En 1912, Henry Walton Jones, Jr. estaba participando con sus compañeros escultistas en una excursión a caballo por una zona semidesértica del estado de Utah, cuando descubrieron a unos tipos de aspecto sospechoso merodeando en una cueva al pie de una de las "mesas" de la zona. Haciendo gala de la audacia que terminaría por hacerle famoso, Henry se interna en la cueva y descubre que los tipejos son en realidad saqueadores de tesoros que han encontrado una valiosa pieza que se sospechaba enterrada por la zona. Ni corto ni perezoso se hace con ella y, tras diversas peripecias, consigue llegar a su casa, donde enseña la pieza a su padre, un reputado experto en literatura medieval que tiene como hobby la investigación sobre el santo Grial. No será necesario añadir que el mote cariñoso de Henry es "Indiana" para que reconozcáis en este párrafo el prólogo de la tercera entrega de las aventuras de Indiana Jones ("Indiana Jones y la última cruzada") en el que Indy adquiere en pocos minutos tres de sus características más icónicas: el látigo, el sombrero y el odio a las serpientes. La pieza que Indy posee durante tan breve tiempo (con los años remediará ese mal sabor de boca) no es otra que la "Cruz de Coronado", joya que toma su nombre del conquistador Francisco Vázquez de Coronado y Luján.
La trilogía de Indiana Jones (lo siento, no considero a la cuarta entrega merecedora ni de estar en el mismo disco duro que las tres primeras) es sumamente entretenida, aunque el nivel de "En busca del Arca Perdida" no lo alcanzan ni de lejos sus hermanas, pero no se esfuerza en ser del todo precisa en sus datos históricos. No existió tal cosa como la cruz de Coronado y éste no pasó por Utah, pero Francisco Vázquez de Coronado merece una de las páginas de oro de la historia de las expediciones... fallidas, en este caso.
Los relatos de las peripecias de Cabeza de Vaca calaron rápidamente entre los potenciales nuevos conquistadores, seguros de encontrar más al norte riquezas comparables a las que habían hallado Cortés y Pizarro, por ejemplo. Cabeza de Vaca no dijo que hubiera visto ninguna de las ciudades legendarias que se esperaba encontrar, pero sí que los indios le habían hablado de grandes riquezas. Bastó eso para que Antonio de Mendoza, primer Virrey de Nueva España, enviara una expedición hacia el norte. Al frente estaba el franciscano Marcos de Niza, pero el que llevó el peso de la expedición fue Estebanico, el esclavo supuestamente bereber que había compartido escapada con Cabeza de Vaca. No parece estar claro si el fraile era francés o italiano, pero vista la jeta granítica que demostró, las dudas se disipan (gabacho, fijo). En efecto, fray Marcos envió por delante a Estebanico a abrir camino mientras él asentaba la retaguardia (su retaguardia) en una cómoda aldea del norte de Méjico. Estebanico mandó un par de mensajeros con noticias confusas pero esperanzadoras sobre las riquezas que podían encontrar más al norte y después encontró la muerte a manos de una de las tribus que habitaban el actual Nuevo Méjico. Hay que comprender que Estebanico era esclavo y supongo que esperaba vivir bastante mejor colaborando con exploradores que deslomándose en alguna plantación, así que le interesaba mantener vivo el interés. Fray Marcos no sólo picó sino que amplificó el engaño y volvió al Virrey con la historieta de que había visto Cíbola, que debía ser la más pequeña de las siete ciudades legendarias. Fray Marcos juró que decía verdad y el cuento coló, plantando la semilla que tuvo a cientos de españoles dando vueltas por el agreste sur de los actuales EEUU durante años.
