NOTA PRELIMINAR: Aunque tardío, este es un momento tan bueno como otro cualquiera para recordar "mi cole", el ORIES de Artajona, donde terminé EGB en 1984. Un lugar con unas instalaciones patéticas que hoy sería cerrado por la Admon sin derecho a réplica, pero que daba una educación de un nivel inimaginable para nuestros churumbeles de hoy en dia. La dedicación y conocimiento del profesorado eran, sencillamente, espectaculares. A día de hoy, lo poco que conozco del mundo que me rodea sigue siendo mayoritariamente lo que allí aprendí. Me gustaría pensar que Don José y Don Martín siguen vivos y felices. Desde luego creo que pueden sentirse orgullosos de su obra. Dada la temática del blog, también me viene a la mente don Leonardo, mi último profesor de historia. Gracias a todos.
Ahora volvamos a lo nuestro, mucho menos importante. Os adelanto que la entrada de hoy me ha quedado algo larga y tan divertida como una película de Bergman sobre el lento crecimiento de la hierba en la Suecia rural de finales del XIX. No es por desanimar, es por provocar comentarios, aunque sean airados.
Bien, hace unos días, como quien dice, dejamos a Magallanes, Elcano, Pigafetta y sus cuates bastante felices por haber salido del estrecho Patagónico, pero seguramente preocupados por lo que tenían por delante, sobre todo por no saber qué tenían por delante.
Hoy es ligeramente más sencillo hacerse una idea: encendemos nuestro ordenador, abrimos el navegador, buscamos en Google Maps... ¡et voilà! vemos el Pacífco en su plenitud. Mapas, fotos de satélite, fotos de aficionados viajeros, información, vínculos a interesantísimas güés... todo. Como si lo hubiéramos recorrido de Norte a Sur y de Este a Oeste. Para Magallanes, Elcano y sus muchachos la cosa era algo más complicada: no había ni un rudimentario mapa de la zona, para empezar porque nunca antes nadie que hubiera pasado por allí -si es que alguien había pasado por allí- había tenido capacidad para hacerlo.
The Pacific crossing (si no metes un palabro en inglés en un artículo no eres cool)
El Pacífico. En esta escala casi no se aprecia ni Hawaii |
Os ruego en cualquier caso que, antes de adentrarnos en los hechos sucedidos a las tres naves comandadas por Magallanes tras abandonar el estrecho Patagónico, abráis vuestro G. Earth, Maps u lo que sea, os vayáis a la boca pacífica del estrecho de Magallanes (recordad: 52ºS) y vayáis avanzando más o menos en dirección NO (rumbo 315, o así, hacia el mistral, que diría Pigaffetta). Despacio, sin demasiada prisa...no hay mucho más que agua ¿no? Bueno, en realidad no, acabáis de atravesar la Polinesia, una enorme extensión de agua salpicada de más de 1000 islas y algunos islotes, atolones, volcanes y rocas varias. ¿Cuántas de ese mogollón de islas avistó Magallanes? Pues... parece que dos (2). Bueno, dos es mejor que ninguna, ciertamente, y ¿en cuantas de esas dos pudieron desembarcar nuestros rudos marineros para aprovisionarse? Pues... en realidad en ninguna, así que Magallanes & co. se cruzaron el Pacífico de puritito machos, sin escalas, sin ayuda, sin mapas, sin WiFi y, sobre todo, sin miedo (bueno, miedo debieron tener un rato, pero no les impidió seguir, ya me entendéis)
Habíamos dejado a nuestra tropa a 52ºS, costa Pacífica de Chile, el miércoles 28 de Noviembre de 1520 y justo allí nos acercamos de nuevo a ellos hoy.
