí unos meses, no se cruzó con Legazpi y decidió volver POR LA RUTA QUE URDANETA LES HABÍA EXPLICADO A TODOS LOS PILOTOS. Bien, es más que probable que todo eso fuera cierto, aunque algunas partes de su relato no cuadran demasiado, pero el mérito se lo llevó, merecidamente, Urdaneta por lo siguiente:

  1. Como se ha dicho, Arellano se limitó a usar la ruta propuesta por Urdaneta
  2. No pudo aportar ni mediciones, ni mapas, ni descripciones detalladas de vientos o corrientes, por lo que su viaje, bien que interesante, no aportó absolutamente nada a la navegación. Por contra, Urdaneta se presentó con unas descripciones de tal detalle que se siguieron usando durante décadas
  3. Es claro que Arellano desertó, parece que influido por Lope Martín, que demostró ser un cuasiser bastante ponzoñoso cuya vida acabó bastante pronto y como el rosario de la Aurora. Claro, un desertor no puede llevar gloria alguna.
Y ahora os voy a atizar la descripción completa que hace Urdaneta de su viaje, se entiende que la literal, como se ha dicho aportó cartas y datos marineros precisos y esenciales. Aquí va. Enterita ¿eh?

"De la vuelta de Cebú para Nueva España, lo que hay que decir es que partimos desde donde quedaron los nuestros en primero de junio de 1565, y en 18 de septiembre vimos la primera tierra en la costa de la Nueva España, que fue una isla que se dice San Salvador, que está en 34 grados menos un sesmo, y a primero de octubre llegamos enfrente del puerto de La Navidad; y no queriendo entrar en él, pasamos al puerto de Acapulco por ser muy mejor puerto que este otro y estar más cerca de México que no el puerto de La Navidad con más de 45 leguas.
Pasamos mucho trabajo a la vuelta, con tiempo contrarios y enfermedades. Murieron veintiséis hombres hasta surgir en el puerto, y después de llegados a él otros cuatro, y más un indio de la islas de los Ladrones, que envió el General con otros tres indios que envió de la isla de Cebú. Vino por capitán de la nao Felipe de Salcedo, nieto del General, el cual se hubo cuerdamente en su cargo. No trato de cómo se apartó de nuestra compañía a la ida don Alonso de Arellano con el navío San Lucas, porque él mismo ha dado relación de lo que le sucedió en aquel viaje"

Y ya, no hay por qué enrollarse más. Este tío me habría caído bien.

Ahora sí, el Pacífico estaba controlado

A modo de conclusión


Andrés de Urdaneta
Como dice Oskar Spate en su libro "The Spanish lake" (os suena ¿eh?), España se enfrentaba a un dilema de difícil resolución. La principal razón por la que habían fracasado tos los intentos de retorno por el Pacífico era que las expediciones salían de allí pésimamente equipadas ya que, a diferencia de los portugueses, no teníamos ninguna base suficientemente estable por la zona. Para atacar el viaje de vuelta con garantías había que fundar una buena base por allí y para fundar una base teníamos que tener el tornaviaje resuelto... Diabólico. Legazpi y Urdaneta resolvieron el dilema estableciendo una colonia respetable en Filipinas (recordad que tres de los barcos, con Legazpi a la cabeza se quedaron allí) y encontrando la ruta de vuelta de una tacada. 

Casi de inmediato la ruta de Urdaneta comenzó a ser utilizada por lo que se conocería como "El Galeón de Manila", que navegó ininterrumpidamente durante 250 años.

Como os dije, la entrada me ha quedado larga y plúmbea. Lo siento, espero que la próxima sea más jacarandosa. Por abreviar nos hemos dejado muchas cosas en el tintero, como las consecuencias de esa exclusividad del comercio que estableció el galeón, las posibles visitas a Hawai, que está justo en medio de la ruta, por parte de los españoles... en fin, como siempre, dejamos muchos hilos sueltos. Espero que alguien se anime a tirar de alguno, que es de lo que se trata.






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