martes, 29 de marzo de 2016

El rulo Báltico

Soy un firme convencido de que las casualidades no existen: todo en esta vida tiene una razón de ser, una causa, un nosequé... a veces evidente, otras no tanto. 

Premisa 1: El mar Báltico es uno de los mares con un índice de salinidad más bajo que hay por el mundo.
Premisa 2: No es el Ártico, pero podemos decir sin miedo a exagerar que, más que fresquito, es un mar frío.

Suposición: los letones, los estonios y, muy especialmente, los finlandeses, ¿cómo serán? ¿ardientes y salaos?¿o más bien sosetes y flemáticos?

Este nuevo artículo de la subserie "Panolys por el mundo" será una breve entrada sobre unos días en tres de los países con costa al Báltico: Letonia, Estonia y Finlandia. Por motivos x, que ni vienen al caso ni aportan nada al suspense del capítulo, me muevo por allí con cierta frecuencia, pero hace unas semanas mi visita contuvo suficientes elementos WTF como para dedicarle unas líneas.

Albert Einstein pasó por Riga (bueno, en realidad no, 1er WTF)


Pensamientos de don Alberto. Disculpen Vds la calidad
ínfima de la foto, venía jarto de avión, cargado
de trastos, la puerta se volvía a cerrar...
En esta ocasión el viaje comenzó en Riga con un vuelo muy conveniente en lo profesional, pero bastante incómodo en lo personal, ya que llegas a Riga pasada la medianoche. Afortunadamente Riga no es enorme, el aeropuerto es pequeño y en nada llegué al hotel, del que solo sabía que se llama Albert y está bastante céntrico. Cerca de la 0100 (a las 0039, para ser exacto. Google es la leshe) me registré en el hotel y me dieron la clave de la wifi: Emc2. Ein? El hotel se llama Albert, la clave de la wifi es Emc2... aquí hay gato encerrado... a ver si el tal Albert no va a ser un rey letón... Una vez en el ascensor las dudas se disipan, don Alberto Einstein debe tener algo que ver con todo esto, ya que nos entretienen el ascenso con una serie de citas suyas famosas. Me imaginé que Einstein habría pasado por Riga en alguno de sus viajes, que ae habría alojado allí... no sé, algo, pero parece que el motivo para darle a este hotel el nombre de Albert es que Einstien tuvo un amigo letón con el que se carteaba. Y poco o nada más.

Pizza Lulu. Esta semana va a ser muy larga...
De esta parte del viaje y de Riga en general poco tengo que decir, fue fugaz ya que bien temprano me pasaron a recoger y comenzamos el periplo. Sólo me gustaría mencionar que, aunque era realmente difícil, las pizzas a domicilio en Letonia (Pizza Lulu) son sustancialmente peores que las de Lituania (Cili Pizza). En realidad seguramente es que me pillaron con menos hambre y son igual de horrorosas... (Nota, no sé qué es lo que hay escrito en el interior de la caja, supongo que la firma de Ferrán Adriá no será).

Anaqueles sabiamente ordenados en el DEPO
Salí disparado de Letonia a primera hora de la tarde, aunque ya estaba oscureciendo. La noche me tocaba pasarla en un hotel del que hablaremos ahora largo y tendido, justo tras pasar la frontera con Estonia. El trayecto lo hice con un compañero de trabajo estonio que, justo antes de cruzar la frontera, paró en un DEPO (cadena letona de comercios tipo LM o BAUHAUS, de bricolaje y tal, vamos) a comprar... cerveza. Si, es que es curioso lo del DEPO este, aparte del bricolaje original tienen cosas de lo más variopinto. Reconozco que de haber tenido tiempo y transporte fácil me habría traído un buen cargamento de trastos, de esos que acaban en un rincón del garaje para nunca más ser usados, pero que el día que los compras crees que te van a solucionar la vida.






Baden Baden


La entrada al pubi
Os hablaba antes del hotel en el que pasé esa noche. Por facilitar la logística de ese día y del siguiente (sábado) me quedé en un hotel cercano a la casa de mi compañero estonio, en un punto del sur del pais llamado Otepää, condado de Valga, en concreto en el Pühajärve Spa & Puhkekeskus. ¡Toma ya! Tal sitio resultó ser lo que prometía: un balneario soviético algo modernizado tanto en el trato como en el aspecto. Aunque los lugareños decían que había poca nieve para la época del año, para un mesetario sureño era un horror intentar andar por aquellos caminos nevados de noche y sin el calzado adecuado así que me resigné a pasar el rato en el hotel antes, durante y después de la cena. Hablando de cena, la mushasha de recepción me indicó que podía elegir entre el "restoran" y el "pubi" ¿El Pubi? A ver si el lugar finalmente no va a ser tan insufriblemente aburrido como pensaba...

La orquesta cabrikeskus dentro del pubi.
No caería esa breva. El pubi resultó ser un bar cutre con orquesta de la cabra tocando pasodobles estonios y jubilados bálticos en general bailando, pero era lo que había así que me senté y cené lo mejor que pude. Al menos había WiFi, así que me puse a leer la prensa mientras cenaba. Al cabo de un rato me percaté de que una octogenaria finlandesa (creo) sentada enfrente me estaba haciendo ojitos. O era eso o le estaba dando un ictus... Llamé al camarero de inmediato. Fuera lo que fuera lo que le pasaba a la señora, me vendría bien otra cerveza.