Pigaffetta no cuenta gran cosa de lo que pasó en la travesía del Pacífico, pero da los suficientes datos como para saber que no fue un crucero de placer precisamente. Así, para empezar:
"El miércoles 28 de noviembre de 1520 nos desencajonamos de aquel estrecho, sumiéndonos en el mar Pacífico. Estuvimos tres meses sin probar clase alguna de viandas frescas. Comíamos galleta: ni galleta ya, sino su polvo, con los gusanos a puñados, porque lo mejor habíanselo comido ellos; olía endiabladamente a orines de rata. Y bebíamos agua amarillenta, putrefacta ya de muchos días, completando nuestra alimentación los cellos de cuero de buey, que en la cofa del palo mayor, protegían del roce a las jarcias; pieles más que endurecidas por el sol, la lluvia y el viento. Poniéndolas al remojo del mar cuatro o cinco días y después un poco sobre las brasas, se comían no mal; mejor que el serrín, que tampoco despreciábamos."
Claro, en tales condiciones no tardó en aparecer el escorbuto, mal de las encías, que fue atacando a los marineros y dejándolos en condiciones lamentables, si no matándolos. Hubo diecinueve bajas entre los expedicionarios (más dos indígenas que habían sido capturados en América) y más de treinta incapacitados temporales. En tales condiciones no se hacen prisioneros, como os podéis imaginar así que:
"Las ratas se vendían a medio ducado la pieza y más que hubieran aparecido. Pero por encima de todas las penalidades, ésta era la peor: que les crecían a algunos las encías sobre los dientes -así los superiores como los inferiores de la boca-, hasta que de ningún modo les era posible comer: que morían de esta enfermedad"
En cierto modo, dentro la incómoda situación en la que se encontraban, se puede decir que tuvieron suerte ya que durante estos meses de travesía fue cuando el Pacífico se ganó su nombre: no hubo ni una mala tormenta, ni una mala galerna... nada, sólo plácida y aburrida navegación en el rumbo más alejado de isla alguna que se pueda imaginar. Ya es mala suerte. Aún así, por el camino avistaron dos islas, como os he dicho, ambas en latitud sur, a 15 y 9º según Pigaffetta. Por desgracia no fue posible fondear en ellas y se tuvieron que limitar a pescar unos cuantos tiburones que por allí abundaban. Les pusieron de nombre "Islas Infortunadas" (me sorprende que aún no se haya creado una comisión multipartita de los distintos cabildos canarios para hacer un viaje de hermanamiento a tutiplén con estas islas...por lo de "afortunadas" vs. "infortunadas", ya sabéis...). Aunque las pistas no son muchas, parece probable que estas islas sean las hoy conocidas como Puka Puka (ojo, no confundir con PukaPuka) y bien Isla Carolina, Isla Flint o Isla Vostok, aquí hay dudas. Por cierto, estas tres fueron reclamadas mucho despues por EEUU bajo el Acta de las islas guaneras, lo que cuadra bastante con la abundancia de aves que describió Pigaffetta. No, yo tampoco había oído en mi vida hablar del acta de las islas con abundancia de caca de pájaro, pero resulta que existió e incluso permitía al presidente de los EEUU usar sus fuerzas armadas para defender una isla, cayo o roca que hubiera sido reclamado bajo ese acta de la caca. Dos curiosidades por el precio de una: la isla de Puka Puka fue visitada de nuevo en 1616 por los holandeses Schouten y Le Maire, que la denominaron "Isla de los Perros" (Honden eiland, o así) porque se la encontraron habitada solo por tres perros que no sabían ladrar. De haber sabido, seguramente habrían ladrado en español.