La semilla de la leyenda
Coronado Parte hacia el Norte
Tanto me gusta este cuadro de Remington que lo vuelvo a utilizar, esta vez con más propiedad. |
Así las cosas, se formó una expedición con financiación privada para partir en busca de las riquezas del norte. Coronado, por ejemplo, hipotecó la encomienda de Tlapa, que le pertenecía por razón de su matrimonio con Beatriz de Estrada, ya que la encomienda fue la dote en el matrimonio. El encomendero original había sido Alonso de Estrada, padre de Beatriz. Nótese que, al menos entonces, los españoles sí que estaban dispuestos a arriesgar sus bienes y haciendas (nunca mejor dicho) para financiar empresas con cierto riesgo. ¿En qué momento se jodió el Perú? digooo...¿en qué momento de nuestra historia nos adocenamos los españoles?
Coronado partió hacia el norte enfrentándose al peligro, pero difícilmente se puede decir que fuera solo, ya que le acompañaban, aparte de 339 soldados y más de quinientos caballos, más de mil indios, muchos de ellos con sus familias. Sin duda esta expedición se organizó de forma sumamente profesional y su partida fue todo un acontecimiento en Compostela, capital de Nueva Galicia, en Febrero de 1540. Fray Marcos de Niza también era de la partida, en condición de guía, o así.
Dejando atrás Compostela, los expedicionarios de dirigieron hacia Culiacán, último asentamiento español antes de adentrarse en terreno casi inexplorado hacia el Noroeste. Mientras tanto, desde Acapulco salió una parte naval de la expedición, comandada por Fernando de Alarcón. Esta pequeña armada iba cargada de pertrechos y tenía la intención de subir por la costa del Pacífico y de encontrarse en algún momento con el grueso terrestre de la expedición. Alarcón Navegó hacia el norte por el Golfo de California y, cuando encontró la desembocadura del rio Colorado lo remontó en botes hasta la confluencia con el rio Gila, unos 160 km tierra adentro. Ese punto, cerca de la actual Yuma, está en el interior de los EEUU, así que Alarcón bien pudo ser el primer europeo en poner el pie en California ya que en esa zona se encuentra la frontera entre California y Arizona. Alarcón enterró allí unas cartas para Coronado, según era costumbre cuando dos partes de un ejército no eran capaces de encontrarse en la zona acordada. Pues bien, como luego veremos ¡fueron encontradas!
Mientras tanto, Coronado seguía guiando al grueso de la expedición de manera bastante profesional, mandando avanzadillas y controlando de forma más o menos eficiente el ánimo de su tropa durante el avance por tierras tan áridas. Durante prácticamente dos meses se movieron por terrenos agrestes, escarpados y de difícil tránsito, cruzando el rio Gila y el Colorado Pequeño, que ellos llamaron río Bermejo (Río Rojo, Río Colorado, Río Bermejo...vais siguiendo el temita ¿no?):
A estas alturas Fray Marcos de Niza debía llevar algunos días tentándose la ropa, porque quien más quien menos ya le iba mirando con intenciones aviesas por haberles metido en semejante lío, pero la cosa se pondría peor cuando llegaron a la prometida Cíbola:
Afortunadamente para todos, Fray Marcos puso pies en polvorosa y evitó algún más que seguro "accidente":
Coronado siguió gestionando la expedición con con criterio, dejando pequeñas guarniciones en alguno de los poblados, mandando avanzadillas, enviando mensajeros de vuelta al virrey...Cierto es que alguna de las guarniciones no mostró un comportamiento demasiado civilizado por estar compuestas por "la gente de menos estofa y asi nunca dexo de aber de alli adelante motines y contrastes", pero por otro lado hubo descubrimientos de un valor incalculable (hoy). Poco después de pasar Cíbola, Coronado contactó por primera vez con los Pueblo de Acoma, por donde años después pasarían Zaldívar y Oñate.