La situación se resolvió con bien para todos (debía ser un insecto o algo). He de reconcer que a la mañana siguiente me dieron un masaje de cuello de lo más agradable en los sótanos del spa mientras esperaba que me recogieran. Como os decía, los lugareños hablaban de ausencia de nieve, tanto que habían tenido que cancelar una prueba de esquí de fondo en las cercanías, pero para mi aquello era Siberia. No por el frío, que no hacía, sino por la cantidad de nieve tanto en campo como en carreteras. Alucinante lo que pueden hacer unos buenos neumáticos de nieve y la habilidad de esta gente con el volante. Claro, con tanta nieve tienen que buscar formas creativas de usarla y pasar el rato, por ejemplo ¡Hagamos una competición internacional de patinetes sobre nieve!

Uno de los motivos por lo que estaba en los Bálticos era asistir a una reunión de empleados de una compañía que opera en las tres repúblicas (Estonia, Letonia y Lituania) que se iba a mantener en un pueblín del sur de Estonia llamado Holstre. La cosa no comenzaba bien: rodeado de nieve, la hora de comer y todo lo que nos dan es una indescriptible sopa de pepinillos con trocitos de salchicha y una especie de mayonesa para echar dentro. Todo muy porno, para ser sábado por la mañana. La cosa tenía una pinta manifiestamente mejorable..

Ese pedazo de sopa de pepinillos con salchichas
No dejan de sorprenderme las peculiaridades del ser humano, sea de donde sea. En España nos pensamos que somos raritos y diferentes y tal, pero aquí tienes tres países que, entre los tres, suman los mismos habitantes que la Comunidad de Madrid y una superficie parecida a dos Andalucías. En cada uno se haba un idioma diferente y no relacionado, de modo que no se entienden entre ellos más que en ruso (si son mayores de unos 40 años) o inglés (si son más jóvenes). En esta reunión, cada grupo hablaba en su idioma y el ponente lo hacía en ruso con ocasionales incursiones en inglés para los más jóvenes. No os podéis imaginar lo que mosquea escuchar un discurso de 15 minutos en ruso (¡en riussso!) en el que lo único que entiendes es tu nombre de tanto en vez. No podía evitar pensar que en cualquier momento iba a aparecer el propio Stalin (recuerden ese nombre) al frente de la KGB para trincarme, así que me puse cerca de la puerta por si tenía que salir corriendo... claro, que sin patinete-esquí no iba a poder ir muy lejos.

Eso es una carretera. No está mal de nieve, creo yo.
El siguiente destino era ya un lugar conocido y reconocible: Tallin, pero para llegar allí desde Holstre tenía que coger el autobús en Viljandi

Don José y Don Adolfo
Llegué con algo de tiempo a la terminal de autobuses de Viljandi, que tampoco es que sea NY así que entré a buscar una cafetería. Para mi sorpresa lo que había dentro era una especie de mercadillo (obvio, fuera no podía estar con la que estaba cayendo) así que me puse a echar un vistazo a lo que vendían. Una señora tenía un puestecillo con los típicos desechos de tienta del ejército soviético con algún añadido curioso de objetos supuestamente originales de la Wehrmacht, alguno podría haber sido interesante como recuerdo, pero no sé yo si muy legal. Cuando ya me iba, me di cuen de que en un lateral, en el suelo, había un cuadro con una imagen familiar: ese mostacho, esas botas... ¡no puede ser!¡No puede estar intentando vender ESE cuadro! Miré a un lado, miré al otro, la señora parecía sestear en el otro lado del puesto, así que saqué el teléfono para dejar constancia. La señora, que estaba de bastante buen año, tenía sin embargo un rabillo del ojo portentoso y una agilidad desmedida, por lo que antes de lo que se persigna un cura loco la tenía delante, yo suponía que para decirme que "fotos no" en un perfecto estonio. Pero ¡qué va! de detrás de la quincalla sacó otro cuadro que tenía oculto y que, digamos, hacía buena pareja con el primero. Sus prometo que me los puso juntos para que les hiciera una foto, foto que tengo pero que me parecía demasiado malvada para poner aquí. La mujer me intentó contar algo en estonio y en riuso, pero hasta ahí, de momento, no han llegado mis saberes, así que igual es que los conoció a ambos, vaya Vd. a saber... edad para ello tenía.

¡Esa moto VOLVO!
En fin, que me bajé a coger el autobús y en un par de horitas, que se pasaron bien rápido gracias a una WiFi más que decente a bordo, estaba en Tallin. Las 24 horas siguientes se supone que iban a ser más entretenidas, antes de cruzar el charco hacia Helsinki el domingo por la noche, pero eso os lo cuento en otro rato. De momento, para abrir boca, la capital de un pais que pone esta foto en su folleto de presentación tiene que ser un sitio entretenido ¿no?

3 comentarios:

  1. No sé cómo he llegado hasta tu blog. De momento la primera historia me ha encantado. Seguiré leyendo. Un saludo.

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    1. Espero que te entretenga. Curiosamente respondo de nuevo desde la carretera en Estonia. Ya sin nieve, afortunadamente

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