Las tres naves dejaron atrás las Islas Infortunadas, sus tripulantes con más hambre que el perro (ladrador o no) de un ciego, y continuaron su rumbo. En algún punto al norte de las Fidji cruzaron el ecuador, suponemos que sin fiesta de paso del ídem, y se adentraron en una zona en la que poco más de 400 años después otros barcos, más grandes y pesados librarían batallas muchísimo más cruentas. El 6 de marzo de 1521, por fin, divisaron unas islas de cierto empaque y en las que parecía que se podía fondear:
"A las casi setenta leguas de esta bitácora, en los 12 grados de latitud y los de longitud, el miércoles 6 de marzo descubrimos un islote al mistral y hacia el garbino, dos. De estas últimas, una era más alta y espaciosa. Quería atracar en ella el capitán general, por busca de algún alimento fresco; pero no pudo, porque los naturales de dicha isla deslizábanse en nuestras naos y robaban aquí una cosa, otra allá..., de forma que no la había para tenerlas seguras. Estábamos arriando velas para bajar a tierra, cuando --con insólita rapidez-- nos robaron el esquife amarrado a la popa de la nave capitana. Furioso por dicha fechoría, bajó a tierra el capitán general con cuarenta ballesteros; incendiaron cuarenta o cincuenta casas y muchas canoas, mataron a siete hombres y se recuperó el esquife."
¡Juas! Estas islas serían conocidas por los españoles durante años como "Islas de los ladrones", actuales Islas Marianas. En concreto parece que Magallanes desembarcó en Guam, la más grande y más meridional de las Marianas. Como os dije en la primera parte de esta entrada, cuando Balboa se metió hasta la cintura en el Pacífico y lo reclamó para Castilla, poco sabrían los guameños del temita, pero tan solo 7 años y medio después (si, TAN SOLO siete años y medio) ya se enteraron del asunto. Hemos de reconocer que el primer encuentro no fue muy amistoso por ninguna de las dos partes pero, sea como fuere, Guam fue parte de España hasta el final de la época colonial en 1898 en que pasó a los EEUU por el tratado ¿de? En efecto: París, ante cualquier pregunta del trivial sobre un tratado, responded París, tendréis un 50% de posibilidades de acertar. Casi 400 años de presencia española en Guam. Por cierto, el resto de las Marianas se las vendimos a los alemanes en 1899, así que debieron ser nuestras últimas posesiones por la zona.
En fin, muy bonito todo lo de Guam y tal, sobre todo para marinos que llevaban meses sin ver tierra pero, muchachos, nadie dijo que esto fuera a ser divertido y la flota tenía una misión, así que cargaron agua y víveres y ¡de nuevo al polvo del camino! O a la espuma de mar, que tanto monta.
Desde Guam cruzaron el Mar de Filipinas y en solo diez diítas de plácida navegación llegaron a Sámar, una de las más de 7.000 islas que componen las Filipinas.
Paragua, en las Filipinas. Eso fue España hasta 1898. Ni que decir tiene que pasa a engrosar la lista de viajes deseados. |
Y, amables lectores, aunque geográficamente el Pacífico se extiende aún al oeste de las Filipinas, a efectos de navegación, a partir de aquí el viaje de Magallanes fue completamente diferente, sobre todo para él mismo, ya que la diñó mes y medio después, antes incluso de haber abandonado las Filipinas.
No os sorprenderé si os digo que la circunnavegación concluyó al mando de Juan Sebastián Elcano a bordo de una sola de las cinco naves que salieron de España, pero esa, aunque enorme, es otra historia. Si os diré, sin embargo, que formalmente el primer circunnavegador del mundo puede que no fuera Elcano ni ninguno de los otros 17 que llegaron con él de vuelta a España. Hemos mencionado que Magallanes había adquirido un esclavo en sus andanzas previas por las Molucas al servicio de la corona portuguesa, un tal Enrique de Malaca, que traicionó a los expedicionarios y fue abandonado en Filipinas. Hay una teoría que dice que Enrique era filipino. De ser así, habría salido un día de su casa y vuelto a ella por el camino más largo posible (más o menos). Eso se parece mucho a dar la vuelta al mundo ¿o no?
El Pacífico se podía dar por cruzado por primera vez, pero aún no estaba domeñado...
El tornaviaje: Urdaneta y Arellano
Bueno, el Pacífico ya se había cruzado de acá pallá, pero los intentos de cruzarlo de allá pacá, siendo "acá" y "allá" este lado y el otro, respectivamente, fueron fracasando uno tras otro. En realidad tampoco es que hubiera tantísimos, por el mero hecho de que para volver primero había que ir, e ir sabiendo que nadie había vuelto todavía. La alternativa, volver por el Índico, además de vergonzante no estaba exenta de peligro, ya que los portugueses eran muy celosos de sus rutas. Con "r".