En una de estas subexpediciones, el sargento Melchor Díaz fue enviado en busca de los dos barcos que comandaba Alarcón y que debían aprovisionarles:
¡Toma ya! No me digáis que no es abracadabrante que en semejante extensión vacía, sin conocimiento previo de la orografía, cuatro matados y mugrosos soldados españoles fueran capaces de encontrar, a estima, el punto al que Alarcón llegó. El sistema de geoposicionamiento europeo no debería llamarse Galileo sino CAD (Coronado-Alarcón-Díaz). En esas cartas Alarcón ya daba noticia de que la supuesta isla del Marqués no era tal isla, sino la Península de baja California. Otro hito más en la expedición. Oro no encontraron, pero hallazgos históricos llevamos unos cuantos y aún queda el mayor de todos... Por cierto, Díaz tuvo una muerte de lo más tonto tras herirse con su propia lanza cuando intentaba librarse de un perro.
El río del Tizón que el cronista mencionaba es el actual río Colorado, del que habían recibido noticias por los indios de la zona. En un momento dado, Coronado mandó una patrulla de doce hombres al mando de García López de Cárdenas a buscarlo:
Cárdenas había hallado y descrito el Cañón del Colorado, aunque finalmente no consiguió descender hasta el río. Por decir verdad, no parece que Coronado ni el resto de los expedicionarios creyeran a Cárdenas cuando les contó lo que había visto. En cierto modo es comprensible, dada la serie de decepciones que ya llevaban acumuladas. Y las que quedaban...
El invierno de 1540-41 lo pasó el grueso de la expedición acampada en la zona de Tigüez en Nuevo Méjico, donde habría serios enfrentamientos con las tribus de la zona, lo que se daría en denominar la guerra de Tiguex. Mientras, las patrullas seguían trayendo noticias y, ya en primavera de 1541, Coronado se adentró aún más en el corazón de los EEUU en busca de Quivira. Parece mentira que, a estas alturas, Coronado y su gente siguieran siendo tan ingenuos, pero se volvieron a fiar de un mentecato, en este caso un esclavo indio conocido como "el Turco" que encontraron por el camino y les habló y no paró de las riquezas de Quivira. Guiados por él se pusieron en marcha y recorrieron las inmensas llanuras pobladas de bisontes, donde la falta de referencias dificultaba tanto la orientación que tenían que usar artes marineras para no perderse. Coronado describió estas llanuras como extraordinariamente fértiles y adecuadas para el granjeo pero, desgraciadamente, esta expedición no iba en busca de buenas tierras en las que asentarse, sino de oro en abundancia. Finalmente, Coronado alcanzó Quivira, o lo que llamó Quivira, en algún lugar cercano a Wichita (Kansas). Nada más llegar y ver aquello ejecutaron al "Turco". No era para menos:
La moral ya no podía estar más baja y sus hombres menos dispuestos a la disciplina así que tras esta última decepción, Coronado tomó la decisión de retornar a Méjico. El camino de vuelta fue algo más corto que el de ida, pero sin duda infinitamente más triste. La decepción, la derrota y la humillación hicieron mella en soldados y civiles, así que no es de extrañar que muchos de ellos fueran desertando o sencillamente quedándose en las poblados por los que iban pasando. En 1542, una pequeña parte de la inmensa expedición que había partido dos años antes llegó de vuelta a Méjico.
La expedición fue un desastre en términos económicos ya que, por desgracia, lo que los conquistadores buscaban entonces era hacerse ricos a la voz de ¡ya! no establecer una empresa a largo plazo (¿os suena?). Tal vez, de no haber sido así, cuando primero los franceses (150 años después) y luego los estadounidenses (en el XIX) se pasaron por Kansas, se habrían encontrado una Nueva Palencia o Nueva Valladolid llenas de trigales, con sus iglesuelas, sus bares, sus plazas de toros... Además Dorothy se habría llamado MariPili.
Durante décadas no volvió a haber una expedición seria al norte del rio Grande, pero como tantas otras veces, la información obtenida de un fracaso fue válida para decenas de aciertos.