El primero de los intentos de Tornaviaje se produjo ya en la misma expedición de Magallanes. Después de muerto éste y tras diversas vicisitudes, la expedición se dividió en dos: Elcano intentó (y consiguió) volver en la Victoria por el cabo de Buena Esperanza (ojo, por medio del Índico, sin tocar tierra para evitar a los lusitanos), mientras que Gonzalo Gómez de Espinosa, al mando de la Trinidad intentó llegar a Nueva España siguiendo el plan original de la expedición, que no era la circunnavegación y realizando así el primer intento (fallido) de Tornaviaje. La verdad es que estuvo a punto, pero a puntito, de conseguirlo, pero su intento acabó en absoluta catástrofe. Se merece sin duda una entrada para él solito, sección "Grandes intentos" subsección "¡Oooooooohhhhhh! ¡Caaaasi!". Espinosa y muy pocos de los más de 50 paisanos que se quedaron con él lograron retornar a España, mucho después y de manos de los portugueses.
Comité de despedida de la expedición de Legazpi a su salida de Jalisco (¡no te rajes!). O así. |
El segundo y el tercer intento fueron consecutivos y ya hemos hablado de ellos: fueron los dos intentos de retonno desde las Molucas de Álvaro de Saavedra a bordo de la Florida tras su misión de apoyo a la expedición de Loaysa. Como recordaréis, en dicha expedición despuntó un chaval del que dijimos que volveríamos a hablar: Urdaneta. Ya casi estamos.
Tras Saavedra hubo algún otro intento, tanto por el norte como por el sur, hasta plantarnos en 1564, cuando Legazpi sale del puerto de la Navidad, Jalisco (¡no te rajes!) rumbo a Filipinas. La expedición de Legazpi llevaba gestándose mucho tiempo, al menos desde 1559. De esa fecha es una carta del rey Felipe II a Urdaneta en la que le pide que se incorpore a una expedición que va a poner en marcha el virrey Luis de Velasco. Como véis, el rey no sólo recibía cartas, también las enviaba. Urdaneta era por entonces un feliz fraile agustino y residía en un monasterio en Méjico, donde fueron a buscarle por su experiencia en la época de Loaysa, más de 30 años antes:
"El rey: Devoto Padre Fray Andrés de Urdaneta, de la orden de Sant Agustín: Yo he sido informado que vos siendo seglar fuisteis en el Armada de Loaysa y pasasteis al estrecho de Magallanes y a la Espacería, donde estuvisteis ocho años en nuestro servicio. Y porque ahora Nos hemos encargado a Don Luis de Velasco, nuestro Virrey de esa Nueva España, que envíe dos navíos al descubrimiento de las islas del Poniente, hacia los Malucos, y les ordene los que han de hacer conforme a la instrucción que es le ha enviado; y porque según de mucha noticia que diz que tenéis de las cosas de aquella tierra y entender, como entendéis bien, la navegación della y ser buen cosmógrafo, sería de gran efecto que vos fuesedes en dichos navíos, así para toca la dicha navegación como para servicio de Dios Nuestro Señor y y nuestro. Yo vos ruego y encargo que vais en dichos navíos y hagáis lo que por el dicho Virrey os fuere ordenado, que además del servicio que hareis a Nuestro Señor yo seré muy servido, y mandaré tener cuenta con ello para que recibáis merced en hobiere lugar.
De Valladolid a 24 de Septiembre de 1559 años.