PS Menudo despiste! se me olvidaba poner el mapa de la ruta seguida por Coronado:
Coronado partió hacia el norte enfrentándose al peligro, pero difícilmente se puede decir que fuera solo, ya que le acompañaban, aparte de 339 soldados y más de quinientos caballos, más de mil indios, muchos de ellos con sus familias. Sin duda esta expedición se organizó de forma sumamente profesional y su partida fue todo un acontecimiento en Compostela, capital de Nueva Galicia, en Febrero de 1540. Fray Marcos de Niza también era de la partida, en condición de guía, o así.
Dejando atrás Compostela, los expedicionarios de dirigieron hacia Culiacán, último asentamiento español antes de adentrarse en terreno casi inexplorado hacia el Noroeste. Mientras tanto, desde Acapulco salió una parte naval de la expedición, comandada por Fernando de Alarcón. Esta pequeña armada iba cargada de pertrechos y tenía la intención de subir por la costa del Pacífico y de encontrarse en algún momento con el grueso terrestre de la expedición. Alarcón Navegó hacia el norte por el Golfo de California y, cuando encontró la desembocadura del rio Colorado lo remontó en botes hasta la confluencia con el rio Gila, unos 160 km tierra adentro. Ese punto, cerca de la actual Yuma, está en el interior de los EEUU, así que Alarcón bien pudo ser el primer europeo en poner el pie en California ya que en esa zona se encuentra la frontera entre California y Arizona. Alarcón enterró allí unas cartas para Coronado, según era costumbre cuando dos partes de un ejército no eran capaces de encontrarse en la zona acordada. Pues bien, como luego veremos ¡fueron encontradas!
Mientras tanto, Coronado seguía guiando al grueso de la expedición de manera bastante profesional, mandando avanzadillas y controlando de forma más o menos eficiente el ánimo de su tropa durante el avance por tierras tan áridas. Durante prácticamente dos meses se movieron por terrenos agrestes, escarpados y de difícil tránsito, cruzando el rio Gila y el Colorado Pequeño, que ellos llamaron río Bermejo (Río Rojo, Río Colorado, Río Bermejo...vais siguiendo el temita ¿no?):
"...y llegado a chichilticale principio del despoblado y no bio cosa buena no dexo de sentir alguna tristesa porque aunque la notiçia de lo de adelante era grande no auia quien lo ubiese uisto sino los indios quefueron con el negro que ya los auian tomado en algunas mentiras por todos se sintio mucho ber que la fama de chichilticale se, resumía en una casa sin cubierta aruynada puesto que pareçia en otro tiempo aber sido casa fuerte en tiempo que fue poblada y bien se cobnoçia ser hecha por gentes estrangeras puliticas y guerras benidas de lejos era esta casa de tierra bermeja desde alli prosiguieron el despoblado y llegaron en quinse dias a ocho leguas de çibola a un río que por yr el agua turbia y bermeja le llamaron el río bermejo en este río se hallaron barbos como en españa a qui fue adonde se bieron los primeros indios de aquella tierra..." (Relación de la Jornada de Cíbola, de Pedro Castañeda de Nájera, miembro de la expedición)
A estas alturas Fray Marcos de Niza debía llevar algunos días tentándose la ropa, porque quien más quien menos ya le iba mirando con intenciones aviesas por haberles metido en semejante lío, pero la cosa se pondría peor cuando llegaron a la prometida Cíbola:
"otro día bien en orden entraron por la tierra poblada y como bieron el primer pueblo que fue çibola fueron tantas las maldiciones que algunos hecharon a fray marcos quales dios no permita le comprehendan.el es un pueblo pequeño aristado y apeñuscado que de lejos ay estancias en la nueua españa que tienen mejor aparençia es pueblo de hasta, doçientos hombres de guerra de tres y de quatro altos y las casas chicas y poco espaciosas no tienen patios un patio sirue a un barrio ania se juntado alli la gente de la comarca porque es una provincia de siete pueblos donde ay otros harto mayores y mas fuertes pueblos que no çibola"
Afortunadamente para todos, Fray Marcos puso pies en polvorosa y evitó algún más que seguro "accidente":
"Luego como fue llegado en la uilla de señora melchior dias y Juan gallego se publico la partida del campo para cibola y como auia de quedar en aquella uilla melchior dias por capitan con ochenta honbres y como juan gallego yba con mensaje para la nueba espaiia a el bisorey y llebaba en su compaí-iia a fray marcos que no se tubo por seguro quedar en cibola biendo que quia salido su relaçion falsa en todo porque ni se hallaron los reynos que deçia ni ciudades populosas ni riquesas de oro ni pedreria rica que se publico ni brocados ni otras cosas que se dixeron por los pulpitos"
Coronado siguió gestionando la expedición con con criterio, dejando pequeñas guarniciones en alguno de los poblados, mandando avanzadillas, enviando mensajeros de vuelta al virrey...Cierto es que alguna de las guarniciones no mostró un comportamiento demasiado civilizado por estar compuestas por "la gente de menos estofa y asi nunca dexo de aber de alli adelante motines y contrastes", pero por otro lado hubo descubrimientos de un valor incalculable (hoy). Poco después de pasar Cíbola, Coronado contactó por primera vez con los Pueblo de Acoma, por donde años después pasarían Zaldívar y Oñate.
En una de estas subexpediciones, el sargento Melchor Díaz fue enviado en busca de los dos barcos que comandaba Alarcón y que debían aprovisionarles:
"a un gran rio que ba por aquella tierra lo nóbran el rio del tison es poderoso rio y tiene de boca mas de dos leguas por alli tenia media legua de trabesia alli toma lengua el capita como los nabios auian estado tres jornadas de alli por bajo hacia la mar y llegados adonde los nabios estubieron que era mas de quinçe leguas el rio arriba de la boca del puerto y hallaron en Un arbol escripto aqui llego alarcon a el pie de este arbol ay cartas sacaronse las cartas y por ellas bieron el tiempo que estubieron aguardando nuebas de el campo y como alarcon auia dado la buelta desde alli para la nueba espaia con los nabios porque no podia correr adelante porque aquella mar era ancó que tornaba a bolber sobre la isla del marques que diçen California y dieron relaçion como la California no era isla sino punto de tierra firme de la buelta de aquel ancon"
¡Toma ya! No me digáis que no es abracadabrante que en semejante extensión vacía, sin conocimiento previo de la orografía, cuatro matados y mugrosos soldados españoles fueran capaces de encontrar, a estima, el punto al que Alarcón llegó. El sistema de geoposicionamiento europeo no debería llamarse Galileo sino CAD (Coronado-Alarcón-Díaz). En esas cartas Alarcón ya daba noticia de que la supuesta isla del Marqués no era tal isla, sino la Península de baja California. Otro hito más en la expedición. Oro no encontraron, pero hallazgos históricos llevamos unos cuantos y aún queda el mayor de todos... Por cierto, Díaz tuvo una muerte de lo más tonto tras herirse con su propia lanza cuando intentaba librarse de un perro.
El río del Tizón que el cronista mencionaba es el actual río Colorado, del que habían recibido noticias por los indios de la zona. En un momento dado, Coronado mandó una patrulla de doce hombres al mando de García López de Cárdenas a buscarlo:
"...como ubieron andado ueinte jornadas llegaron a las barrancas del rio que puestos a el bado de ellas parecia al otro bordo que auia mas de tres o quatro leguas por el ayre esta tierra era alta y llena de pinales bajos y encorbados frigidissima debajo del norte que con ser en tiempo caliente no se podia biuir de frio en esta barranca estubieron tres dias buscando la bajada para el rio que parecia de lo alto tendria una braçada de trabesia el agua y por la notiçia de los indios tendria media legua de ancho fue la baxada cosa inposible..."
Cárdenas había hallado y descrito el Cañón del Colorado, aunque finalmente no consiguió descender hasta el río. Por decir verdad, no parece que Coronado ni el resto de los expedicionarios creyeran a Cárdenas cuando les contó lo que había visto. En cierto modo es comprensible, dada la serie de decepciones que ya llevaban acumuladas. Y las que quedaban...