Yo el Rey"
Como decía, fue finalmente en Noviembre de 1564 cuando salía de Nueva España una flota de lo más pío: el San Pedro, el San Pablo, el San Juan de Letrán, el San Lucas y, no podía faltar, el Espíritu Santo. Como era costumbre, las órdenes se abrieron una vez en alta mar y en presencia de todos los miembros relevantes de la expedición. Al leerlas, Urdaneta se agarró un rebote considerable, ya que el destino eran las Filipinas, de las que Urdaneta pensaba, con razón, que estaban en la mitad Portuguesa del mundo. Urdaneta debía ser un tío bastante peculiar, pero además de disciplinado, ahora era fraile, así que finalmente asumió las órdenes y calló la boca. La cosa estaba muy clara, la misión era ir directos a las Filipinas, echarles un vistazo, establecer allí una base y volver lo más rápido posible por el Pacífico de vuelta a Nueva España.
El 1 de Diciembre de 1564, la más pequeña de las naves, el patache San Lucas, al mando de Alonso de Arellano y con Lope Martín como piloto, se separó del resto de la flota, según ellos por cuestiones de visibilidad, clima, vientos, que si la abuela fuma y tal... Según la historia, sencillamente desertaron y se dieron a la aventura por su cuenta. Este pequeño detalle -deserción vs. imponderables de la naturaleza- es esencial, como luego veremos, para entender por qué Urdaneta es superconocido y a Arellano no le recuerda nadie.
Ruta de Urdaneta. Imagen encontrada por ahí. Lamento no conocer el original origen para citarlo |
La navegación hacia el oeste fue bastante plácida dentro de lo que cabe y, tras pasar por Guam, la flotilla llegó a Filipinas el 13 de Febrero de 1565. Como estaba previsto, se dieron un garbeo por las islas, explorando y fundando asentamientos en el proceso. Urdaneta probablemente tenía una idea bastante precisa de cómo y cuando debía afrontar el viaje de vuelta, así que se preparó para salir a principios de Junio en la nave capitana, que había aligerado de todo lo innecesario, artillería incluida, para cargar víveres. Según su plan, salió en dirección NE, alcanzó la latitud de Japón y siguió hacia el norte cabalgando la corriente de Kuroshio en paralelo a sus costas hasta alcanzar, a primeros de agosto los 39ºN. En ese momento se tiraron hacia el este, también beneficiándose de la corriente del Pacífico Norte. casi sin quererlo, el 18 de Septiembre de 1565 avistan tierra:
"Martes 18 de Septiembre, a las 7 de la mañana, estando asentado en la silla, yo el dicho piloto, vi tierra por la banda de estribor, porque íbamos amurados a de la banda de babor, y luego mandé cazar a popa. Las señas que tiene esta isla son las siguientes: es una isla que está nornordeste susudueste, y en el medio de ella es alta, y de la una parte y de la otra caen dos puntas delgadas; y de la parte del noroeste de ella, como a legua y media, echa una piedra que parece fuera del agua. A esta isla le puse La Deseada"
Palabras del Piloto Rodrigo de Espinosa
Continuaron rumbo Sudeste hasta avistar Nueva España, pasar de largo Puerto de Navidad, según Urdaneta demasiado insalubre para acoger a su ya muy enferma tripulación, y continuar hacia Acapulco, en cuya bahía entraron -en unas condiciones manifiestamente mejorables, ya no pueden ni maniobrar el barco- el 8 de octubre de 1565 completando, por fin, el tan ansiado tornaviaje... pero... ¡un momento! ese barquichuelo de ahí nos resulta familiar...
¡Demonios! ¡Si es el San Lucas del capullo de Arellano y el aún más capullo Lope Martín !
¡¿QUÉ HACE AHÍ?!
Pues descansar, dos meses después de haber llegado a Puerto Navidad, procedente de Filipinas... casi con toda seguridad. Arellano había explicado que se separaron de la flota principal por mal tiempo, como dijimos, y que después de eso siguió la ruta prefijada hacia Filipinas. Pasó allí unos meses, no se cruzó con Legazpi y decidió volver POR LA RUTA QUE URDANETA LES HABÍA EXPLICADO A TODOS LOS PILOTOS. Bien, es más que probable que todo eso fuera cierto, aunque algunas partes de su relato no cuadran demasiado, pero el mérito se lo llevó, merecidamente, Urdaneta por lo siguiente:
- Como se ha dicho, Arellano se limitó a usar la ruta propuesta por Urdaneta
- No pudo aportar ni mediciones, ni mapas, ni descripciones detalladas de vientos o corrientes, por lo que su viaje, bien que interesante, no aportó absolutamente nada a la navegación. Por contra, Urdaneta se presentó con unas descripciones de tal detalle que se siguieron usando durante décadas
- Es claro que Arellano desertó, parece que influido por Lope Martín, que demostró ser un cuasiser bastante ponzoñoso cuya vida acabó bastante pronto y como el rosario de la Aurora. Claro, un desertor no puede llevar gloria alguna.
Y ahora os voy a atizar la descripción completa que hace Urdaneta de su viaje, se entiende que la literal, como se ha dicho aportó cartas y datos marineros precisos y esenciales. Aquí va. Enterita ¿eh?
"De la vuelta de Cebú para Nueva España, lo que hay que decir es que partimos desde donde quedaron los nuestros en primero de junio de 1565, y en 18 de septiembre vimos la primera tierra en la costa de la Nueva España, que fue una isla que se dice San Salvador, que está en 34 grados menos un sesmo, y a primero de octubre llegamos enfrente del puerto de La Navidad; y no queriendo entrar en él, pasamos al puerto de Acapulco por ser muy mejor puerto que este otro y estar más cerca de México que no el puerto de La Navidad con más de 45 leguas.Pasamos mucho trabajo a la vuelta, con tiempo contrarios y enfermedades. Murieron veintiséis hombres hasta surgir en el puerto, y después de llegados a él otros cuatro, y más un indio de la islas de los Ladrones, que envió el General con otros tres indios que envió de la isla de Cebú. Vino por capitán de la nao Felipe de Salcedo, nieto del General, el cual se hubo cuerdamente en su cargo. No trato de cómo se apartó de nuestra compañía a la ida don Alonso de Arellano con el navío San Lucas, porque él mismo ha dado relación de lo que le sucedió en aquel viaje"
Y ya, no hay por qué enrollarse más. Este tío me habría caído bien.
Ahora sí, el Pacífico estaba controlado
A modo de conclusión
Andrés de Urdaneta |
Como dice Oskar Spate en su libro "The Spanish lake" (os suena ¿eh?), España se enfrentaba a un dilema de difícil resolución. La principal razón por la que habían fracasado tos los intentos de retorno por el Pacífico era que las expediciones salían de allí pésimamente equipadas ya que, a diferencia de los portugueses, no teníamos ninguna base suficientemente estable por la zona. Para atacar el viaje de vuelta con garantías había que fundar una buena base por allí y para fundar una base teníamos que tener el tornaviaje resuelto... Diabólico. Legazpi y Urdaneta resolvieron el dilema estableciendo una colonia respetable en Filipinas (recordad que tres de los barcos, con Legazpi a la cabeza se quedaron allí) y encontrando la ruta de vuelta de una tacada.
Casi de inmediato la ruta de Urdaneta comenzó a ser utilizada por lo que se conocería como "El Galeón de Manila", que navegó ininterrumpidamente durante 250 años.
Como os dije, la entrada me ha quedado larga y plúmbea. Lo siento, espero que la próxima sea más jacarandosa. Por abreviar nos hemos dejado muchas cosas en el tintero, como las consecuencias de esa exclusividad del comercio que estableció el galeón, las posibles visitas a Hawai, que está justo en medio de la ruta, por parte de los españoles... en fin, como siempre, dejamos muchos hilos sueltos. Espero que alguien se anime a tirar de alguno, que es de lo que se trata.
http://profundosoconfusos.blogspot.com.es/2013/07/el-lago-espanol-balboa-magallanes-y.html
Muy interesante y, como siempre, escrito de una manera muy amena y divertida.
ResponderEliminarGracias Miguel. Vamos a seguir buscando temas, a ver hasta donde llegamos. Saludos
Eliminar