El invierno de 1540-41 lo pasó el grueso de la expedición acampada en la zona de Tigüez en Nuevo Méjico, donde habría serios enfrentamientos con las tribus de la zona, lo que se daría en denominar la guerra de Tiguex. Mientras, las patrullas seguían trayendo noticias y, ya en primavera de 1541, Coronado se adentró aún más en el corazón de los EEUU en busca de Quivira. Parece mentira que, a estas alturas, Coronado y su gente siguieran siendo tan ingenuos, pero se volvieron a fiar de un mentecato, en este caso un esclavo indio conocido como "el Turco" que encontraron por el camino y les habló y no paró de las riquezas de Quivira. Guiados por él se pusieron en marcha y recorrieron las inmensas llanuras pobladas de bisontes, donde la falta de referencias dificultaba tanto la orientación que tenían que usar artes marineras para no perderse. Coronado describió estas llanuras como extraordinariamente fértiles y adecuadas para el granjeo pero, desgraciadamente, esta expedición no iba en busca de buenas tierras en las que asentarse, sino de oro en abundancia. Finalmente, Coronado alcanzó Quivira, o lo que llamó Quivira, en algún lugar cercano a Wichita (Kansas). Nada más llegar y ver aquello ejecutaron al "Turco". No era para menos:
"el general siguio sus guias hasta llegar a quiuira en que gasto quarenta y ocho dias de camino por la grande cayda que auian hecho sobre la florida y fue reçebido de paz por las guias que lleuaba preguntaron a el turco que porque auia metido y los auia guiado taro abieso diso que su tierra era aquella parte y que allende de aquello los de cicuye le auian rogado que los trusese perdidos por los llanos por que faltando les el bastimento se muriesen los cauallos y ellos flacos quando bolbiesen los podrian matar sin trabajo y bengarse de lo que auian hecho y que por esto los abia derrumbado creyendo que no supieran catar ni mantenerse sin maiz y que lo del oro que no sabia adonde lo auia esto diso ya como desesperado y que se hallaba corrido que auain dado credito a el ysopete y los auia guiado mejor que no el y telniendose los que alli yban que no diese algun abiso por donde les biniese algun daño le dieron garrote de que el ysopete se holgo porque siépre solia de ir que el ysopete era un bellaco y que no sabia lo que se decia y siempre le estorban ban que no hablase con nadie no se bio entre aquella gente oro ni plata ni noticia de ello el señor traya al cuello una patena de cobre y no la tenia en poca."
La moral ya no podía estar más baja y sus hombres menos dispuestos a la disciplina así que tras esta última decepción, Coronado tomó la decisión de retornar a Méjico. El camino de vuelta fue algo más corto que el de ida, pero sin duda infinitamente más triste. La decepción, la derrota y la humillación hicieron mella en soldados y civiles, así que no es de extrañar que muchos de ellos fueran desertando o sencillamente quedándose en las poblados por los que iban pasando. En 1542, una pequeña parte de la inmensa expedición que había partido dos años antes llegó de vuelta a Méjico.
La expedición fue un desastre en términos económicos ya que, por desgracia, lo que los conquistadores buscaban entonces era hacerse ricos a la voz de ¡ya! no establecer una empresa a largo plazo (¿os suena?). Tal vez, de no haber sido así, cuando primero los franceses (150 años después) y luego los estadounidenses (en el XIX) se pasaron por Kansas, se habrían encontrado una Nueva Palencia o Nueva Valladolid llenas de trigales, con sus iglesuelas, sus bares, sus plazas de toros... Además Dorothy se habría llamado MariPili.
Durante décadas no volvió a haber una expedición seria al norte del rio Grande, pero como tantas otras veces, la información obtenida de un fracaso fue válida para decenas de aciertos.
PS Menudo despiste! se me olvidaba poner el mapa de la ruta seguida por Coronado: